2

495 63 5
                                    

-Er, ¿has visto un sobre verde? Llevo buscándolo hace semanas, era un regalo para mi hermano, él... -Kyungsoo ya no oía, estaba completamente enfrascado en la paleta de colores sobre su zurda-

Si hubiese sido cualquier otra persona, el rostro incómodo de Kyungsoo hubiese sido imposible de ignorar, pero ese no era el caso. Seulgi sabía sobre su aversión al color rojo, ese que a penas podía ver, ese que tenía que ser rápidamente mezclado con los demás, ese, que para mala suerte de Kyungsoo, era un color primario.

-No, no lo he visto -Masculló el muchacho, debido a la fastidiada mueca que dominaba su rostro- Lo buscaré cuando llegue a casa.

Su compañera palmeó su hombro reprimiendo una risa, y negó.

-Aún no sé cómo eres capaz de pintar.

-Es solo pintura.

-Pues dícelo a tu cara.

Y así dos horas pasaron. Los caballetes portando los lienzos, las manos guiando los pinceles y las paletas mezclando pinturas. Todo en clase era muy normal, a excepción el niño de cabellos medianamente largos y rostro adormilado sentado cerca a la puerta del salón.

-¿Quién hubiese pensado que al gran Kyungsoo le gustaban los niños? -Seulgi comenzaba a guardar sus cosas- No, me corrigo. ¿Quién hubiese pensado que a los niños les gustabas? Pobre Innie, tan pequeño y ya tiene malas juntas.

Kyungsoo no dijo nada. Seulgi no sabía nada acerca de Jong In más que una historia ficticia en la que el menor era el hijo de un amigo suyo que hace poco había llegado a la ciudad y necesitaba que alguien cuidase de su niño el tiempo que trabajaba.

Para cuando Kyungsoo se dio cuenta, Jong In y él ya se encontraban bajo un húmedo manto. Una fina lluvia de verano caía limpiamente sobre la plaza minimalista que los salones de clase, los pasadizos encerados y las paredes llenas de publicaciones rodeaban. Su pequeño amigo tenía la lengua afuera con las comisuras de sus labios marcando sus mejillas, como el niño feliz que era.

-¿Kyungsoo?

Jong In y su madre se habían detenido antes de terminar el gran pasadizo que llevaba a la entrada principal del colegio.

-¿Tus padres aún no vienen, pequeño?

Con una mirada indescifrable y un mohín de pura decepción un Kyungsoo de siete años asintió sin dejar de ver las locetas del gran pasadizo.

-Mi hermano no se siente bien y papá está trabajando, así que... Tardarán un poco.

-Ven con nosotros -Dijo Jong In, tomándolo de la mano-

-Está lloviendo, me voy a mojar.

Jong In vio a su madre preocupado, sin saber que hacer, no quería abandonar a Kyungsoo y era claro que éste no saldría aun con un paraguas cubriendo su cabeza.

-¿Te parece si Jong In y yo te hacemos compañía hasta que tu papis lleguen? -Preguntó amablemente la señora Kim-.

La afirmación de Kyungsoo fue inmediata.

Jong In y su madre se sentaron cada uno al lado del niño pintor, sintiendo la fría banca de madera rechinar bajo suyo.

Las cunetas casi alcanzaban su tope gracias a la lluvia y una bonita canción infantil sonaba por toda la escuela.

La mayoría de profesores se hallaban almorzando en la cafetería, mientras otros daban inicio a las clases de reforzamiento o controlaban la entrada y salida de los alumnos.

Pero todo eso parecía un mundo aparte para Kyungsoo, quien miraba la lluvia con un agrio sentir, y para Jong In que lo miraba curioso.

-¿Por qué no te gusta la lluvia? Antes te gustaba.

Jong In recordaba perfectamente el primer recreo de la semana. Habían salido del salón para mojarse un rato como pequeños pichones antes de que la profesora se diese cuenta y los amonestara.

-Jungsoo.

El niño de cabellera larga no entendió. ¿Qué tenía que ver el hermano menor de Kyungsoo con la lluvia?

-Mamá dice que la lluvia enfermó a Jungsoo... Ya no me gusta.

El agarre en la mano de Kyungsoo se volvió firme y Jong In prácticamente lo arrastró hasta las puertas que daban a las canchas de fútbol.

-No, no quiero

-¡Kyungsoo!

-¡No!

Entre el empecinamiento de ambos -su propio tira y afloja- la lluvia empezó a menguar, tal y como la frecuencia de sus latidos lo hizo hasta rozar la desilusión.

-No es divertido si no estás.

Unos pasos adelante, bajo el pedazo de techo sobrante, más allá de las puertas de vidrio, la mano libre de Kyungsoo buscó atrapar algunas gotas en su palma.

Decidido a no ser menos, Jong In avanzó un poco más, dejando que la lluvia besase su rostro en libertad. Y dejando en el olvido cualquier negativa, Kyungsoo inclinó un poco más su torso.

Así, tan rápido como comenzó, la competencia acabó cuando Jong In decidió exponerse completamente, siendo secundado por su mejor amigo.

Las gotas de lluvia recorrieron sus rostros hasta ser saboreadas.

-Es dulce -dijo un sonriente Jong In-.

Bajo una rojiza nariz, una tímida sonrisa fue devuelta por Kyungsoo.
La lluvia no era tan mala si su mejor amigo lo acompañaba. 

A los lejos, la jovial voz de una profesora hacía suyos los parlantes y los pasadizos de la escuela con un anuncio.

<<Do Kyungsoo, tu papá te espera en la entrada>>


-¿Qué?

Jong In volteó curioso, sintiendo la mirada de Kyungsoo en él.

-Nada, recordé algo bobo.

Una vez más el dulzor de la lluvia nuevamente calmaba el inquieto corazón del niño pintor.

Jong In nunca había dejado de tomar su mano.

Amuleto - KaisooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora