XII

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Mientras Dara provocaba explosiones fuera del Centro, yo le ataqué con el arma que me había dado su gemela.

Esta vez no desapareció al instante y logré hacerle un corte en la mano que hizo que tuviera que soltara la Llave. Ésta cayó al suelo y Lira la recogió.

Dara se mostraba más vulnerable desde que Lira me había dado el arma, y, tras unos ataques fallidos y la ayuda extra de Lira, conseguí clavarle el arma en el corazón y acabar con ella.

Me sentía culpable, a pesar de haber eliminado a aquella persona tan peligrosa para la gente que sufrían las explosiones hasta hace unos momentos.

Estaba también desolada, por la posible muerte de mi amigo.
Pero a todo ese lío de emociones (en el que asomaba incluso algo de orgullo) se unió el dolor punzante que tenía en la pierna: me sangraba más que nunca.

En la sala entró un hombre con el cabello tan pálido que casi lo confundí con las paredes y Lira le entregó la Llave.

Según oí, aquel individuo se llamaba Antew o parecido, porque no escuché demasiado.

Mi conciencia iba y venía, hasta que empecé a verlo todo borroso para luego volverse todo negro.

La LlaveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora