III

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Conseguí alcanzar la velocidad que había llevado justo antes de que él me parase y en unos cinco minutos estuve en la casa de Mark.

Llamé al timbre.

- Venga, Mark... Abre, por favor... - supliqué a la puerta dando saltitos de impaciencia.

Suerte que, segundos después, apareció tras la puerta un chico con el pelo oscuro revuelto y moreno. Mi amigo.

- ¿Lo has visto, Cassie? - me preguntó. - ¡El bombardeo!

-¡No me digas...! - le contesté, impaciente -. ¡El que parece que no ve nada eres tú! ¿Y la llave?

- ¡Ahí va! Ahora voy, ahora voy.

Entré con él en la casa, y tras adentrarnos en su cuarto (un sitio en el que parece que el orden no existe) nos quedamos allí, quietos.

- ¿Qué es lo que pasa? ¿Dónde está la llave? - pregunté con un claro ataque de nervios. ¡Mark estaba demasiado tranquilo sabiendo que afuera había un bombardeo "sin causa previa" y que necesitábamos la llave para pararlo todo!

- No la tengo.

- ¿¡Qué!?

- Mira - Me puso las manos en los hombros, aunque él sabía de sobra que no me iba a tranquilizar tan fácilmente -. Hace poco vino una mujer, que se parecía bastante a la que nos hizo entrega de la llave. Me la pidió. Llevaba la misma capa cubriéndole los ojos y el pelo de aquel color verde raro.

- Menta, sí - le dije -. ¿Pero por qué se la diste?

- Es obvio, si fue quien nos la dio, a lo mejor la querría de vuelta, ¿no crees?

- Eres necio - le insulté. A veces me ponía tanto de los nervios... A pesar de todo, era mi amigo.

- Bueno, ¿y qué se le va a hacer?

- Irnos. Ahora. No sé a dónde.

- Uh, parece que te has alterado.

Abrí la boca para replicarle, pero se escuchó un estruendo y un temblor asaltó la casa y nos hizo caer, a Mark hacia atrás y a mí encima de él.

La LlaveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora