No me acuerdo cuál fué mi crimen, pero me encontraba en la cárcel. Una carcel no grande sinó tan alta como el árbol de habichuelas mágicas. Eran blancas las paredes, todo era blanco, pero no lograba crear un espacio de paz sinó que me hacían ver todo como monótono.Eran dos torres blancas como la leche, una torre para los hombres, otra para las mujeres. Solo habían dos puentes que unían a las torres y solo habían dos salidas.
La única particularidad de las torres era el gran espacio vacío en el centro de ambas torres, en cada piso la parte del centro se encontraba completamente vacío, así como en los centros comerciales. Sin embargo debido a la infinita cantidad de pisos el inmenso hueco se volvía escalofriante y un gran vértigo se introducía en mí y me oprimía el pecho.
Nuestras horas de aire libre consistían en ir al último piso cubierto de ventanas de vidrio (para que fluyera el sol) y caminar como zombies de manera monotoma hasta que el tiempo mínimo establecido se cumpliera.Sin embargo de ese día en específico nunca me olvidaría.
Una niña de aproximadamente un año se encontraba entre nosotras aprendiendo a caminar, sus rechonchas piernas apenas y la dejaban cumplir con su tarea pero ella fuertemente continuaba, de caía constantemente y cuando lo hacía sus sollozos no habían más que exasperar a todas las presas de libertad. Sin embargo yo sentía algo en la niña, yo sentía un aura oscura y desgastada cubiendola y ese tipo de presentimientos no me hacían muy feliz.
De un pronto a otro la niña se fué acercando al hoyo negro característico de cada uno de los pisos con la exepción de que éste no tenía barandal. Sus rechonchas piernas la iban guiando a su propia muerte, su inocencia no conocía los peligros y la encargada de evitárselos no le importaba. Me dí cuenta en cuanto más se acercaba que algunas otras mujeres se iban dando cuenta de los hechos, es cuando los nervios y el estrés se fueron apoderando de mí. Mi corazón comenzó a palpitar cual tren sin embargo ya era muy tarde. Recuerdo que algunas mujeres alzaron los brazos tratando de recogerla pero no lograron sus objetivos. Escuchamos unos sollozos por más tiempo del que debimos hasta que la bebé llegó al primer piso, hecha pedazos.
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El gato Negro
HorrorUna serie de cuentos o relatos cortos de horror y(o) suspenso. No poseen ningún orden entre sí por lo que pueden leer aquellos cuyo título les llame más la atención. Los temas varían dependiendo de la historia. Poco a poco voy a ir agregándolos a c...