Capítulo 2: Soy Valentina.

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Era la hora del almuerzo y todos nos dirigimos al comedor, un lugar mucho más amplio que las habitaciones con un gran mesón en el centro y sillas al rededor. La comida por otro lado, le hacía referencia al lugar porque era una porquería, lo bueno era que había logrado hacerme amiga del cocinero y de vez en cuando podía contrabandear algo para mí.

Tomé una bandeja y me fui a sentar al fondo, en el rincón más aislado, donde nadie podía molestarme. Odiaba convivir con esa gente, así que me apartaba de todo el mundo, no era para nada bonito hablar con gente que fantaseaba con amigos inexistentes o psicópatas que reían a carcajadas con un chiste que ni siquiera había salido de su mente, debo admitir que en ocasiones tenía impulsos de golpearlos hasta dejarlos inconscientes, así que para evitar eso solo me alejaba, después de todo, nadie ha dicho que ser asocial sea un delito... Estando a poco menos de cinco pasos del lugar me llevé una sorpresa no tan agradable notando con desconcierto que no estaba solitario como acostumbraba a estarlo, en cambio estaba una chica, me acerqué y senté frente a ella.

-Hola -dije amable, parecía real, últimamente no sabía que lo era y que no- ¿Como te llamas? -volví a decir, no sabía por qué lo estaba haciendo, si la verdad era, que no me importaba en lo absoluto tener amigos.

Ya que no respondió me dispuse a comer algo que tenía aspecto de puré de papas, pero más asqueroso. Observé una vez más a la chica que tenía delante y no se veía mal, es decir, una cabellera negra azabache que le caía un poco más abajo de los hombros, tez blanca y en sus manos una muñeca que no dejaba de observar con atención, susurrándole cosas al oído.

-Oí que te vas, te cambian de centro -Al fin habló aún absorta en su mundo, quizás uno de arco iris y unicornios donde sus jinetes fueran patch ciprianos. Aunque, pensándolo bien, no creo que exista un mundo tan perfecto.

-Sí, los chismes corren como agua aquí -respondí distraída escarbando mi comida, en serio me reusaba a comer eso, tenía aspecto de vómito de zombie con cirrosis.

-Hey -llamó mi atención quitándole por primera vez la mirada de encima a su muñeca, levanté la mirada y la chica continuó- necesitamos escapar de aquí, sé que suena un poco loco ya que seguro piensas soy una esquizofrénica o tal vez porque estamos en medio de un espeso bosque pero podemos lograrlo si trabajamos juntas y...

-Hablas demasiado -la corté, sinceramente se veía desesperada.

-¿A que te refieres? -preguntó con evidente confusión mirándome con fijeza. En forma de respuesta le lancé una mirada cautelosa a una de las cámaras de seguridad situada en lo alto del techo, justo a un costado de donde estábamos. Ella asintió con la cabeza comprendiendo y se inclinó en la mesa como si fuera a decir el mayor secreto de la CIA y dijo:

-Tienes razón, nos vigilan -Vio a los lados- no estoy loca y se que tu tampoco -sonrió con malicia y complicidad- pero si te quedas aquí o no, corrección, si nos quedamos aquí, lo estaremos. Nos convertirán en despojos humanos -diciendo esto se levantó y se perdió de mi vista, mientras la veía alejarse, se desencadenó una batalla en mis adentros.

-No deberías confiar en ella, apenas la conoces. Quizás si esté realmente loca.

Y era cierto, en parte. No podía creer cualquier sarta de cosas que dijeran estas personas, no eran de fiar.

-¿Que diablos crees que haces? Siguela, ella es tu boleto de salida en este lugar. Ya que, no tienes nada que perder -gritó otra vocesita en algún lugar de mi subconsciente.

Lo medite por unos segundos que me parecieron suficientes para tomar una decisión. Pensando que, en ocasiones hay que hacerle caso al diablito de tu hombro (aunque en este caso no tenía muy claro quien era el angelito y quien era el diablito) salí corriendo del comedor viéndo a los lados en busca de aquella chica, era frustrante porque se habia desvanecido como humo.

-Sabía que lo ibas a considerar al menos -Una voz a mi espalda hizo que me sobresaltara.

-Analice un poco tus palabras y... -titubee rascandome la nuca- tienes algo de razón -mire por donde había venido solo para verificar que nadie me hubiera seguido.

-Tengo mucha razón y lo sabes.

-No puedo dejar que me vuelvan realmente loca... a pesar de que me lo merezco -dije lo último en un susurro apenas audible más para mi que para ella.

-Aunque -pensó un poco- creo que ya lo estás, por apoyarme en esto.

-Deberías decirme de una vez por todas que planeas -dije ya irritada por la situación. Ella escaneó todo el lugar como un león que asecha a su presa y finalmente respondió:

-No es seguro aquí -Tomó mi brazo sin siquiera dejarme protestar y cuando puse atención a donde me llevaba ya estaba cerrando la puerta de las duchas, no sin antes asegurarse de que no nos hubiere seguido nadie -.Ahora si, éste es el único lugar de esta pocilga que no tiene cámaras.

-Dime, ¿como planeas sacarnos de aquí? -agregue cruzando mis brazos a la altura de mi pecho.

-Aún no tengo un plan concreto, pero puedes jurar que se me va a ocurrir algo -lo decía con tanta convicción que por un momento me lo creí por completo- quería primero comprobar que iba a contar contigo -Se le notaba que tenía el poder de persuasión de un vendedor de bienes raíces.

-Solo espero que sea antes de que cumpla la mayoría de edad -Resoplé pensando que si me transladaban iba a estar más que perdida porque como me lo dijo la vieja rectora, había mayor seguridad.

-Bien, pero mientras eso pasa no llames la atención, no puedes mostrarte cuerda porque van a aumentar el voltaje en las terapias de electro-convulsión y ahí sí que vamos a tener problemas -hablaba rápido, dándome tiempo solo de asentir con la cabeza con cada palabra- en conclusión, finge demencia.

»Muy bien, ahora que todo te quedó claro, yo saldré primero. Cuenta hasta cien y luego sales tú, ¿de acuerdo? -preguntó a lo que yo asentí nuevamente, pero justo cuando iba abrir la puerta la hice detenerse con una pregunta que me estaba carcomiendo en la cabeza desde el momento en que decidí seguirla.

-¿Como sé que puedo confiar en ti? -Levanté una ceja escéptica.

-En caso de que no lo hayas notado, al igual que tú, no estoy loca y soy la única persona con la que cuentas en estos momentos -Hizo una pausa estúpida-. Te he observado desde que te internaron aquí, sé más de ti que tu de mí y... -vaciló por un momento- a decir verdad, no puedo escapar yo sola de este sitio, necesito ayuda y por lo visto -Me escaneó con la mirada de pies a cabeza- tu también, creeme que entiendo tus dudas, pero no te queda de otra que confiar en mí -Giró sobre sus talones dispuesta a marcharse de una vez por todas pero a medio camino se detuvo, sin volverse hacia mí- por cierto, yo soy Valentina, es un placer haberte conocido Violeta -Y se marchó.

Me quedé un par de minutos parada en mi lugar estupefacta por eso último, yo ni siquiera la habia visto antes, ni siquiera había cruzado miradas con ella por accidente. Me tomó otro par de minutos darme cuenta que tenía que empezar a contar y cuando lo hice salí a los pasillos, estos se veían más espeluznantes de lo que recordaba cuando había pasado minutos atrás, parecían los típicos pasillos de las películas de terror con luces parpadeantes y angustiantemente solitarios, lo bueno: era que faltaba tan solo un pasillo para llegar al cuarto, lo malo: que alguien impidió eso tomando mi brazo con demasiada fuerza haciendo que mi corazón latiera como si quisiese salirse de mi pecho y asaltandome un pensamiento de terror... se había acabado todo, era el fin y no podía hacer nada al respecto.

Una Vida Efímera, Un Amor Eterno. #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora