Capítulo 6 pt. 1

1.8K 116 3
                                    

Que mis padres y mi hermana hubiesen decidido irse ese fin de semana al chalet de unos amigos suyos fue toda una oportunidad para mí, que me quedé sola en casa. ¡Todo un fin de semana! Aquello me sabía a gloria.

Es de ley que si una tiene la casa libre tiene que invitar a las amigas a liarla. Así que eso hice. Quedamos en que cada una traería una cosa para la cena y yo haría pizzas. Me encantaban aquellas noches en las que cenábamos juntas y después rebuscábamos en el minibar hasta encontrar algo que se pudiese beber y que no estuviese caducado.

Era el calentamiento para lo que sería una noche de fiesta, otra vez. Podréis pensar que siempre estamos por ahí emborrachándonos, pero dejadme deciros que se trata del poder del verano. Si puedes, sal a divertirte. Si puedes beber, ya de paso, bebe.

La verdad es que abandonar mi casa fresquita por el aire acondicionado no sonaba muy tentador, pero lo más seguro es que el chico de Mavi, como ya lo llamábamos todas, saliera también por la zona del puerto. Eso quería decir que teníamos que sacrificarnos por el amor de nuestra amiga. Bueno, no era un sacrificio tan grande, está bien. 

Todas me ayudaron a recoger la mesa y dejar la casa aseada. No podía permitirme dejarlo todo manga por hombro y que la faena se acumulara de tal manera que cuando regresaran mis padres se encontraran con una pocilga en vez de con un piso ordenado.

Nuestros bolsos llevaban lo básico: pañuelos, móvil, llaves, tabaco. Solo Cris llevaba su bolso, más grande que el nuestro, lleno de maquillaje. Ella siempre tenía la necesidad de retocárselo. 

—Así que el rubito quiere más de nuestra Mavi—dije yo mientras cerraba la casa y bajábamos las escaleras.

—Tiene nombre. Y no es nada. Solo nos estamos conociendo.

Todas nos miramos con una sonrisa pícara. Sí, solo conocías a alguien hasta que el tema se ponía serio, o todo lo serio que se puede poner teniendo en cuenta cómo soy hoy en día los hombres. Yo no tenía ninguna duda de que Mavi podía conseguir a quien quisiera. Era guapa (aunque, ¿qué voy a decir si es mi amiga?, pero era la verdad) y tenía un cuerpo que ya quisieran muchas. Su problema era que a veces era demasiado seria, no todos los hombres son lo suficientemente hombres como para soportarlo. Pero ella se lo había pasado de lo lindo en la playa tonteando con Joan y él le había pedido el número. Era muy, muy pronto para sacar conclusiones de algo tan inocente, pero supongo que solo hace falta encontrarse con la persona adecuada para que todos tus esquemas se diseñen de nuevo y saque lo mejor de ti.

—Muy majete, pero como te haga algo...

—Vamos en bandada a partirle las piernas—medio bromeó Cris.

—Exacto. Bueno, al menos ya que el ligue de Lilian parece haberse borrado de la faz de la tierra tenemos al tuyo para nutrir nuestras aburridas vidas—comentó Laura con una sonrisa.

Cris y yo encendimos un cigarro cada una. Era salir de fiesta y el vicio me dominaba. Mientras guardaba el paquete de tabaco en el bolso no pude evitar acordarme otra vez de Julio. El comentario de Laura me lo había traído de nuevo a la realidad. Hacía días que no hablábamos. Tampoco es que tuviera necesidad, claro. Siempre me encaprichaba de algún chico, pero luego se me pasaba con la misma rapidez. No me preocupaba que todavía pensara en ese morenazo, aunque fuese para maldecirlo.

El puerto estaba bastante lleno de gente. Esa noche iríamos a uno de los pubs, en vez de ir a la discoteca. Allí estaría Joan, esperando a su amada. El ambiente veraniego era tan bueno, tan contagioso... Las cuatro hicimos cola, tan sonrientes y tan seguras de nosotras mismas que estaba segura de que deslumbrábamos. A lo mejor me estaba pasando, pero por algún motivo esa noche me sentía genial conmigo, estando allí con mis amigas.

Las mentiras del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora