Capítulo 13: Recuperando el autoestima

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Me dispuse a bajar las escaleras de aquel nauseabundo lugar, mientras dos simpáticas ratas se paseaban por los peldaños de la misma. Conforme descendía, subian mis niveles de ansiedad, pero aún así aguanté y seguí mi camino hasta que deposité mi mano en el pomo de la puerta del sótano.

¿Qué sería aquello que Loyn quería depositar en su lugar de origen? Puede que fuera aquel reloj de cadena que había sustraído la primera vez que lo ví, el que estaba dentro de un cofre. ¿Y por qué dijo aquello de que no podía seguir parando el tiempo? Demasiadas preguntas sin respuesta.

Alrededor de cinco minutos estuvo mi mano en el pomo y ya empezaba a sudar. Después una rata bajó hacia mí, me asusté y dió asquete. Entonces un intenso olor a vainilla me dió el empujon definitivo para girar el pomo y entrar al sótano.

Qué alegría me dió comprobar que mis sospechas eran ciertas, ¡Allí estaba Loyn!

Me aproximé silenciosamente al ver que estaba sentado en la silla, durmiendo sobre la mesa. Al principio no pude ver qué estaba utilizando como almohada, pues su largo cabello cubría el objeto. Quise saludarle eufóricamente, pero luego pensé que debía de estar muy enfadado conmigo por mi actitud negativa, asique me senté enfrente de él y esperé pacientemente a que  despertase.

Pasaron unos cinco o diez minutos hasta que aquella marmota despertó. Se restregó los ojos como si tuviera legañas, pues no podía creer lo que estaba viendo. Creo que se pensaba que estaba teniendo alucinaciones.

-¡Hola!- me limité a decirle.

-¿Qué tal el viaje?-me dijo estirando los brazos hacia arriba y bostezando. Me dio la impresión de que sabía que yo acabaría yendo allí.

¿Tendría telepatía o podía predecir el futuro? No podía quitarme de la cabeza la manía de que él podía leer la mente. Ay, que paranoia la mía... ¬¬

-Buff

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-Buff... ¡no te vas a creer todo lo que ha pasado!-resumí emocionada.

-¡Estoy deseando escucharlo!- dijo con aquel entusiasmo y alegría que le caracterizada y hacía único.

-¿Qué es eso?-dije al observar su supuesta almohada.

-Oh, ¿Esto? Pensé que te gustaría recuperarlo, asique... aquí lo tienes- y me entregó el famoso álbum.

-¿Has buceado ese océano hasta encontrarlo?- dije maravillada.

-Bueno... solo he tenido que mover un par de hilos... y pelearme con algún tiburón... con una ostra lasciva... también con un cangrejo con complejo de cirujano...-se quedó pensativo- y con todo un arrecife de coral... ¡Pero estoy vivo, que es lo que importa!- relató con gracia y estilo.

-Jajaja...- me eché a reír, como había extrañado sus ocurrencias.

Después, Loyn depositó su mano sobre el álbum y tras un profundo suspiro, su semblante cambio a un tono más serio. ¿Otro discurso? No, por favor, que no me fuera a echar la bronca por mi antigua actitud, que todavía tenía el estómago encogido por lo sucedido con los lobos.

A corazón descubiertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora