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-No te quites el protector.

-Huele feo -dijo mi pequeño amigo, arrugando la nariz- Ya tengo mi gorr-

-Lo sé, lo sé. Pero la gorra no te protegerá lo suficiente. Además dijiste que querías hacer un picnic. Mira, incluso traje una canasta.

Luego de subir algunas empinadas calles y transpirar un poco, al fin estábamos bajo un árbol con buena sombra. Era casi medio día y lo que volvía soportable el intenso calor era amainado gracias a los árboles y el viento que se alzaba minuto tras minuto al igual que las risas de los niños que correteaban por el inmenso parque. Y entretanto, Jong In era quizás el único niño que intentaba rodar sobre el pasto, chocando la lengueta del jockey contra la tierra, fallando a propósito. Si trataba de probar algún punto no iba a funcionar.

-No te quitarás la gorra.

Mi amigo suspiró derrotado y se echó sobre la chamarra que habíamos extendido al llegar.

Un grupo de muchachas pasó cerca, unas yendo por el asfalto y otras saltando traviesamente sobre los varios caminos de piedras improvisados que se formaban alrededor.

Jong In se quedó mirándolas.

-¿Qué tanto miras?

-Hay muchos chanchitos de tierra -comentó vagamente, cambiando su campo de visión por la tierra y el gras- ¿Por qué no tienes novia, Kyung? -rascó con los dedos la tierra- Esas chicas... Como esas chicas.

-Es imposible.

Guardé mis burlas. Esas chicas seguramente estaban esperando a su príncipe azul.

-¿Por qué es imposible?

-Tengo veinte años, la gente podría pensar que soy un... No está bien, In.

-¿Por qué? Kyungsoo es la persona más sensible que conozco, mamá decía que a las chicas les gustan los chicos sensibles.

Jong In no parecía darse cuenta, y si lo hacía no lo mostraba.

No era la primera vez que lo pensaba pero era claro que mi pequeño amigo sabía que había muerto. Si había fustración en su corazón yo no lo sabía, prefería no preguntar por miedo a que se fuese, a que desapareciera. Pero, incluso con el mar sabor de boca que el tema me traía, las palabras tenían que ser liberadas.

-Jong In

-¿Uh?

-¿No deberíamos visitar a tu madre?

Mi amigo no cambió su postura ni tampoco volteó a verme, simplemente se mantuvo escarbando la tierra con sus dedos durante un buen rato.

-¿Puedo comprar un helado?

Las bocina del heladero se hacía oír por todo el parque mientras el carrito iba de un lado a otro.

-Jong In -insistí-

-¿Puedo?

Mi amigo mantenía el brazo estirado para recibir el dinero pero evitaba mi mirada, hacía eso cuando estaba resentido o molesto conmigo.

-No hemos acabado, ¿vale?

Sin importar la causa de su regreso, no podía evitar pensar en sus sentimientos. Seguramente extrañaba a su madre.

La mañana en la que lo había vuelto a ver, Jong In me había sonreído comprensivo e incluso había limpiado mis lágrimas de incrédula felicidad. Te extrañé mucho, había dicho, dándome a entender, con el tiempo, que sabía de su muerte. Pero no más. No dijo más y por un momento mi pecho vaciló, pensé que quizás mi pequeño amigo sabía sobre todo lo acontecido durante sus doce años de ausencia; sin embargo, él no habría mencionado a Jungsoo de ser así.

Jong In se dispuso a correr una vez le entregué unas cuantas monedas pero no logró llegar al carrito. Antes de pisar el asfalto tropezó con el borde del mismo obviando completamente el vasto desnivel entre la tierra y el camino de cemento.

-¡Jong In! -Corrí alarmado hacia él- ¿Estás bien?

Un pequeño sollozo contestó a mi llamado.

El golpe había sido sordo y fuerte, su rodilla derecha se había raspado lo suficiente para lastimar su piel al igual que su frente y su nariz que ahora sangraba.

A pesar de que era algo común que un niño se lastimase, mis ojos no soportaban verlo llorando o sangrando por mínimo que fuese.

-Go go Power Rangers~

El viento se colaba con fuerza por las ventanas del auto, levantando los cabellos del par de niños que iba en los asientos posteriores. Sus risas y cantos alegraban las vísperas de año nuevo dentro del coche de los Kim.

La madre de Jong In conducía por la autopista con mucho cuidado por ser más de las nueve, hora en la que el tránsito pesado ya empezaba a circular.

Los padres de Kyungsoo habían asistido a una importante cena y cuando habían querido llevarlo a casa de sus abuelos, él había llamado a llamado a casa de los Kim. Sus padres lo habían resondrado antes de dejar a Jungsoo, su hijo mayor, en casa de los abuelos y dejar a Kyungsoo con los Kim, no si antes disculparse con la señora Kim por el inconveniente.

Así que ahí estaba el alborotador Kyungsoo, acompañando a su mejor amigo y a la madre de éste a la casa familiar de los Kim, donde muchos de los primos de Jong In los recibirían gustosamente.

-Kyung, te va a gustar. Hay un gran tobogán y-

Kyungsoo no recuerda con claridad. Fue muy rápido. Jong In se vio aturdido por el grito de su madre llamándolo desde el asiento del conductor y pronto un golpe impacto desde atrás salpicando de sangre sus rostros.

Amuleto - KaisooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora