Capítulo 3

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—El otro día mamá me dijo que soy muy arisco —comentó Harry un día mientras estábamos jugando videojuegos en el sofá—. ¿Eso es cierto? ¿De verdad soy así?

Asentí con la cabeza con la mente más concentrada en lo que pasaba en la pantalla que otra cosa.

—Sí.

Pero a él no le gustó mi respuesta.

—¡Es mi personalidad!

Me encogí de hombros.

—Lo sé, Harrry, y no me quejo —me enfoqué más en los controles y menos en lo que él decía, por lo que dejé de participar tanto en la conversación.

—¿Me estás escuchando, Louis?

—Sí, claro —dije volviendo en mí mismo—. Por supuesto.

—¿Crees que está mal que sea así?

Fruncí el ceño. ¿Desde cuándo le importaba lo que los demás opinaran de él? ¿Por qué debía importarle?

Y, siquiera, ¿por qué me lo preguntaba a mí?

—Yo ya me acostumbré.

Escuché un quejido salir de su garganta.

—¡Haces que me sienta mal, Louis!

—¡No tienes por qué! —sonreí de lado, divertido de toda aquella conversación.

—Tú eres suave y eso no está mal; yo me acostumbré. Es lo mismo, ¿no?

Pausé el juego, pasando a verle la cara. Él se veía concentrado, como si todo aquello fuera demasiado importante y trascendental, y yo no podía dar crédito a mis ojos y oídos.

—¿A qué te refieres con que soy suave?

Sacudió la cabeza.

—No literalmente, genio, sino como, eh, tu personalidad, ¿ves? Es como que tu personalidad es tan suave que ablandas a los demás —Abrí la boca, impresionado, y él me miró como si no comprendiera mi desconcierto—. ¿Qué?

—Nada —me encogí de hombros, sonreí, intentando aligerar el ambiente, y di pause a mi control de juego, haciendo que se reanudara la partida—. Que debí haber grabado esto; sólo eso.


Nunca entenderé a esa gente que se queja de ser demasiado sensible. Es mejor sentir demasiadas cosas a no poder sentir nada —cuando esto ocurre, te preguntas si en realidad es así porque estás muerto por dentro. A veces sentía que la vida pasaba frente a mis ojos, que no comprendía lo esencial, que estaba perdiéndome de algo importante. Quizá por eso era que me gustaba tanto estar con Montserrat, Annel y Harry; ellos eran artistas —al menos, desde mi perspectiva— y, si bien no todo lo que hacían era arte o conmovedor, la mayoría de las veces, con cosas mínimas y simples podían hacerte sentir algo.

Bien, lo admito, yo no siempre sentía algo, pero me gustaba al menos estar cerca de ellos. Quizá no podía disfrutar por completo las piezas que ellos sí, pero podía encontrar belleza en ellas, podía admirarlas y, aunque esto no era lo ideal, por lo menos era algo.

Siendo honesto, antes los odiaba. A todos. Eran tan artísticos sensibles ante todo lo que pudiera conmoverte que me provocaba insultarlos, pero sabía que en realidad mi odio no estaba dirigido hacia ellos. Tampoco estaba dirigido hacia mí; sabía que no era mi culpa. Yo quería que el arte me conmoviera de la misma forma que a ellos, pero simplemente no lo hacía y sabía que no era a propósito; son cosas que suceden o que, como en este caso, no suceden, y ya.

Montse y Annel dibujaban. Lo hacían desde hacía años, más que todo dibujos yaoi, ya que habían descubierto que les gustaba y, si bien al principio a Harry y a mí nos había parecido extraño, ya nos habíamos acostumbrado a ello. Incluso, de hecho, podría decir que me gustaban. Me parecían lindos, como opinaba Harry. O quizá un poco más que lindos —me parecían hermosos. Podía encontrar belleza en ellos, podían hacerme sentir algo con verlos.

Me sucedía igual con la música clásica que ahora le gustaba a Melanie. Era hermosa y a veces lograba incluso hacerme llorar, reír, sonreír.

Pero... la poesía...

Era como un reto para mí.

El mayor de todos.

Y quería poder superarlo.

Quería poder sentir algo cuando la leía.

Y no descansaría hasta lograrlo.


La semana siguiente, Harry y yo actuamos como siempre. No hubo nada raro entre nosotros, por suerte, como temía que podría ocurrir. A veces me parecía que Montserrat y Annel murmuraban cosas entre sí con más frecuencia que antes y, específicamente, que esto se daba cuando Harry y yo interactuábamos o bromeábamos sobre cualquier tontería, como acostumbrábamos hacer.

Sin embargo, no le di importancia.

Aunque, más adelante, entendí que debí hacerlo.

En la tarde, fuimos al cine. Estaban estrenando una película de superhéroes, que era básicamente la moda por esos días y, al salir, nos encontramos con que una señora estaba señalando a un chico y burlándose de él por ser gay, cosa que, si bien me enojó, hizo que pensara en algo con rapidez.

—¿Oh, en serio, señora? —dije acercándome a ella—. Yo también soy homosexual; soy cien por ciento gay, y con mucho orgullo. ¿También tiene algo que decirme a mí?

—Pe-pero... —titubeó la señora.

—Si es así, si tiene algún insulto para intentar ofenderme, por favor, dígamelo a la cara —La vi palidecer y apretar las manos en puños—. Es que no entiendo por qué se enoja —dije encogiéndome de hombros con inocencia—. Le estoy diciendo que soy gay y que puede ofenderme todo lo que quiera, pero que tenga la valentía de decírmelo de frente —No hizo nada; estaba en shock—. Si lo insultó a él, ¿por qué no lo hace conmigo? ¿Por qué no me ofende y me dice todo lo que tiene? Estoy esperando, señora, por favor, no me deje en el aire, que da la impresión de que se acobardó.

Alguna que otra persona que miraba la escena rio por lo bajo, viendo la actitud de la señora, tan pusilánime, y la mía tan insolente. Ella se rindió, retirándose, y Harry se pegó un poco más a mí, hablando en voz baja, para que los demás no oyeran.

—Por cosas como estas es que me gustas tanto, porque eres una persona noble y siempre preocupada por los demás.

—¿Te gusto? —Alcé una ceja con diversión.

—¿En serio fue lo único que escuchaste de todo lo que te dije?

Solté una risa.

—No puedes culparme...

—Eres tan gay —comentó ladeando la cabeza con una sonrisa en el rostro.

—¿Tendrías algún problema con eso?

Me besó la mejilla, haciendo que riera un poco más.

—Sería el primero en apoyarte, chico bonito, el primero.



[N/A: Holis <3

Gracias por leer y comentar <3]

Homely [Larry] #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora