Martes, 18 de noviembre del 2003

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A la mañana siguiente se vistió y se fue antes de que la alarma del reloj me despertara a las siete.

Normalmente, la ducha era lo único que de verdad me despertaba y pasé de la maravillosa calidez soñolienta tras haber tenido una noche de sexo realmente buena a sentirme mal, con el estómago revuelto, como si me hubiera emborrachado un poco y, en cierto modo, me hubiera portado mal.

No lo había hecho, por supuesto, la noche anterior no había bebido nada en absoluto; podía recordar cada uno de los deliciosos detalles del sexo que había practicado durante la mayor parte de las horas de oscuridad. Pero aun así, bajo el calor purificante de la ducha, mientras el aroma familiar del champú y del jabón, me llevaban de vuelta a la vida normal, no conseguía desembarazarme de la primera parte de la noche. ¿De qué coño iba todo aquello?

Me obligué a ponerme a trabajar y me abrí paso entre unas cuantas tareas que tenía pendientes hacía tiempo, intentando alejar de mi mente el cansancio fruto de la falta de sueño y el exceso de sexo. Justo cuando casi había logrado quitármelo de la cabeza, mi teléfono zumbó sobre la mesa con un mensaje de texto.

«Siento lo de anoche. No he causado muy buena impresión. ¿Me perdonas?».

Dejé el teléfono sobre la mesa un rato y reflexioné sobre la respuesta. Si cerraba los ojos un segundo, podía ver su rostro sobre la almohada, a mi lado, la luz de la lámpara de la mesilla, su cabello castaño y aquellos ojos marrón oscuro que me miraban con una expresión que yo no alcanzaba a comprender. Y el moretón alrededor de su ojo, hinchándose bajo la ceja y la piel cortada. Y la cuestión era que, a pesar de todo aquello, estaba sonriendo.

«Está bien».

Observé mi respuesta durante unos minutos, pensando en qué más quería decir.

¿«Está bien, no te preocupes, no te cortes en aparecer en el estado que te dé la gana»?

¿«Está bien, gracias por venir»? ¿«Está bien, al menos la parte del sexo lo estuvo, el resto no lo tengo muy claro»?

Al final presioné la tecla de retroceso, borré mi respuesta y no le respondí al mensaje. Como mi profesor de inglés solía decirme: «Si no sabes qué decir, no digas nada».

:M5b!

En el rincón más oscuro| Liam Payne {Adaptación}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora