Capítulo 2: Un regalo inesperado

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Una vez que logré mejorar la mezcla de cemento de Cristina y la transformé en algo comestible, todos nos sentamos a devorar el delicioso desayuno que la abuela Lou preparó en mi honor, a excepción de Aleck, que seguía con sus "asuntos del trabajo". Rainy y yo nos ignoramos durante todo el rato que estuvimos en la mesa, mientras que los demás compartían una amena conversación sobre el nuevo aumento de impuestos en la carne, y sobre la mudanza de la pareja de ancianos que vivía en la última casa al final de la calle. Al parecer se irían a vivir al vecindario bajo porque ya no podían pagar los impuestos de su casa, ni tampoco los servicios básicos de ésta. Era muy común ver a la gente de la tercera edad cambiarse al vecindario bajo, ya que la pensión no era suficiente para mantenerse en el nuestro. La mayoría de ellos sólo se muda para irse a morir a un lugar peor del que estaban, por feo que suene. Después de conjeturar un rato acerca del cruel e injusto próximo futuro  de nuestros seniles vecinos, la charla tomó otro curso.

-Y dime, Gracie ¿Qué tal te ha ido en tu trabajo?- Preguntó la abuela de repente ¡Oh no! Esperaba no tener que tocar ese tema.

-Eh, bien supongo. Como siempre, en realidad- Soy una completa mentirosa.

En realidad me habían despedido la semana pasada de la cafetería del centro por haber descompuesto tres cafeteras. No fue intencional, lo que ocurrió fue que me dejaron a cargo, no había mucho personal disponible, y junto con la presión de los clientes reclamando sus pedidos, perdí el control e hice explotar los artefactos en función. Gracias a Dios, todo éste problema se interpretó como un corto circuito debido a un cable roto de una de las cafeteras. Por desgracia, no era la primera vez que algo como esto me ocurría, y yo ya estaba bajo advertencia, así que fui despedida. Por obvias razones, nadie en mi familia, excepto Cristina, debían enterarse de eso.

-Oh. Me alegro mucho. Tu jefa me agrada bastante, siempre es tan considerada contigo, y además te paga muy bien- Otra mentira. Es cierto que Syra, mi jefa, me tuvo mucha paciencia, pero nunca me dio un buen sueldo. No muchos en la Quinta Colonia podían pagarte un buen sueldo. Claro que tuve que decirle eso a Lou para justificar mi aporte monetario a la casa. Mi abuela debía seguir siendo ignorante de lo que su nieta y sus amigos hacían antes del amanecer.

-Si, ella es muy agradable- Miré con culpabilidad a Cristina, y ella presionó levemente mi pie bajo la mesa en gesto tranquilizador. Agradecía su extraña forma de mostrarme apoyo.

Cuando todos terminamos, nos levantamos y cada quien recogió sus platos. Amy y Ben estaban apunto de emprender una carrera escaleras arriba, pero les recordé que igualmente debían limpiar el sitio donde comieron, después de todo tenían 9 años y era mejor que aprendieran de una vez a ser más acomedidos.

-Kays, Iré arriba a tomar un poco de las monedas que guardo bajo la cama y después nos vamos- Me susurró mi amiga al oído para que nadie escuchara sobre el dinero.

Toda la plata que guardaba bajo su cama, era la que se suponía no teníamos posesión, por esa razón permanecía oculta. Lo que me recordaba que tenía una conversación pendiente con mi amiga acerca de la inesperada adquisición de chocolate, ya que nosotros no nos podíamos dar el lujo de comprar chocolate pues no teníamos el dinero suficiente como para derrocharlo en una simple y carisíma barra.

-Vale, yo aquí espero- Le aseguré

Cristina subió a prisa las escaleras. Todos mis hermanos ya se habían retirado, y mi abuela salió al jardín para sentarse en su silla favorita y tejer un poco. Justo en el momento en que me decidí a sentarme en el viejo e incómodo sillón de una plaza, se escucharon tres golpecitos en la puerta principal. Me dirigí a ésta a toda prisa pensando que podría ser uno de esos paquetes con emisor anónimo que recibía en cada uno de mis cumpleaños. Al abrir la puerta esperaba– con poca ilusión – encontrarme por fin con la persona que me enviaba todos éstos regalos tan útiles, pero como siempre, sólo me topé con una pequeña caja de cartón envuelta en mucho plástico y cinta adhesiva.

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