El despertar

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¿Dónde estoy? No me puedo mover, me cuesta respirar, ¿quién soy? Necesito salir de aquí, parece una caja de madera.

Ya sé que hacer, la romperé, ¡eso es! Tierra, mucha tierra...

¡Puedo ver el cielo! Estoy en un cementerio y es de noche, la luz de la luna me permite ver. Tengo que ir a otro lugar, tengo mucha hambre. Corro durante mucho tiempo buscando algo que comer. Puedo ver una casa a lo lejos, es pequeña y de madera, una diminuta ventana en la parte inferior proyecta una débil luz, tengo mucha hambre, ¡no lo puedo soportar! Entraré en ella. Rompo la ventana, gritos, veo una mujer con un bebé en sus brazos, pierdo el control y me abalanzo sobre la madre. ¿Qué he hecho? Sangre por todas partes, mis manos están teñidas de un intenso rojo, me quedo un rato contemplándolas.

Un ruido intenso llama mi atención, no puedo soportarlo, ¡necesito que se apague! Miro que hay a mi alrededor. Puedo ver un cuerpo a mi lado, tiene el cráneo partido en dos y el pecho desgarrado, está rodeado de un charco de sangre. Es el cuerpo de la mujer. El ruido continúa, un pequeño bulto descansa en el suelo, de ahí procede el sonido. Me acerco y lo levanto. Tapado entre varias capas de trapos se encuentra un precioso niño de cabello claro y grandes ojos azules. Miro como llora hasta que se queda dormido en mis brazos. De repente comprendo lo que he hecho y una gran angustia sacude mi pecho.

Me despierto cubierto de un sudor frío, el mismo sueño otra vez. Necesito un par de minutos hasta que me adapto a la realidad y consigo tranquilizarme. Desde esa noche han pasado ya veinte años, una cifra insignificante, teniendo en cuenta que para mí el tiempo es un factor intrascendente. Ese día cambió radicalmente mi vida, es mi nacimiento. No recuerdo que era ni que hacía antes de salir de ese ataúd. Desde entonces he tenido que cargar con esa y otras muchas muertes, pero ahora puedo saciar mi hambre de otra forma y contener ese impulso que me lleva a atacar a las personas.

Todo este tiempo he estado aprendiendo sobre mi naturaleza, sin embargo, solo sé cosas que he experimentado yo mismo ya que no he encontrado ningún tipo de información que me indique o aclare que soy. Por otra parte, tampoco he conocido a nadie como yo. Estos veinte años he intentado conocerme mejor a mi mismo y controlar mis impulsos. Sé que para subsistir necesito comer carne sin cocinar y beber sangre, soy incapaz de introducir otro tipo de alimentos. Tengo preferencia por la carne humana, pero también puedo alimentarme de animales. Actualmente sigo una dieta centrada en carne de venado que necesito cazar, ya que la comida que consumo tiene que estar fresca, es decir, necesito consumir carne de animales recién sacrificados.

No estoy orgulloso de lo que soy, en innumerables ocasiones he intentado acabar con mi vida fracasando en todos los intentos. He llegado al punto de creer que soy inmortal, desde que me desperté en ese cementerio mi aspecto no ha cambiado en absoluto y las heridas en mi cuerpo cicatrizan en cuestión de segundos.

Todo este tiempo he estado vagando por este mundo sin saber que esperar de él o de mi mismo.

Desde hace un tiempo vivo en una cueva en medio de un bosque poco frecuentado, alejado de la civilización. Lo peor de ser lo que soy es la soledad que siento. Temo volver a la sociedad y atacar a gente inocente.

Ya es de día, decido dejar la cueva para ir a cazar. Antes me dirijo a un río cercano para refrescar mi cuerpo. El agua fría me despierta y hace que me libere de todos los pensamientos que tanto me angustian. Me tomo un buen rato nadando y contemplando la belleza del paisaje que me rodea. Decidí quedarme en este bosque por la paz que en él se respira, los altos árboles brindan sombra y protección, la hierba cubre el suelo como una tupida y gran alfombra de color verde, pequeños animales y pájaros otorgan una monótona y dulce sinfonía a la escena y el sonido del agua del río la complementa creando un paisaje de ensueño.

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