capitulo 10

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Pov valentina

Mi abuela se veía muy que era muy amable, se le podían ya notar sus añitos por las canas y las muchas arrugas que tiene en la cara, pero sus ojos marrones se veían brillantes, y no era por la luz que salia de la casa, se podía notar que estaba feliz de verme sentí una cálida sensación en cuanto me abrazo y se me vino de repente un recuerdo desconocido pero muy hermoso. "Estábamos sentadas en los peldaños de una tienda comiendo un helado, el de ella era de fresa, se notaba por su color rosa pálido, en cambio el mio era de chocolate. Estábamos sonriéndonos, era gracioso verle alrededor de la boca con el color del helado, yo envés de eso tenia en las aberturas de los dientes café". Fue tierno recordarlo.

Me pareció totalmente hermosa la casa con su color beige y su lindo toque rustico. Al entrar lo primero que vi fue la sala con dos mueble de color verde pastel y una mesita de madera en el centro con unos claveles blancos dentro de un florero de vidrio, habían dos ventanas del lado izquierdo de la casa con sus marcos desgastados y unas cortinas blancas de tela bastante delgada, también podían verse como la casa era decorada con varios cuadros al rededor de ella, en muchas se podía ver a mi abuelita con su marido, que obviamente debe ser mi abuelo.
Lo que me pareció algo extraño es que solo había una foto de mi madre. Y era en un estante también de madera debajo de las escaleras al lado derecho de la casa. No se veía feliz, envés de eso tenia fruncida la boca con las cejas juntas del enojo y sus ojos verdes están apagados, tiene una cara de disgusto como si no hubiera querido que le tomaran la foto. Casi no se le veía la ropa solo el cuello blanco de un suéter negro

después de unos minutos de la confianza le cuento absolutamente todo lo ocurrido en el accidente. La abrazo al sentir que eso calma mis nervios que están a punto de estallar. Nos trae una taza de té a samuel y a mi. Cuando la termino sigo a samuel por las escaleras, llegamos a un largo pasillo en el que al final de ella hay un gran ventanal. Paramos en las primeras puertas que vimos, un frente a la otra

-esta es la tuya-me señala la de el lado derecho. Cuando el iba a entrar lo toco con mi dedo en el hombro

-gracias por estar aquí conmigo,-bajo la cabeza-en ves de preocuparte por tu trabajo y deberes - digo en un tono casi audible pero por el poco ruido que hay en la casa el abra entendido. Me sonríe

-no hay de que valen, yo haría lo que fuera por ti- deposita un beso en mi mejilla sin que yo me fijase y entra a su habitación. Yo lo imito entrando a la mía

Es bastante bonita. Tiene un papel tapiz blanco con flores rojas, puede verse la cama con sabanas azules rey por el reflejo de la luna que entra desde la ventana a lado izquierdo del cuarto, hay una mesita de noche a un lado de la cama con una pequeña lampara. Al voltearme veo al lado derecho dos puertas, al abrir una puedo notar que es un baño, y la otra puerta al abrirla veo que es el armario.  Pensé que estaría vació, pero tenia vestidos de tipo antiguo, eran para una mujer bastante acuerpada así que no eran míos, solo hay un par de zapatos, le verdad son unas botas, pero al lado de ellas hay una caja. Me pica la curiosidad pero mejor espero mirarla hasta mañana la verdad es que estoy bastante cansada. Me acuesto dejando que el sueño invada mis sentidos

《 todo esta negro, siquiera yo me veo. Pero escucho voces de fondo, voces que cada vez se están acercando, oyéndose mas fuertes y más claras

-¡porque jamas me lo dijiste!-dice una voz fuerte y masculina. Cada vez se me hace más familiar

-¡porque así es la vida!-esta vez la voz es femenina, pero reconozco que es mi mama. Ella se ríe roncamente-yo jamas te ame-dice irónica

-maldita perra traidora-la señala-eres igual que todas

Veo como se enciende el lugar en donde están mi mama y ese hombre con una gran barba inescrupulosa, cabello negro, ojos cafes y una figura para nada de admirar. Estaban discutiendo, creo que es la cocina.
Pero yo tampoco estoy en la total oscuridad, miro hacia arriba y veo que las escaleras están demasiado pegadas a mi cabeza. Estoy en posición feto abrazándome a mis pies y puedo notar que no tengo mi verdadera edad, sino que estoy totalmente pequeña como una niña de siete años pero aun así puedo ver como intentan levantarse la mano uno a otro.
El hombre le da un golpe fuerte en su mejilla haciendo que ella caiga al piso por el gran estruendo, puedo ver su mejilla enrojeciéndose e hinchándose mientras su mirada se vuelve cada vez mas oscura, mientras que la del hombre se ve con total arrepentimiento pero no abandona aun así su postura.
mis piernas actúan por si solas porque salen del escondite, pero la verdad es que ni las puedo manejar. El hombre me mira con total desprecio

Una Nueva Oportunidad ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora