Jackie es una joven con problemas emocionales que caerá presa de la temible Sombra Negra. Atrapada en un sótano oscuro, deberá superarse a sí misma para vencer a su enemigo oscuro y volver al mundo real. Loyn, Lapsy y Alisbeth serán sus alidados. ¿T...
Estaba totalmente desubicada, ni siquiera sabia por dónde acceder al salón central o a las habitaciones. Sin planearlo, me ví entrando dentro del comedor-bar del hotel.
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Allí se hallaba la Frescachona, regañando salvajemente a una empleada por no se que de un cubierto que se había caído al suelo. Me tranquilizó pensar que los gritos anteriores eran producto de la neurosis de esta mujer y no de que hubiera aparecido de nuevo la Sombra Negra. Menos mal.
Preferí no acercarme a ella, pues no quería ser embestida por su mal humor, y me senté en una de las mesas, con la esperanza de que aparecieran tanto Loyn como el señor Furcen.
-No te esperaba por aqui- se dirigió la Frescachona hacia mi mesa con cara de snob.
-Estaba buscando a Loyn... ¿Sabe dónde está?- pregunté con desconfianza.
-Déjalo respirar. Que posesiva eres, querida- dijo con descaro.
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Y a mi me dieron ganas de echarle un cubo de agua en la cara. ¿A qué venía eso? Bueno, ¿pero que sabia esta pelleja? ¡Yo no soy ninguna posesiva! ¿O si? No sé... bueno... tal vez tenía razón... porque sentía que me habia vuelto dependiente, que siempre necesitaba que alguien me ayudara a levantarme. Entonces recordé la frase de Loyn: "Yo te ayudo a levantarte, pero caminar solo depende de ti". ¿Tendría relación con el comentario de aquella Frescachona?
-Respecto al baño...- inicié el tema con la intención de que la mujer estallara como una bomba y así tener la excusa perfecta para discutir con ella, pues necesitaba sacar toda la rabia hacia fuera.
-Ya me han explicado tu situación- dijo extrañamente con amabilidad.
-Usted dijo que era culpa mía...- añadí.
-No recuerdo haber dicho tal cosa- dijo depositando sobre la mesa un frasco con un liquido verde.
-¿Esto que es?- pregunté con intriga.
-Es un remedio casero. Te ayudará a calmar tu dolor interno- y me lo ofreció.
-No... no puedo aceptarlo- se lo devolví en la mano, aunque aquel líquido verde me había atraído a primera vista.
