Capítulo 5: Aún no estoy preparada.

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Nunca creí en esa estupidez del amor, porque a decir verdad es una mierda, sobre todo cuando no es correspondido. Pero había algo en David y Camile que me hacía creer que quizás sí se podía ser feliz estando enamorados, junto a la persona que se quiere, ese hecho me hacía cuestionarmelo dos veces. En la forma en que él la veía y hablaba con abnegación a la hora de decir que quería tener sus hijos con ella, era hermoso verlo sonreír por amor, aunque sepamos que nada dura para siempre, y que todo finalmente se acaba, es inevitable no sentirse bien por un momento de la felicidad de los demás.

-¿Por qué tan pensativa hoy? -preguntó Valentina sentándose a mí lado.

Habían pasado dos tranquilos días desde el altercado de la cocina y ahora estábamos en el comedor, almorzando.

-¡Oh!... nada en realidad -mentí- no tiene importancia -sacudí mi mano con desdén.

-Bueno, está bien -respondiendo así, se dispuso a comer (lo que sea que se encontrara en su bandeja) de dudosa procedencia.

Yo por otro lado, no había tocado mi comida, puesto que no tenía apetito. Miré a lo lejos y detrás de Valentina vi a un chico caminar despreocupado, según mis cálculos quizás unos tres años mayor que yo, castaño y a decir verdad bien parecido, aún teniendo cara de maniaco.

-¿Quién es él? -pregunté, volviendo a mi comida y moviéndola despreocupada.

-Te puedo asegurar que de todas las personas que hay en este lugar, Trevor es el más déspota y despreciable -Vi por el rabito del ojo y ni siquiera lo miró, seguro porque sabía a la perfección de quien le hablaba.

-¿Por qué lo dices?

-Porque me consta, siendo muy guapo sabe ganarse a todos, pero en realidad es la peor de las escorias -dijo con odio, y en ese instante supe que había pasado algo muy grave. Levanté la cabeza para mirarla pero no me hablaba a mí, le hablaba a su muñeca qué, a decir verdad, no sabía de dónde la había sacado, volví a mirar mí comida.

-Sabes que puedes contarme lo que sea, ¿verdad? -Transcurrieron unos largos segundos en los cuales pensé había dado la conversación por terminada.

-Lo sé, pero solo te daré un consejo, cuando te lo topes en alguna habitación que carezca de alguien más, corre, busca alguna salida, alguna buena excusa para librarte de sus garras, pelea -Cada palabra que salía de su boca era una daga llena de veneno alimentado por un profundo odio del cual desconocía el motivo- Porque si no lo haces ten por seguro de que va a hacer cosas poco decentes contigo, no va a preguntar nada, simplemente va a hacerlo porque no le importa, porque es un enfermo, un depravado asqueroso y aquí dentro no hay reglas para ellos, así que pueden hacer lo que les dé su puta gana con nosotras -Se detuvo de repente porque su voz tembló, aún le hablaba a su muñeca pero había dejado de aparentar que caminaba por la mesa y ahora la apretaba con demasiada fuerza. Ahora entendía porque tanto coraje al hablar de él, vi una lágrima resbalar por su mejilla, una lágrima que limpió casi de inmediato con coraje- te digo esto para que estés alerta porque él siempre está siempre ahí, en el cuarto de castigo...

Quien dijo que se podía hablar mientras se estaba llorando está demasiado equivocado, pues en ese momento se derrumbó, dejó de hablar repentinamente y sabía con certeza que estaba llorando en silencio, con la cara gacha, sin embargo su llanto era de rabia o quizás de frustración, pero nunca de tristeza.

-No... no se que decirte, lo siento -Estaba un poco sensible por todo lo que había dicho, a demás, es normal quedarse sin palabras al ver a una persona llorar, creo que es bastante común.

-Tranquila, no tienes que hacerlo.

Pasaron al rededor de cinco largos minutos de incómodo silencio cuando escuché una risa un poco macabra del otro lado de la mesa. Levanté la cabeza para mirar con desconcierto que se trataba de Valentina, reía bajo, pero audible ante mís oídos.

Una Vida Efímera, Un Amor Eterno. #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora