A través de los cristales

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Otra vez he sido despertada por la lluvia, incesante. Es algo que no me desagrada, pero tampoco llega a gustarme. Suele hacer melodías preciosas, sí, es verdad, pero hoy no me siento acorde a ella.
Me he quedado más tiempo de lo habitual en la cama, tapada por sábanas azules y una gran manta de su mismo color. No creo que sea un argumento importante, pero el estampado es bastante infantil.
Me pregunto...¿Cuántas horas han pasado ya? ¿Acaso eso me importa en realidad?
Por si os lo estáis preguntando, no, tampoco tengo reloj.
-Sin prisa Nora...- Cierro los ojos por un largo rato y empiezo a viajar con mi mente, imaginándome a mí misma detrás de  estas finas y huecas paredes grisáceas, hasta que de repente me doy cuenta de algo. Algo que puede parecer absurdo para muchos, pero que para mí podría ser lo más importante que ha pasado en semanas. Ya ha parado, no escucho ni una gota.
Abro los ojos y me incorporo sutilmente, como si la lluvia se fuera a dar cuenta de que he notado su ausencia.
Ya no llueve, pero no es solamente eso, escucho voces que provienen de la calle de enfrente. Parece que alguien está discutiendo con otra persona, pero sólo escucho una voz. No es nada agradable, prefiero que vuelva la lluvia y los calle a los dos.
-¡YA HE TENIDO SUFICIENTE!- Se oye el estruendo de un portazo y a continuación unas pisadas no muy firmes sobre la calzada aún mojada, luego un ligero y doloroso llanto ahogado, seguido del sonido de un coche que frena, la puerta de este se abre y se cierra, por último, el coche se aleja y el silencio vuelve para quedarse durante el resto del día.

En la noche, vuelvo a escuchar a alguien que habla por... ¿una ventana? Eso creo, me imagino que atendiendo una llamada telefónica. Sólo llego a entender algo con claridad, "perdóname".
Su tono de voz es muy dulce, pero grave, así que tiene que ser un hombre de más o menos...
-Veintisiete.- Digo en voz alta.
Y nuevamente vuelve el silencio. Esta vez, para quedarse durante otros largos meses.

Los días son los mismos, a veces llueve y a veces no, pero no he vuelto a escuchar su dulce voz. Realmente no sé porqué me paso tanto tiempo mirando a la ventana sin acercarme a ella. Lo que haría alguien normal es asomarse si siente curiosidad, ¿No?
Te seguiré diciendo que eres mi mejor compañía. Lluvia, no te vayas, acompáñame un poco más.

PerdónameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora