-Capítulo 1-

13 1 0
                                    

Mi nombre es Nova Escontrias tengo 19 años, vivía en México, pero por azares del destino terminé en Denver, Colorado; no soy alguien que acepte enseguida los cambios, las personas me intimidan, me cuesta ser yo misma y hacer amigos, no he llegado a entablar una conversación de más de dos palabras sin tartamudear de nervios; apenas pasé a cuarto semestre, estudio en Lawrence University con demasiado prestigio para mí, pero es una de las mejores universidades del mundo con el mejor programa de arte. Mis padres son Débora y Wayne Escontrias, ambos exitosos empresarios, si los ves tienen una imagen sorprendentemente perfecta, la gente cree que son los padres del año, y si me preguntan a mí, no podría decir lo mismo. Al menos de mi madre no, ella es muy hostil, no muestra ni una gota de amor hacia mí, ni siquiera de preocupación, aunque critica todo lo que hago, no le importa en lo absoluto, se la vive gritándome "eres una inútil", "no sirves para nada", "¡madura ya!", "eres una idiota", "¡Despierta!", porque aún no sé cómo sobrellevar mi vida y eso la enloquece. A veces pienso que quisiera deshacerse de mí, casi nunca está y cuando está es un verdadero infierno; de mi padre si puedo decir que, ha sido ejemplar, aunque algo ausente, se preocupa por mí y cuando puede me defiende de las garras de la leona pero como dije casi no lo veo, últimamente prefiere meterse demasiado en su trabajo, no es del tipo cariñoso-sobreprotector, claro, mientras mi madre no se meta conmigo. No hay vidas perfectas, no podemos tener todo lo que deseamos ¿cierto? Cada uno lidia con sus demonios a su manera y solo intenta vivir a pesar de ello, ser un sobreviviente en este mundo tan ajetreado; no me considero fuerte, aunque tampoco débil, no me gusta generar problemas así que los evado, tal vez eso sea cobardía, o inteligencia si lo ves desde esa perspectiva, pero es la mejor arma blanca que poseo.

En estos momentos solo quería que la escuela durara más, no era mejor estar aquí porque tampoco eran buenos conmigo y en lo que llevaba aquí no lograba hacer ningún amigo, nadie interesado en hacer amistad con la chica tímida e invisible, pero era mucho mejor que estar en mi casa y soportar los gritos de mi querida madre.

La clase continuaba hasta que sonó el timbre indicando que era la hora del almuerzo. No me entusiasmaba mucho, la cafetería era una jungla con fieras salvajes que dictaban donde podías sentarte y donde no, ¿no se supone que eres libre de decidir? Técnicamente es así pero no, aquí no conocen eso. La mayoría de los alumnos son de familia adinerada, sí, aquellos que muchas ocasiones son algo huecos para pensar en la integridad de las demás personas a su alrededor, que creen que el dinero lo es todo. Gran mentira.

Tomé mis cosas y salí del salón, a veces creía que era como un fantasma que vagaba por los pasillos, nadie me notaba excepto si hacía alguna estupidez para darles de que reírse, lo que sucedía todo el tiempo porque ¡vamos! Soy algo torpe. La mayoría del tiempo evito lidiar con el mundo real, porque incluso si me gustaba alguien se armaba la tercera guerra mundial, soy el bicho raro de aquí, una vez se enteraron de que me gustaba Austin Vance, el más popular de la escuela que ni de chiste sabe quién soy, y ¡Dios! Se me armó sin duda una guerra de burlas, insultos y hasta maltratos de parte de las chicas populares que se creen dueñas del lugar y de cada ser que habita la escuela, es decir, de casi todos. Es un verdadero fastidio.

Nunca como en la cafetería porque como dije es un campo de batalla y prefiero evitar los problemas, pero tengo hambre así que debo de comprar algo. En cuanto entré todas las miradas se posaron en mí y no es broma, ja, soy tan diferente que me tienen marcada de pies a cabeza. Decidí ignorarlos como de costumbre y me dirigí a la fila repitiéndome que, en cuanto tuviera mi comida saldría de ahí lo más lejos posible del campo minado. Para mi suerte la fila avanzó velozmente, volteé tan rápido que no me fijé que había alguien justo atrás de mí, por tanto, choqué con él, la típica torpeza de mi parte.

—De verdad lo siento, no me fijé —dije muy apenada. Me agaché a recoger la bolsa que tiré con mi almuerzo, pero fue más rápido que yo. Cuando levanté la vista pude notar que tenía enfrente a un chico que jamás había visto pero era demasiado lindo.

Me quedé embobada hasta que me percaté que también había tirado mis lentes, vio mi intención de recogerlos y los tomó

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Me quedé embobada hasta que me percaté que también había tirado mis lentes, vio mi intención de recogerlos y los tomó.

—Déjame te ayudo—dijo poniéndome los lentes. Sus ojos eran tan azules, tez avellanada, una sonrisa realmente hermosa y era alto, muy alto. Estaba avergonzada que sentí como mi cara comenzó a arder y no sabía qué hacer, tenía todas las miradas en mí.

¡Oh dios!

—Gracias, eh...yo-yo amm lo lamento enserio—. Me di la vuelta para alejarme rápido, pero él tomó mi brazo sutilmente haciéndome parar.

—No huyas, de verdad no te preocupes, los accidentes suelen pasar y no pretendo ser un idiota cómo me imagino que lo son todos aquí contigo—dijo dándome una sonrisa tranquilizadora. Respiré un poco más calmada y no quería hacer el ridículo más de lo que ya.

—Está bien, pero debo irme, detesto estar aquí con todos viéndome—dije cabizbaja. Continúe mi camino y esperaba que aquel chico dejara todo así.

—Espera, déjame acompañarte, soy nuevo aquí y no conozco a nadie, tu pareces ser una chica muy linda y agradable—sonrió amable. Enserio deslumbraba, por un momento me imaginé diciendo que si, por una vez en mi vida un chico ¿se había interesado en mí? Pero sentí ese pánico de nuevo, aunque poniéndome en su lugar él también debe sentirse perdido, digo, yo llevo unas semanas aquí y aún lo sigo estando.

—¿De verdad quieres acompañarme? ¿a mí? —dije muy sorprendida. Me tomó del brazo delicadamente y me guio hasta la salida de la cafetería. Sonreí sin darme cuenta. Nos detuvimos justo en la puerta.

—Verás, siendo honesto si te quería acompañar, pero —hizo una pausa— solo para guiarte hasta la salida, no hay lugar aquí para ti— dijo cruelmente. Fruncí el ceño ante aquella declaración, ¡vaya! Sí que era un gran actor y yo, una gran TONTA.

¡Diablos ___!

—Pero ¿qué?...—no alcancé a decir nada, porque él me empujo rápidamente fuera de ahí provocando que cayera de espalda. Solo escuchaba las risas de todos, sentí como mis ojos se llenaban de lágrimas que apenas me dejaban ver, me levanté y salí corriendo de allí. Me dirigí al jardín, siempre estaba vacío pues a nadie le gustaba estar ahí para mi suerte.

No dejaba de llorar, por actuar como estúpida buena persona y creerle a un completo extraño que solo quería humillarme, para pertenecer a ellos. ¡Claro! Tenía que perderme en esos ojos. Estúpida. Comí después de calmarme y al terminar me preparé para la última clase, ya no soporto más seguir aquí. Pero era mi clase favorita: arte. Ese era mi espacio más cómodo y lo que hacía que todos los malos días valieran la pena.

La escuela acabó y salí lo más rápido posible, sin mirar atrás. Escuché algunas risas y susurros de todos a cada paso que daba. Me apresuré y me detuve un momento para recuperar mi aliento cuando ya me había alejado lo suficiente, sentí las lágrimas venir, por la forma tan cruel en la que me habían engañado, enserio creí que ese chico era mejor que todos ahí, pero creo que prefieren ser seres desalmados a ser comidos vivos por la sociedad estudiantil. Ellos y su maldito estatus quo.

𝑨𝑻𝑹𝑨𝑷𝑨𝑫𝑨 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora