Isaí Claribel II

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El sol brillaba con fuerza e intensidad, el calor se sentía sofocante, el aire acondicionado se había descompuesto y el ventilador solo soplaba aire cálido e irritante.

Había dormido muy poco, una pesadilla me espantó por completo el sueño, me mantuve despierto hasta que salió el sol.

El verano había llegado trayendo consigo las albercas hinchables en los patios y las familias asando carnes alegremente mientras conversaban de temas triviales.

Desde la sala podía escuchar las risas de mis vecinos y eso en cierta me reconfortaba, me hacía sentir seguro y menos solo.

Observé la papeleta de inscripción a la universidad con desanimo, las inscripciones empezaban hoy pero realmente no tenía muchas intenciones de salir de casa, según la información de la misma tendría toda la semana para hacerlo.

Pensé en hacerlo mañana, no me sentía muy bien para salir a la calle, me gustaba más ver el ajetreado e impredecible mundo exterior desde la seguridad y el confort del interior de mi casa, desde la ventana, siendo parte del escenario, irrelevante y oculto a la vista.

A veces deseaba que el sol no dejara de brillar, prefería escuchar las risas de mis vecinos aunque por momentos me irritara, eran entrañables a su manera.

Mi casa no era muy grande y no tenía mucho que hacer, mis días se limitaban a la lectura de alguna novela o libros de psicología.

Albert Bandura habla del aprendizaje social, y esta dice que el entorno influye en los seres humanos, una búsqueda de una recompensa positiva motiva la conducta de los mismos. Sí tuviera un entorno alegre podría contagiarme del mismo e intentar adoptar una conducta similar.

Somos capaces de prever cosas a partir de lo que les pasa a otros, del mismo modo en el que el hecho de vivir en un medio social nos hace plantearnos ciertos objetivos de aprendizaje y no otros.

Por lo que respecta a nuestro papel como aprendices, está claro: no somos ni dioses autosuficientes ni autómatas.

Y tengo la esperanza que algo dentro de mí me haga sentir confiado de creer en otras personas y sobre todo en mí mismo.

Dejar de ser una cascara vacía.

Sentado en un sillón contemple el cielo grisáceo que siempre parecía cubrir el centro de Anarahua fuera de esa zona el cielo seguía tan azul como siempre, la podredumbre se amotinaba en el centro concentrando los tóxicos vientos industriales en la zona más culpable de la misma.

Era un paisaje triste, pero reflexivo en todo caso.

Mis ojos se cerraban lentamente, pasar la noche en vela me estaba pasando factura, sentía como mi cuerpo se relajaba, como dejándose llevar por una corriente refrescante. Solo tenía que cerrar los ojos y olvidarlo todo.

Y así lo hice.

Desperté en lo que parecía ser un campo inmenso repleto de flores de distintos y llamativos colores, estas se levantaban y se mecían con el viento, un gran árbol se erigía delante de mí con un frondoso y verde follaje, su tronco robusto y sus cientos de ramas imponían cierto respeto, me hacía sentir diminuto con solo verlo.

Alcé mi mirada al cielo, este tenía un aspecto entre amarillento y anaranjado con millones de estrellas adornando el firmamento, una gigantesca luna se alzaba sobre mi cabeza, parecía tan cercana que me daba la impresión de poder tocarla con solo alzar la mano.

—¿Crees que la salvación puede llegar a todas las personas? —Preguntó una voz incorpórea en ningún lado. —¿Podrías perdonar a un asesino en serie? ¿Podrías brindarle amor a un niño que asesino a sus padres y hermanos? ¿Olvidarías el dolor sufrido por una violación y seguir tu vida perdonando a quien lo hizo? Eso pensé—Se respondió a si misma como si fuera capaz de leer mi mente. —¿No crees que la vida es muy simple? Matar o morir son las bases de la sociedad disfrazadas en leyes, economías, justicia y creencias. Por más que lo pienses parece que todas las respuestas indican lo mismo, no hay lugar para el perdón, al amor verdadero y la felicidad perpetua e incluso aunque las consigas el influjo del tiempo actuara contra ti y te lo arrebatara de cualquier forma. Es inevitable sufrir, llorar, morir... y sin embargo la esperanza permanece. ¿Preferirías esperar tu muerte? O ¿haría el esfuerzo necesario para matar a tu enemigo?

Un mundo fragmentado: El rincón de los sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora