El entrenamiento

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Al día siguiente mi padre me levantó, y como si no fuera raro el hizo el desayuno, lo malo es que el no sabe cocinar.

Las papas que debían hervirse y no se como hizo para que se quemaran, la carne aun tenia una textura jugosa y aun tenia un poco de sangre por lo cual también estaba cruda y el jugo de naranja no tenia azúcar.

Mire el plato, luego a mi padre, probe un poco de todo y luego lo miré y me eché a reír un poco, pero no era ok

risa burlona, solo me reí por que era raro, asi que me acerque a mi padre, lo abraze y le dije:

-Mi madre lo hubiera cocinado mejor pero por alguna razón sabe bien.

Entre lágrimas me disculpe por lo que le dije ayer, él me abrazo, despues me soltó y me acarició la cabeza y dijo:

-Un soldado nunca muestra debilidad.

Estuve sorprendido de lo que dijo y solo pude decir:

-¿Qué?

Me dijo que en la habitación me dejo una sorpresa y que me vistiera, fui a mi habitación muy emocionado y sobre mi cama estaba una ropa de cuero que se cubria por una armadura muy delgada de metal, me la puse. No la senti comoda pero le preste poca atención, luego mi padre me llamo desde el jardín de la casa estaba acompañado de los escoltas y puso una variedad de espadas, lanzas, masas, martillos, dagas, y bastones pero no podia escojer de esos ya que el linaje de mi familia no es de magia asi que quise ser como mi padre y tome una lanza. Era muy pesada para un chico de 18 años como yo.

Mi padre le pidió a unos de los escoltas que me atacará pero con precaución. Claro me derribo en el primer ataque,  y mi padre me dijo prueba otra arma, tome el martillo, y por alguna razón cuando iba a atacar el martillo se fue de mis manos y rompí una ventana, y dijo mi padre que probara otra, tome la masa y termine rompiendo un jarron.

Ya se había hecho de noche y mi padre me dijo que descansará que mañana ya sera otro día.

El ultimo esfuerzo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora