La promesa

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Había dos cosas contra las que no podía luchar; el tiempo y mi amor por Allen. 

Hubo muchas cosas que Allen me pidió lo ayudara a hacer antes de el final, sin embargo mi cuerpo escuálido y el mal clima me impidieron cumplir gran parte de ellos. No pude llevarlo a nadar, no pudimos dar una caminata entre montones de hojas secas en otoño, no pudimos aprender a bailar juntos, pero si pude llevarlo escaleras abajo para que interpretara una última canción para mí. Pasé su brazo sobre mis hombros e intentando no caer nos deslizamos escaleras abajo, nos tomó casi diez minutos llegar al piano en donde lo hice sentarme rápidamente. Abrí la tapa del piano por él y me senté a su lado con media sonrisa en mi rostro. Las primeras notas danzaron suaves en mis oídos, un escalofrío recorrió mi piel, los bellos de mi cuerpo se erizaron y sentí mis entrañas tornarse pesadas. Rápidamente reconocí la melodía, una versión lenta de Fur Elise, tan lenta que las notas se arrastraban en el aire antes de llenar la casa con tan dulce melodía. 

Repitió las notas una y otra y otra vez, aumentando la velocidad cada vez más, comenzando a sudar y respirar entre jadeos, aferrándose a su última interpretación. Mi mandíbula se tensaba cada vez más conteniendo el deseo de sujetar sus manos y obligarlo a detenerse, pero mi corazón me decía a gritos que debería grabar aquel momento en mí antes de que las lágrimas se desbordaran y me impidieran pensar en alguna otra cosa. 

Una vez dejó caer todo su peso en la última nota sosteniéndola por varios segundos estalló en carcajadas que solo consiguieron ponerme nervioso. Lo sujeté una vez más y lo llevé escaleras arriba. 

~*~

Luego de su última interpretación de piano durmió por tres horas en las cuales solo sonaron sus carcajadas dentro de mi cabeza. Sin saber la razón comencé a reír también haciéndolo salir de su profundo sueño. Levantó su cabeza y la agitó ligeramente para apartar sus blanquecinos cabellos de sus ojos. Me miró y sonrió, su sonrisa fue el último golpe que necesitaba para derrumbarme. Las lágrimas me brotaban de ambos ojos al mismo tiempo, de manera sincronizada y un tanto hermosa, recorriendo mis mejillas y volviéndose una sola en la barbilla para desplomarse en el suelo juntas, igual que Allen y yo. 

Intentó ponerse de pie pero solo logró estirar su mano pidiéndome me acercara a él. Con la vista borrosa dejé que me arrullara en sus delgados y débiles brazos que ya no podían protegerme. Secó una lágrima tras otras sin decirme ni una sola vez que parara, que dejase de llorar. Me dejó llorar entre sus brazos, miró mi rostro sollozante como si se tratase de una pintura, la contempló con ojos llenos de misericordia, misericordia al saber que sería yo quién más sufriría luego de su partida. Dentro de mí di gracias por aquella mirada, la única que realmente comprendía como se sentían las heridas que llevaba en mi interior. 

—Matt, hagamos una promesa— susurró, no porque intentara sonar más delicado o dulce, si no porque eran sus últimos alientos —Te prometeré lo que quieras si tú me prometes algo. 

—¿Qué es?

—Prométeme que no intentarás seguirme una vez yo ya no esté aquí— tomó aire —. Prométeme que no dejarás que el hecho de haberme conocido y haberme perdido ponga un fin a tu vida. Prométeme que buscarás más felicidad, que harás las cosas que no pudimos hacer, que no te sentarás a esperar el reencuentro y que harás lo que cualquiera hace con su vida; vivirla. 

Sequé mis lágrimas y lo miré a los ojos intentando ver más allá de su cuerpo. 

—¿Me pides no estar a tu lado?— dije. Allen negó suavemente.

—Te pido que no dejes que tu vida gire en torno a mi muerte— se acercó y presionó sus labios, secos y llenos de heridas, con los míos —. Prometemelo.

—¿Me esperarás? ¿Me esperarás siempre? ¿Me esperarás aunque me tarde cincuenta años? ¿Me esperarás con tu corazón tal y como es ahora, con tu amor por mí? ¿Me esperarás con una sonrisa y tocarás una canción a piano para mí?— sus lágrimas cayeron —¿Prometes que Dios nos permitirá amarnos? ¿Prometes que no intentarán separarnos? ¿Prometes que no reencarnarás sin mí? ¿Prometes que me recordarás? ¿Prometes que no dejarás de amarme?

—Si, lo prometo.  

Su voz nunca había sonado tan segura. 

~*~

Llamé a mis padres tres horas después. 
Allen susurró mi nombre hasta su último aliento, lo pronunció entre sonrisas y con un tono tranquilo. Me aferré a su cuerpo frío por un rato sacando todo el dolor que pude, todas las lágrimas y gritos de agonía que pude. Permanecí ahí todo el tiempo necesario para que en el momento en el que lo alejaran de mí no me derrumbara. 

No asistí al funeral, no salí de mi habitación, no hablé con nadie, solo dormí. 

Tres días después de su partida me escabullí al baño, con el cuerpo tembloroso cerré la puerta y entré en la bañera, la llené con agua fría y me deshice de toda mi ropa. Contemplé mi cuerpo, el cuerpo que alguna vez Allen había tocado, que alguna vez había amado. Me sentí incapaz de respirar y de seguir adelante. Tomé las tijeras y las presioné contra mi muñeca izquierda, aquella que llevaba la sangre que mi destrozado corazón bombeaba. No me permití llorar, ni siquiera me quedaban lágrimas, solo un desgarrador dolor en el alma. Sabía que Allen estaría feliz de verme, no le importaría que hubiese decidido tomar el camino fácil y rápido, él se sentiría feliz de que pudiéramos volver a vernos.

Presioné y sentí el frío de las tijeras desgarrar ligeramente mi piel, una pequeña gota de sangre se deslizo en las tijeras y calló al agua. Mi reflejo me hizo sentirme furioso conmigo mismo, en ese momento lo recordé, lo recordé todo, fueron tantos recuerdos que me hicieron volver al pasado por un instante. Y de alguna manera pude ver a Allen también, y me sentí bien, y sabía que todo estaría bien. 

All about our love... (Yaoi-BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora