IX

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Mark y yo corrimos hasta las armas y él cogió una navaja y yo me hice con una daga. Os digo que, dos chicos como nosotros con armas de este tipo somos muy peligrosos, ¡pero ahora hay una misión que cumplir!

¿Dije que sería fácil? Mentira. Le había intentado apuñalar a Dara por la espalda al menos unas siete veces, pero ella siempre se escabullía en el último momento y a una velocidad increíble. No sabía cómo lo hacía.

Mark, harto ya de inútiles intentos por cortar a Dara, tomó un cuchillo más grande y, como vio que ésta siempre se iba rápidamente cuando se acercaba a ella, le lanzó el cuchillo. Lo malo es que yo había estado intentando apuñalar a la mujer por décima vez y Dara no alteró su costumbre de desaparecer cuando un arma se acercaba a ella, provocando que el cuchillo que le había lanzado Mark me hiciera un corte en la pierna, que no tenía muy buena pinta.

- ¡¡Mark!! - exclamé con la pierna sangrando y con un fuerte dolor en el sitio.

Mi amigo se acercó a mí.

- ¡Vaya, lo siento, Cassie! ¿Estás bien?

Creo que la expresión de mi cara le bastó para deducir que no.

- Ya sabes, iba a atacar a Dara, pero...

- ¡Ya lo sé! - contesté de nuevo, casi llorando por el dolor.

Levanté la mirada y vi a Dara riéndose de nosotros a unos metros y, aunque no me encontraba bien, alcancé a oír estas palabras:

- Momento perfecto.

Vi como Dara alzaba la mano de la Llave, clavando la vista en nosotros, y el objeto se volvía dorado.

Acto seguido y casi sin pensarlo, salí corriendo, aun con la pierna herida.

La LlaveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora