Domingo, 16 de noviembre de 2003- Parte III

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A las once y media, estaba enamorada. Bueno, o tal vez excitada. Y puede que mi percepción se viera ligeramente nublada por un vino tinto ridículamente caro y una copa de brandi.

Liam había quedado conmigo en el centro de la ciudad a las ocho y cuando llegó parecía aún menos un portero, a pesar del hecho de volver a llevar puesto un traje. Este tenía un corte maravilloso, la chaqueta se le ajustaba imperceptiblemente sobre los bíceps y llevaba una camisa oscura debajo. Su cabello corto y castaño todavía estaba un poco húmedo. Me besó en la mejilla y me ofreció el brazo.

Mientras esperábamos a que trajeran la comida, me habló del destino. Me cogió la mano y pasó el pulgar sobre el reverso suavemente, mientras explicaba que había estado a punto de no llegar a conocerme, que el fin de semana anterior a Halloween se suponía que era el último día que trabajaba en el River, que solo había accedido a hacer aquellos turnos de más para echarle una mano al dueño, que era un buen amigo suyo.

—Podría no haberte conocido nunca —dijo.

—Pero lo has hecho y aquí estamos. —Alcé la copa de vino hacia él y bebí un sorbo tras brindar por el futuro, por lo que había por delante.

Mucho más tarde, nos fuimos del restaurante y salimos al gélido aire. Soplaba un fuerte viento cuando llegamos a la cola de los taxi de Penny Street. Liam se quitó la chaqueta del traje y me la deslizó sobre los hombros. Olía a calidez y un poco a él, a la colonia que usaba. Introduje los brazos en las mangas y noté el forro de seda sobre mi piel desnuda, su calor y lo pequeña y segura que me sentía dentro de aquel espacio. A pesar de ello, los dientes me castañeteaban.

—Ven aquí, estás temblando —dijo, y me atrajo hacia él para frotarme la espalda y los brazos suavemente. Mi cabeza, pesada por el vino y demasiadas noches largas, anidó en su hombro. Podría haberme quedado así, apoyada en él, para siempre.

—Eres cómodo.

—Qué bien —dijo él. Se quedó callado y añadió—: Tengo que decirte que estás increíblemente sexy con ese minivestido negro y mi chaqueta.

Levanté la cabeza y su beso fue sutil, como el resto de él; el más leve roce de sus labios con los míos. Me puso la mano en la mejilla y me la sostuvo, con mi pelo entre sus dedos. Intenté interpretar su expresión, pero estaba oscuro y su rostro estaba en las sombras.

Entonces apareció un taxi y él me abrió la puerta.

—A Queens Road, por favor —dije. Cerró la puerta detrás de mí y bajé la ventanilla—. ¿No vienes?

Él sacudió la cabeza con una sonrisa.

—Necesitas dormir, mañana trabajas. Te veré pronto.

Antes de que me diera tiempo a responder, el taxi arrancó a toda velocidad.

No sabía si estaba completamente enamorada de él o un poco decepcionada. Hasta que llegué a casa, no me di cuenta de que llevaba puesta su chaqueta.

En el rincón más oscuro| Liam Payne {Adaptación}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora