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-Jong In, ¿estás bien?

Como cuando niños, su pequeño amigo y él estaban uno al lado del otro, hablando sobre dulces, el mundo y algunas adivinanzas.

-¿Jong In?

Pero, por primera vez, durante el tiempo que habían pasado juntos, el menor se mantenía lejano. Sus ojos lo observaban brillantes en plena oscuridad y Kyungsoo era capaz de afirmar que su mente se hallaba en otro lugar.

-Jong In, ¿ocurre algo?

-¿Jungsoo me odia?

Sentió su orazón encogerse ante la mirada herida de Jong In.

-¿Por qué piensas eso?

Bajo la luz de la lámpara Jong In le contó lo ocurrido unas horas antes y, cuando terminó, Kyungsoo agradeció que Jong Inno hubiese corrido tras Jungsoo y que éste hubiese huído antes de pensar en cometer alguna estupidez.


-¿Jungsoo?

Estaba confundido. Su hermano estaba frente a él, en su departamento, con maleta en mano y gesto furioso; cuando debería estar en el avión. Rápido e intenso como un suspiro, la sorpresa se veía interrumpida por la dolorosa presión de las manos de Jungsoo envolviendo su cuello.

-¡Maldita seas! ¡Te odio!

Por entonces Kyungsoo no lo sabía. Jungsoo había renunciado a su beca en el extranjero pues su padre le había negado el permiso usándolo como excusaLa desesperación, la impotencia y el enojo habían terminado cegando a Jungsoo. Sin considerar el gran control que su padre siempre había ejercido sobre él, había asumido que su hermano menor, su depresivo hermano mayor, era el problema.

-Jung...Jung...

-¿Cuándo dejaré de ser el reemplazo de Jong In? ¡¿Eh?!

Sin oír quejas, Jungsoo haló de la remera de su hermano, arrastrándolo hasta uno de los sofás, dispuesto a ahorcarlo a pesar de las gruesas lágrimas que lo traicionaban a medida que los segundos pasaban.

-¿Por qué no solo te vas con Jong In? ¡¿Eh?! ¿¡Por qué no solo te mueres y dejas de joderme la vida?! ¡No soy tu niñero! ¡Si quieres hundirte es tu maldito problema, no el mío!

A esas alturas, Kyungsoo se hallaba más que dolido y decepcionado de sí mismo. Las palabras de Jungsoo no era del todo mentira. La muerte de Jong In lohabía afectado más que la muerte de su madre.

Varios años habían pasado desde el accidente, años en los que no había olvidado, años en los que había soportado a duras penas oscuros y pesados periodos depresivos. Sin embargo, en ninguno de esos años, había tratado de reemplazar a Jong In con Jungsoo ni mucho menos sobreponerse al dolor a costa de los sueños de alguien más. ¿Por qué entonces Jungsoo quería lastimarlo?

-Jung... Por favor...

Las personas que lograban verlos por la puerta entreabierta de la entrada terminaban huyendo despavoridas. Kyungsoo sentía que no había escape. Los dedos ajenos rápidamente comenzaban a arder contra su piel, la saliva empezaba a escurrirse por sus labios y su piel se coloreaba violácea. Quería respirar.

Las palabras se desvanecían como su consciencia, y no fue sino hasta poco después de la llegada del guardia de seguridad, gracias al llamado de una vecina, volvió en sí.

Jungsoo había escapado.

Derrumbándose en la soledad, bajo el cuadro más grande y colorido que colgaba en una de las paredes de su buró, ese en el que Jong In había sido retratado por un artista callejero, Kyungsoo cayó en la oscuridad una vez más mientras un pequeño niño hecho de pasta acrílica lo miraba soñador como en sus recuerdos más preciados.

Como deseaba que Jong In estuviese a su lado...


-¿Kyungsoo? -La vocecita del pequeño y real Jong In volvía a insistir- ¿Jungsoo se enojó porque me fui?

Incluso la muerte sabía dulce en palabras de Jong In.

-Mh, puede que...

-¿Puede qué?

-Que Jungsoo haya tenido miedo.

-¿Miedo de mí? Yo nunca le haría daño.

-Lo sé. Es solo que, a veces, cuando amas a alguien, cuando quieres a alguien...

¿Cómo explicarle a un niño?
¿Si quiera valía la pena mentir para no poner como el malo a Jungsoo?

Suspiró.

-Jong In, quizá Jungsoo aún no sabe amar.

No era del todo mentira. Jungsoo se amaba a sí mismo. El recuerdo de las marcas en su cuello se lo había dejado claro.

-¿Y cómo sabes que sabes amar?

-Lo sientes aquí -señaló su pecho - y lo demuestras con actos.

-Te amo, Kyungsoo.

-Yo también te amo, Jong In.

Con una sonrisa en labios y un abrazo de buenas noches cerraron los ojos, uno más tranquilo que el otro.

Al despertar, el vacío daba inicio a la mañana. Jong In ya no estaba, un sobre verde lo reemplazaba en aquel lado de la cama.

 Jong In ya no estaba, un sobre verde lo reemplazaba en aquel lado de la cama

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Las piernas de Kyungsoo lo guiaron como a un zombie hasta el buró. La pintura de su pequeño amigo era iluminada por la luz que se filtraba por entre las cortinas. Extrañamente el  corazón del pintor no se sentía pesado, su llanto no era de tristeza y sus dilemas parecían volverde polvo como su apatía por el rojo.

Amuleto - KaisooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora