Capítulo 3: Sé discreta.

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-¿A donde crees que vas? -preguntó amenazante.

-Ah... ah... -tartamudee presa del pánico e incapaz de formular una oración.

¡piensa algo idiota! Me gritó pepito grillo en lo más recóndito de mi cabeza.

-Dime niña, ya deberías estar en tu cuarto -.gritó la enfermera apretando su agarre aun más, pensé que iba a dejarme una marca cuando me soltara -Si no me dices ahora mismo que haces fuera de tu habitación vas a estar en aprietos, y creeme, no querrás que te castiguen -Se me acerco como queriendo probar su punto, que hablaba en serio y que no tenía ni un deje de compasión hacia ninguno de los que aquí estaban. Casi podía sentir como mi cerebro trabajaba con dificultad tratando de idear algo inteligente, y de repente se me vinieron a la cabeza las palabras de Valentina... ¡claro!

-Hacia allá me dirijo, solo que me desvié un poco porque estaba buscando a mi gato -dije jugueteando con mis dedos- ¿No lo ha visto? -Volví mi vista hacia ella esperanzada- tiene una gran sonrisa muy bonita, claro -,reflexione un poco mirando a algún otro lugar- que tuve que hacérsela más grande porque no sonreía lo suficiente, así que tomé unas tijeras cortando un poco de ambos lados, pero no estaba del todo segura de su hermosura y también quemé sus ojos -finalicé satisfecha mirándola una vez más, ella solo me veía con una expresión de horror en el rostro- ah, casi lo olvidaba, también tiene un gran cuerno en su frente, es tan adorable, pero temo que lo he perdido -.Agache la cabeza fingiendo estar triste, la enfermera me observó por unos segundos que me parecieron una eternidad.

-¡Agh! -Su expresión fue reemplazada por una de fastidio- no se cuando conseguiré un mejor trabajo -escupió con cólera- uno en el que no tenga que lidiar con locos -.Aun con mi brazo tomado caminó en dirección a mi recámara, lanzándome dentro y dando un fuerte un portazo.

Me recosté en la cama (o un intento de ella) porque no puede llamarse así a un desgastado catre que te apuñala con sus alambres con cada giro que haces, y eso era obviando el hecho de que era tan tiesa como si de un trozo de cartón se tratase, mirando el techo con grandes manchas de moho producto de las filtraciones ocasionadas por la mala construcción del lugar o quizás por los muchos años que tenía la edificación caí en la cuenta que en los tres años que había estado recluida aquí, mi madre nunca, ni una sola vez había venido a visitarme. Y no la culpaba, después de todo no es fácil tener una hija asesina y un hijo muerto, pero que ese hijo muerto lo haya matado su propia hermana resulta aún peor, todavía se reproducía ante mis ojos su mirada de dolor mezclada con decepción al llegar la policía esa tarde lluviosa y tomar declaraciones sobre lo que había sucedido.

Un toque en la puerta hizo que saliera de mi trace, llevé mi vista hacia allí y observé extrañada un trozo de papel. Al abrirlo, garabateado en él se leía.

«Mañana a la misma hora en las duchas, no te tardes creo que tengo un plan y sé discreta, recuerda siempre que... hay cámaras.

Atentamente: Valentina»

* * * *

Al día siguiente me dirigí puntualmente al lugar en donde me iba a encontrar con la chica y ella por supuesto que ya estaba ahí.

-¡Hasta que llegas! -exclamó histérica en cuando pise la sucia baldosa verde agua de las duchas.

-Ni siquiera tardé -dije obvia llegando a su encuentro.

-Como sea, tengo una mente muy brillante -respondió con aire de suficiencia.

-Así que, tienes algo -deduje no muy segura, realmente no estaba segura de nada, ni siquiera de la chica que estaba frente a mi, sin embargo, ya estaba hasta el cuello con esto y no iba a echarme hacia atrás, porque no era una maldita cobarde.

Claro, repite eso hasta que te lo creas.

-Ay cariño, ¿con quien crees que hablas? Por supuesto que tengo algo, no te hubiera citado aquí si ese no fuera el caso -Tomo una pausa y yo la insté a que siguiera hablando- El plan es simple, solo tenemos que dormir al tipo de las cámaras, o sea al que monitorea éste lugar y luego...

-Espera un segundo -Levanté mi dedo índice frunciendo el entre cejo y cuestionándome seriamente si la chica se encontraba en todos sus cabales- ¿Como se supone que hagamos eso?

-Se me pasó decirte que el plan tiene algunos detallitos -rió nerviosa y yo puse los ojos en blanco porque lo que ella llamaba «detallitos» no eran precisamente eso- pero ten la seguridad y la certeza que se me ocurrirá algo. Otra cosa, por nada del mundo, escuchame bien -Se acercó tomando mis hombros- por nada, te tomes la gran píldora que te dan a beber -tenía los ojos muy abiertos, expectantes esperando mi afirmación, yo me deshice de su agarre, eso ya lo sabía.

-Es una fuerte droga, lo sé, seguro la usan para mantenernos absortos en nuestra propia mente y así ser más manipulables -Me miraba todavía con los ojos muy abiertos, pero estos ya no estaban expectantes sino sorprendidos- noté también que pasaba gran parte del día durmiendo y cuando no lo estaba tenía alucinaciones, muy reales, ¿tú no lo notaste?

-Claro que lo noté, pero no tan rápido como tú, digamos que me tardé un poco... de todas formas no estaba de más decírtelo -Se encogió de hombros- Ahora, vamos a colarnos en la cocina, creo que mi estómago está empezando a tener vida propia y me está gritando por comida, no importa que sea la basura que sirven aquí.

* * * *

En lugar de entrar por la puerta principal nos escurrimos por la trasera, la cual era pesada y ya casi echa pedazos, era por allí por donde me arrastraba cuando quería un refrigerio o cuando necesitaba algo decente que comer, algo que no pareciera vómito de perro con indigestión.

-¿Por qué entramos por aquí? -susurró Valentina a mi lado, mirándome con una gran interrogante en el rostro.

-Digamos que... tengo algunos contactos -Le giñé un ojo- Hola Erick -saludé con rostro angelical y una gran sonrisa, ahora hablándole al cocinero.

Él era un poco Chaparro, panzón y calvo, siempre llevaba su delantal sucio de comida, piel morena tostada, sinceramente tenía más aspecto de sicario que de cocinero, pero más allá de su apariencia era una gran persona, y creo que la única detrás de estos muros que poseía un corazón bondadoso y humilde. La única que le importaba el bienestar de la gente.

-Hola mi niña -Me saludó con la misma sonrisa.

-Vengo a buscar algo de comer, para mi y para ella -.Señalé a Valentina a mi lado. Pero al verla supe que planeaba algo, su sonrisa del gato de alicia en el país de las maravillas la delató.

Una Vida Efímera, Un Amor Eterno. #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora