Meses después.
«¡Se ha producido un gran robo en el banco capital de Hyge!
Los investigadores y autoridades presumen que podría tratarse de la ya desaparecida Audrey Lester, de quien no se ha sabido nada en más de cinco meses.
La última vez, se la encontró sospechosa de robo junto al conde Aaron Holster del corazón de Asterya, el cual, está donde realmente pertenece; en las entrañas de la tierra de nuestra próspera Heorte.
La detective Valentine prometió tomar el caso, con el apoyo de la Corona...»
Evan dobló el periódico, guardándoselo entre el saco. Iba ya un poco tarde, pero estaba seguro de que al magistrado apenas le importaría.
Ojalá lo que el Chronicles rezaba entre sus letras fuese cierto. Entonces tomaría el primer dirigible que encontrase hacia Hyge, solo para tener entre sus brazos una vez más a Audrey.
Vaya que Heorte no era la misma sin ella. Las noticias ya no lo eran tampoco.
Nueva Britannia contaba con innumerables leyendas. Algunas eternas, como la de la guardiana Asterya, que podía convertir sus plumas en estrellas fugaces que concedían deseos. Otras, un poco más oscuras, de esas que dejaban una enorme huella de miedo en quienes las oían, como la del asesino de Blackchapel.
Y luego, se escuchaban leyendas sobre una ladrona con enorme astucia y encanto que nunca pudo ser atrapada. Esa, sin duda, él jamás la olvidaría.
Notó a un pequeño cuervo posarse sobre el poste que marcaba el nombre de la calle. Lo observó con duda, hasta encogerse de hombros y mirar su reloj de bolsillo.
Apresuró el paso, pues el tiempo se acababa.
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Asterya: la leyenda de las estrellas fugaces
FantasiUna astuta ladrona deberá contar con la ayuda de un encantador mago para encontrar un tesoro que la salvará antes de que se acabe su tiempo. *** Una leyenda se ha vuelto realidad. El corazón de Asterya, un tesoro invaluable capaz de conceder cualqui...