Capítulo 7 Recolección. Parte 1

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Pasaban un poco más de la siete de la mañana aproximadamente, el sol ya había salido e iluminaba el bosque. Ahora, íbamos por la mitad del camino a la Séptima; según mis cálculos, nosotros deberíamos estar más adelantados de lo que nos hallábamos en realidad. La Séptima Colonia, siendo la más cercana a la Quinta, nos tomaba tres horas de camino a pie. Tenía la esperanza de que a las ocho treinta llegáramos a la frontera.

Si fuéramos humanos comunes seguro que en nuestras condiciones de salud física no resistiríamos una caminata tan larga y sin descanso. Quizá el no haber desayunado antes de salir de casa nos haría desmayarnos, pero esas son muchas de las ventajas de los Índigo. Aún no sé por qué la gente aborrece a mi raza, nuestras capacidades les podrían ser tan útiles. Una lástima que si alguien se enterara nos desollarían vivos; lo que me recuerda a un libro que leí en la librería de la Cuarta. Hace centenares  de siglos existía algo llamado cacería de brujas donde religiosos asesinaban a mujeres que eran  acusadas de practicar brujería, eran perseguidas hasta la muerte pues eran consideradas una blasfemia para las aldeas. Si me lo ponía a pensar, era bastante similar a nuestra historia, sólo que sin religiones de por medio y con mucha más tecnología.

Continuaba haciendo comparaciones en mi mente sobre las brujas y nosotros, y entre más lo analizaba se me hacía una completa tontería lo que se hizo en aquella época. Podría ser que fueran personas diferentes pero no tan peligrosas como se creía...podrían haber sido Índigos. Esa idea tan ridícula que desapareció fugaz, me hizo reír. Jamás nunca en la vida, Kays. Deberías dejar de leer tanto, tanta información te hace desarrollar ideas locas.

Comencé a sentir la garganta seca por lo que me dispuse a sacar de mi mochila una cantimplora llena de agua que metí la noche anterior. Me detuve para beber del envase con más comodidad. Mis amigos, percatándose de mi acto, igualmente se detuvieron cerca de un árbol en el cual se recargaron a esperar por mi.

Al tiempo que seguía bebiendo, alcancé a percibir el ligero sonido de ramas y hojas chocando entre sí. Dejé de beber inmediatamente a la par que un sentido de alarma se encendía en la parte trasera de mi cerebro. Los chicos parecieron haberlo percibido también pues cortaron la conversación que estaban manteniendo.

Volteé hacia atrás en busca de lo que sea que haya provocado el sonido, recorrí el perímetro con los ojos pero no vi nada más que extensión de bosque solitario. A simple vista eramos los únicos por ahí.

- ¿Qué fue eso? - preguntó Lenny.

- Seguro que fue un animal - la tranquilizó Kill- No hay necesidad de preocuparse.

- Si, seguro eso fue - secundé.

Tenía la intención de unirme a los otros para reanudar el viaje cuando otro ruido se hizo presente. Éste se escuchó diferente, como algo raspando contra la tierra. Ésta vez no lo iba a dejar pasar. Puede que haya sido un animal, pero también podía ser una persona que anduviera curiosa. Caminé en dirección a la posible procedencia del sonido pero fui detenida por Lenny.

- Kaya, ¿a dónde vas?

- Sólo quiero ir a asegurarme - Tal vez yo estaba exagerando por un simple ruidito, pero necesitaba verificarlo para calmar mis ansias. Y es que, el suceso de hace dos noches me tenía casi al borde de la paranoia. A decir verdad, desde que dejamos la Quinta he tenido la sensación de estar siendo observada, aunque, después de escanear mis alrededores al menos cuatro veces y comprobar que no había nadie siguiéndonos, empujé el sentimiento al fondo de mi cabeza. Ahora ese sentimiento volvía a aparecer con más fuerza. No era para menos, especialmente porque no estábamos tomando el sendero designado por el Concejo para comunicar a las colonias entre sí.

- ¡No! No vayas, ¿y si es un furorem?

-¿Qué? - procuré no reírme de la ocurrencia de la pelinegra - Lenny, no, ¿cómo crees?

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