Prologo

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Es curioso cómo se han tardado siglos y siglos en poder crear nuestra civilización. Pero solo bastaron unos pocos meses en destruirla, en quemarla hasta sus cimientos, los cuales fueron destrozados con martillo de hierro, acabando así con toda la moralidad y cualquier remordimiento que el ser humano pudiera tener por quitar una vida humana. Curioso, sí.

Tanta guerra, tanta conquista, tantos pensadores, libertadores, iluminados... Todos ellos luchando juntos por un mundo mejor que sus descendientes pudieran heredar. Tanto dolor y sufrimiento para que todo quedara derruido, sin rastro de lo que una vez fueron. Cada época tiene un amanecer y un ocaso. Por suerte, no fue el ocaso de la humanidad, pero sí el ocaso de una época de paz y desarrollo, y el amanecer del dolor, la angustia... Por suerte, el ocaso fue rápido. Una muerte rápida y poco dolorosa. Los vivos lo pasaron peor. Desearían estar con los muertos, pues lo que venía después no les iba a gustar.

Lo desconcertante es que hubo gente que siguió luchando. Crear una nueva sociedad, mejor y más eficiente, sin volver a caer en los errores del pasado. Ja, que gracioso. Pobres inocentes. Nada es como antes. Creen que pueden reconstruir lo derruido.

Y nadie sabe el porqué de esta guerra. ¿Por qué empezó? Sin respuesta. ¿Cómo comenzó? A saber. Las comunicaciones globales y el Internet fue lo primero que cayó. Entonces, la gente dejó de saber sobre los demás. Cada grupo superviviente cree que pueden ser los últimos. Pero cuando se encuentran con otro grupo, la sangre fluye por los dos bandos.

Gonzalo lo ha perdido todo. No tiene a nadie. ¿Podrá sobrevivir solo el resto de su vida? Menos mal que fue listo para abandonar el centro de su ciudad. Pero, nuevos males se acercan a su vida. Y con los males llegan las cosas buenas. Todo en un mundo nuevo, con nuevas personas y nueva experiencias.


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