Capítulo 6 El Riñón

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Luego de recuperarme del desconcierto apresuré el paso para alcanzar a mis amigos.

Los cuatro nos dirigimos al último círculo conformado por el mercado negro, o mejor conocido como El Riñón, con la intención de llevar a cabo la segunda parte del plan. Nos detuvimos una vez que estuvimos posicionados frente al acceso del Riñón. Una enorme cortina negra se alzaba frente a nosotros colgando de un par de postes y cayendo irregular hasta el suelo. Mis amigos se miraron entre ellos esperando a que yo fuera la que diera el primer paso. Siendo honesta, siempre me costaba trabajo reunir el valor suficiente para ingresar al lugar, pero no dejé ver a mis amigos ni una ligera vacilación. Tomé aire y avance hacia la abertura e la cortina tragándome toda la ansiedad y el miedo. Hice parecer a mis movimientos confiados, entregándoles así, seguridad a mis compañeros.







El Riñón es el origen de todo lo que constituye hoy en día al Hoyo, es el corazón que lo hace palpitar, su núcleo. Y si alguien cree que los círculos anteriores son pesados sólo por el tipo de personas que albergan, entonces, que mejor ni ose traspasar el cortinajes, o tendría que considerarse perdido, como literalmente perdido, ya que ingresar a los comercios de ahí dentro requiere atravesar un laberinto diseñado específicamente para despistar a los Vigilantes, y varios de los obstáculos con los que te puedes encontrar, son mortales. Si bien ellos hacen de la vista gorda a los establecimientos de los otros círculos, no creo que ignoren todo el contrabando de armas y partes de animales que se desenvuelve en el interior del mercado negro.

Cuando todos cruzamos al otro lado, realizamos nuestra formación previamente designada desde hace años, con Killian colocado a la cabecilla del grupo dirigiendo el camino, seguido de Lenny, luego yo, y por último Cristina. Nos tomamos de las manos con firmeza por cuestiones de seguridad, ya que en el pasado los obstáculos contenidos e el laberinto nos habían hecho separarnos y perdernos en más de una ocasión. Entonces fueron momentos de tanta angustia que tuvimos que asegurarnos de no volver a pasar por eso.

- Adelante - animó Killian.

Avanzamos por el estrecho pasillo que se extendía ante nosotros, sus muros hechos de roca estaban cubiertos por varios agujeros de donde emergían púas, algunas empapadas en veneno de anisoptera, y otras con diversos alucinógenos. El secreto para atravesar ileso éste pasillo, era caminar con extremos sigilo, ya que los lanza púas se activan con el sonido.

Pude sentir la mano de Lenny sudar, ella iba inspeccionando el suelo con sumo cuidado, pues la última vez que venimos la pelinegra tropezó con una de las rocas que se encontraban a medio camino, el ruido que provocó su caída y el chillido que le siguió, accionó el sistema y de desató el caos.

Todo marchó excelente hasta llegar al otro extremo donde se originaba una bifurcación*, y mi corazón pudo volver a latir. El muero que compartían los siguientes dos pasillos estaba compuesto por una frondosa vegetación. Killian soltó la mano de su prima y se dispuso a rebuscar entre las hojas y ramas del muero, del interior del follaje sacó un teclado traslúcido y compacto en el que escribió la contraseña que desactiva momentáneamente al laberinto asesino y nos permite cruzar intactos. Sólo a los clientes de confianza se les proporcionaba la contraseña.

- ¡Listo! - anunció el pelinegro -. Hay que apresurarnos, redujeron el tiempo. Tenemos cinco minutos.

De ahí en adelante todo fue sencillo, los pasillos ya los teníamos aprendidos y en menos del tiempo establecido llegamos a la salida donde nos esperaba una cortina igual que la primera. Mi amigo tiró de ella abriéndonos paso.

Bienvenidos al Riñón.

Lo siguiente era encontrar a Adam, nuestro proveedor de armas. Avanzamos sobre el suelo de tierra caminando entre los puestos que se ubicaban sin un orden específico. EL techo estaba cubierto de lonas, mantas y laminas, por lo que casi todo el lugar estaba iluminado con esas antiquísimas lámparas de gas y otras luces actuales. La mezcla de lo antiguo con lo moderno y contemporáneo hacia ver al lugar muy peculiar. Se podía observar a persona ir de aquí para allá, gritando ordenes, pidiendo artículos, aclarando precios. Aquí había actividad las veinticuatro horas, seis días a la semana. Los clientes venían incluso desde otras colonias, ya que sólo en la Quinta se desarrolló un comercio como el del Hoyo. No me extraña ya que es la más grande y su población va en aumento.

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