Desahogo

19 1 0
                                    

Por fin, después de tanto tiempo.
Al fin te tengo, al fin me tienes.
Debería ser feliz.
Debería no parar de sonreír.

Soy feliz y sonrío, pero no es un sentimiento pleno.

Cariño, te quiero, te amo, te adoro.

Y tengo miedo.

Después de tantas historias, de tantos corazones rotos, de tantos momentos sola, por fin encuentro a mi alma gemela.

Y asusta.

Nunca he sido enamoradiza, cielo. Solo pensaba demasiado.
Sin embargo, contigo no tengo dudas, mi corazón te pertenece. Lo sé, y quiero que sea así.

Tu sonrisa me deslumbra, tus caricias me adormecen y tus besos... Oh tus besos. Ellos me enloquecen.

Pero entonces, ¿por qué?
¿por qué tengo esta sensación que me oprime el pecho y me impide ser feliz?

Quizás sea tu perfección obnubiladora. Quizás sea mi imperfección desoladora.
Tengo la sensación de que no te merezco. Me siento como un impedimento a tu desarrollo, como un estorbo que te gusta querer.

Porque sí amor, sé que me quieres. Y aun así tengo ganas de pegarme por ser tan insegura. Aunque al mismo tiempo me pregunto qué es lo que has visto en mí. Lo triste es, que no encuentro respuesta, no hay ninguna.

Eres tan diferente a mí que me pregunto si podrás soportarme mucho tiempo. Oh, pensarlo me da ganas de llorar.

No quiero perderte, nunca. Porque a pesar de mis inseguridades sabes hacerme feliz y querida, sin darte cuenta.

Dios, te quiero tanto que me duele. Me agobia. Tengo mucho miedo, y sé que no debería. ¿Cómo puedes quererme?

He pasado tanto tiempo odiándome a mi misma y a mis acciones que se me han olvidado mis cualidades.

Y ahora llegas tú, y me abrazas como si fuera la cosa más bonita del mundo, siendo tan dulce como un helado en verano que no sé qué hacer. Besándome como si tuvieses miedo a hacerme daño, tocándome como si me pidieras permiso, o al revés, como si quisieras ser mío y grabar tu perfume en mi piel.

Supongo que es normal tener miedo de perder a alguien tan importante, o quizás no. Quizás todo debería sentirse como flotar en el aire. Y lo hace, pero es como si tuviese miedo a caer antes de tiempo.

Tengo que dejar de preocuparme tanto, lo sé, y tengo decidido hacerlo.
Tengo que empezar a quererme más, supongo.

Menos mal que te tengo conmigo, que incluso sin estar, me das ánimos y haces que mis lágrimas cesen.

Te quiero tonto, menos mal que nunca verás esto. O al menos, no aún.


El rincón de mis desvaríosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora