Isaí Claribel I

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Podía ver mi vida consumirse lentamente, me sentía como si estuviera en el interior de un enorme reloj de arena que poco a poco me arrastraba hasta el fondo del mismo, tenía la impresión que solo estaba esperando el momento exacto en que la última gota de mi existencia desapareciera. El inevitable flujo del tiempo que ejercía sobre el mundo se encargaría de borrar todo rastro que dejara. Finalmente me convertiría en la nada, en una existencia meramente referencial a través de los registros.

Veía cada vez más difícil encontrar una mujer con la cual pasar el resto de mis días y aún más difícil un futuro en donde tuviera una familia a la cual heredar mis experiencias.

Por otra parte si que podía imaginarme a futuras generaciones de mi familia preguntar un buen día durante la cena «¿Recuerdan a su tío Isaí? » los niños negaran con la cabeza naturalmente y entonces responderán «Pues no sean como el, un inadaptado, solitario y holgazán. » después de eso probablemente terminarían de cenar, siguiendo sus vidas como siempre.

No me molestaba que eso fuera cierto, nunca fui buen conversador, siempre preferí guardar mis comentarios aun cuando pensaba que podían ser acertados.

Silencioso.

Era la palabra con la que me describían constantemente.

Raro

Acompañada usualmente con la primera descripción.

Y no podía estar más de acuerdo con ellos. Estaba consciente de mi propias características, no anhelaba cambiar y mis deseos iban hacía otros derroteros.

Solamente quería vivir sin ninguna contrariedad o complicación.

Y tal vez ese deseo me llevo a no entrar a ninguna universidad después de graduarme. Aunque eso mi madre no lo sabe, de hecho no sabe muchas cosas de mí. No por falta de interés sino por mi propia culpa.

Imprimiendo boletas falsas la hacía creer que estaba por entrar al tercer semestre.

Me sentía culpable pero me sentía tan a gusto fuera de las aulas. Lamentablemente, este año sería diferente, no podía seguir engañándola a ella y a mí mismo toda mi vida. Así que decidí inscribirme a la universidad tecnológica de Anarahua, no era problema pasar el examen de admisión en ella o eso era lo que siempre comentaban en la preparatoria «Si no entras en el Tec de Anarahua es porque eres un inútil de primera» decían.

Aún no estaba muy seguro de que carrera elegir, pero daba igual, solo quería estudiar algo. Tal vez salir de casa podía ayudarme a despejar la mente.

La noche llegó como todos los días y con ello mi renuencia a cerrar los ojos.

Dormir era una tortura para mí.

Mis desvelos me causaban un letargo durante el día por lo que durante la noche ya tenía energías de nuevo, era un ciclo enfermizo pero no podía evitarlo.

Eran tal vez mas de las 3 de la mañana cuando caí profundamente dormido.

—¿Puedes escucharme?

Me pregunto una voz suave y lejana que no parecía venir de algún lugar en específico.

—Abre los ojos.

Obedecí inconscientemente las ordenes de aquella voz, la oscuridad desapareció ante una intensa luz cegadora.

Estaba acostado sobre un gran campo de flores de distintos colores, rojas, azules, amarillas y rosas eran las que podía contar desde mi posición, nunca había visto esa clase de flores pero tampoco es que fuera un experto en botánica, pero algo podía asegurar y es que eran una de las flores más coloridas y bellas que había visto.

Los cielos parecían una obra de arte, nubes de un azul brillante sobre un cielo violeta cubierto bajo un manto de estrellas destellantes donde era posible ver constelaciones enteras. Una luna enorme que parecía estar por chocar sobre la tierra acompañaba ese onírico paisaje en el que me encontraba.

Intimidado por aquella luna de tamaño colosal y esos cielos de fantasía pero al mismo atraído por la belleza de las flores y las infinitas estrellas sobre mí.

Era un sueño diferente como nunca antes lo había vivido, había leído sobre ellos pero en mi mundo solo existían pesadillas y sueños vagos sobre cosas que es mejor no recordar.

Por razones que desconocía unas incontenibles ganas de llorar nacieron en mí, me sentía tan fascinado y confundido que la cabeza me daba vueltas y no quería levantarme del suelo.

Con mis manos tome un poco de tierra sintiendo la humedad y el tacto de la misma, toque las flores con esos pétalos delicados y suaves, tenían un aroma adictivo, una fragancia intensa y dulce.

—Tu mundo está a punto de cambiar.

La misma voz que me había despertado había vuelto hablar.

—El viento sopla hacia una sola dirección.

Su voz parecía un suave susurro en mi oído.

—Los cielos enrojecerán y la lluvia mortal sobre nosotros caerá, todo está escrito, todo está dicho

A pesar de lo confortable de su voz el significado de sus palabras no parecía especialmente alegre

—He esperado por ti en este solitario campo... finalmente nos hemos encontrado."

—¿Quién eres? — Pregunté sin saber a quién o con que me comunicaba.

—El mundo se hará cada vez más pequeño, el cielo cada día más oscuro, los ríos se teñirán de rojo y los rugidos celestiales no darán descanso en la tierra. No podemos evitar que ocurra pero podemos preparar al mundo para este nuevo paradigma. Nuestro Dios te ha brindado un poco de su gracia. No lo desperdicies.

Un fuerte viento soplo las flores haciéndolas flotar en el aire, miles de flores multicolores se elevaban hacia lo alto de aquel cielo sideral.

Desperté sin sobresaltos por primera vez en mi vida, solamente abrí los ojos para encontrarme nuevamente en la seguridad de mi habitación, podía sentir la textura suave de mis sabanas, podía vislumbrar la luz verde de encendido del aire acondicionado, el revoltijo de ropa sucia en un rincón y oler el ligero aroma del pan dulce que había dejado a medio comer sobre la mesita de noche a lado de mi cama.

Todo estaba como debería, nada había cambiado, buscando a tientas la lámpara de mano entre mis sabanas y mi libreta que había arrojado al suelo antes de dormir.

Escribí una nueva entrada en mi libreta escribiendo acerca de mi sueño como dictaba mi rutina.

La luz del sol iluminaba el cuarto con intensidad para cuando termine de escribir.

Estaba intrigado por el extraño sueño que había experimentado.

Era diferente, parecía un mensaje directo hacía mí.

No, definitivamente lo era.


Un mundo fragmentado: El rincón de los sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora