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CAPITULO 6

Queens - 9:00 a.m.

El sol había salido de su escondite; Peter se despertó por la luz que se filtraba por su ventana. Ya era costumbre no cerrar las cortinas la noche anterior, el sol le ayudaba a levantarse. Ahora que estaba en vacaciones eso no era muy útil.
Peter recordó la carta que Banner la había entregado y la cita que tenía. Mentalizado en eso, volvió a leer el papel varias veces, memorizó la dirección y la buscó por internet para estar bien seguro de a dónde debía ir. Hasta buscó fotos para poder ubicarse en caso de necesitarlo. Sabía que el profesor Banner no lo guiaría hacia ningún peligro, pero ser precavido nunca estaba de más.
Habiendo terminado su investigación, bajó por las escaleras sin hacer demasiado ruido para no despertar a la Tía May. Caminó hasta la cocina de manera muy meticulosa hasta llegar a la heladera. Suspiró al saber que llegó con éxito hasta ahí y sacó el sachet de yogurt. Tomó un vaso del lavavajillas que estaba a su izquierda sirviéndose. Cuando se da vuelta una señora de cabello plateado con su largo pijama color amarillo patito estaba parada frente a él.
-¿Peter? ¿Qué haces despierto tan temprano?
-¡Tia May! ¿Yo? ah, amm... yo estaba... estaba... ¿tú que haces despierta a esta hora?
-Siempre me levanto en este horario... por lo que me sorprende verte despierto...
-Yo... voy a ver a... a un amigo. Seh, eso es... teníamos tarea que hacer, así que... -Peter comenzó a caminar hacia la puerta que se encontraba metros atrás de Tia May, sin quitarle la vista ni un segundo. 
-¿Con tu amigo de traje rojo? 
-¿Deadp-digo... Wade? No, con otro. Él no es mi amigo es... complicado.
-Oh... bueno... Pero espera  ¿Tarea? ¿En vacaciones? ¿No me estarás ocultando algo verdad, Peter?
-¿Q-qué? ¿Yo? N-naaah, que paranoica eres, Tía. Así que... yo... ¡m-me voy! ¡Adios Tia May! -Peter sale y cierra la puerta.
-Hm. Que chico tan extraño.  

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En el otro lado de la ciudad un Deadpool muy cansado, y lleno, dormía en un knock out alimenticio sobre la mesa de un restaurante mexicano de todo lo que pueda comer.
Al acercarse la noche, Wade pudo ser despertado finalmente por los cansados empleados, quienes estaba apurados por irse a sus casas, llegaron a pensar que el hombre recostado en la mesa estaba muerto.
-Ugh... discúlpeme, su comida es tan buena que no pude evitar caer en coma.
-Es basura frita, señor -le dijo la mesera del lugar.
-La mejor de todas... -Wade se puso de pie, pagó por todo lo que había comido y destruido, y salió de allí.

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Tras haber caminado varias cuadras, el joven arácnido llego a una esquina en la que la luz comenzaba a disiparse debido a la gigantesca autopista que había encima. Grande, pesada, estoica y fría, justo como una carretera en la gran ciudad de Nueva York debía ser. Apoyó la espalda contra la pared y sacó una botella de agua de la mochila. Sintió un gran alivio. Él sabía que si iba usando sus habilidades heroicas para llegar hasta allí el sol lo habria cocinado vivo. Se volvió muy inestable desde aquel conflicto cósmico. Y él aun lo recuerda como si hubiera sido ayer. Pero sabía que si no se hubiera sacrificado en aquel entonces cuando Thanos tenía en sus manos al Capitán Rogers, nadie más lo habría hecho. Sirvió de distracción para que Stark, Thor y Hulk le dieran el golpe definitivo a aquel gigantesco rufián, quién lanzó una fuerte ráfaga de calor contra nuestro amigable vecino. Jamás lo olvidará, él ni el clan completo de Los Vengadores.

Perdido en sus recuerdos, el joven arácnido se distrajo más de lo que le hubiese acordado. El viejo y confiable reloj de pulsera que el tío Ben le había regalado en uno de sus cumpleaños llevaba unos minutos de estar sonando. Peter se había puesto una alarma con la hora que Banner le había fijado para la reunión pero al parecer esta no había servido de mucho. Por primera vez en mucho tiempo, el joven arácnido se sentía como si estuviese llegando tarde a clase y estuviese a punto de recibir un castigo por ello.
Sin más pensarlo siguió caminando por la calle debajo de la inmensa autopista.
-¡Pst! ¿Oye, tú...? –El hombre no llego ni a poner un dedo sobre el muchacho que este le sujeto la mano, lo subió por encima suyo y cayo rápidamente sobre el frio pabellón. Su sentido arácnido aun lo conservaba intacto. El hombre en el piso se retorcía del dolor, repitiendo constantemente el dolor que sintió en la espalda.

FORBIDDEN WAR [STONY & SPIDEYPOOL]Where stories live. Discover now