Prólogo

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Finalmente pregunté algo que había estado queriendo saber desde hacía bastante tiempo.

—¿Qué opinas de los dibujos que hacen las chicas, Harry? —inquirí—. ¿No te parecen raros?

—¿Porque son sobre homosexuales? —respondió sin inmutarse, como si hubiera estado esperando mi pregunta. Asentí con la cabeza apenado; no quería que pensara que era homofóbico, solo tenía curiosidad por saber su opinión—. Me parecen lindos.

Tragué saliva. Me concentré en el juego. No hablé durante unos minutos; no sabía qué decir.

—¿No te parecen lindos? —preguntó.

Bufé, rascándome la cabeza.

—No se trata de que no sean lindos, la cosa es que me parece raro...

—Que sea de dos hombres —interrumpió y terminó la frase. Su vista siguió fija en la pantalla, como si no le costara el más mínimo esfuerzo hablar y concentrarse en el maldito juego que me tenía sudando y con los nervios de punta—. ¿Me equivoco?

—No —admití apenado—. Iré a buscar más agua.

Al regresar y verme, sonrió y comenzó a hablar.

—Me alegra que a las chicas les gusten dibujar esas cosas. Nos ayuda, ¿sabes? a no ser de mente cerrada.

Asentí con la cabeza. Tenía razón. Ver cosas distintas ayudaba a ampliar la capacidad de comprensión, a tener un punto de vista distinto de todo.

—¿No opinas que...? —comencé, pero bufó con violencia, acallándome.

—Ni te atrevas a preguntarme si me parece que está mal, Louis —su voz sonaba enojada—. Nunca podría parecerme mal cuando se trata de amar a alguien.

—¿Lo ves así?

—Es así —soltó una risa amarga—. Es igual a cualquier otra pareja, cualquier otro par de personas que se aman. No entiendo por qué debería ser tratado o visto como algo diferente; es el mismo amor.

Me distraje al intentar tomar más agua y terminé mandando a mi personaje directo a la muerte. Bufé con frustración, solté el control y me moví hasta la cama. Me acosté y dirigí mi vista a la pantalla. Harry seguía jugando con la misma concentración y agilidad que siempre. Sonreí de lado, envidiando el hecho de que fuera tan bueno en todo, y mi vista se detuvo en su rostro.

Tenía ojos verdes, labios rosados, piel llena de pecas y el cabello marrón chocolate enrulado. No era muy alto, pero tampoco era tan bajo; era aproximadamente de mi estatura. No era la persona más musculosa del mundo, pero tampoco era tan flacucho –podría decirse que estaba bien, era un promedio, un chico normal.

Podría decirse que era... ¿atractivo?

Nunca había visto de esa forma a ningún chico y, la verdad, se me hacía raro siquiera intentarlo, pero si me hubieran preguntado si Harry era atractivo, habría dicho que sí.

O guapo.

O lindo, como él llamaba a los dibujos que hacían las chicas.

—Deja de verme así, eh —comentó de la nada, sacándome de mi ensimismamiento—. No eres mi tipo. Te lo advierto de una vez.

Solté una carcajada.

—Tranquilo, idiota, tú tampoco eres mi tipo.

Un silencio se extendió entre nosotros un momento y comencé a dormirme.

—Sería genial.

—¿Qué? —pregunté somnoliento—. ¿Que estuviéramos juntos?

—Eres tan idiota que a veces me pregunto cómo es que somos amigos.

Rodé los ojos y volví a cerrar los ojos, dejándome caer en el sueño.

—Tú eres más idiota —gruñí.

Rió y me lanzó una almohada. Comencé a volver a quedarme dormido, pero aún así alcancé a escucharlo.

—Sería genial que la gente dejara de juzgar a los demás por tener otros gustos —suspiró—. Que dejaran de juzgarlos por ser diferentes.

Me dormí.

Sería genial que más personas pensaran como tú.



Homely [Larry] #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora