Capítulo 2

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El regreso a casa fue agradable, el sol apenas comenzaba a ocultarse dándole a cielo un hermoso matiz rojo, el viento soplaba levemente sobre mi rostro. No tenía mucha prisa por llegar a casa, aun había varias personas alrededor metidas en sus propios asuntos, caminé despacio y con calma, sin prisas, claro que tome dirección por las calles más activas y llenas de gente, sería completamente estúpido y suicida caminar por las solitarias.
Cuando al fin llegué a casa dejé las llaves sobre la encimera y tome a Merlo en mis brazos quien inmediatamente había ido a recibirme ante mi llegada. El miau en la habitación me hizo saber lo feliz que estaba de verme.

Habían pasado 5 días desde que escuché la conversación de las señoras; salí de casa muy temprano cumpliendo con mi rutina de cada tercer día (salir a correr por al menos 1 hora). Apesar de no ser una fan al deporte, este había sido un hábito que me había hecho hacer mi padre desde muy pequeña, ambos salíamos y al regresar a casa un gran desayuno ya nos esperaba; pero las cosas ya no eran así, ahora en lugar de ir a casa me dirigía hacia una de las cafeterías que me quedaban de paso.
Sin darme cuenta por estar pérdida en mis pensamientos la hora había acabado, la cafetería no estaba muy lejos así que camine hacia ella. El olor a café inundó mis fosas nasales, me encantaba el aroma, era relajante y había muchos más diferentes a este.
Tomé asiento en mi lugar de costumbre y espere a que se me acercaran a pedir mi orden. La dueña del lugar ya sabía que era una de sus clientes más frecuentes y de igual forma también conocía que era lo que pediría, sin embargo esta vez quería cambiar algo de mi rutina. Cuando Touka la dueña del lugar se me acercó llevaba una pequeña libreta junto con bolígrafo.

—Esta vez quisiera algo diferente— ella sólo asintió dando una sonrisa de regreso a la mía — me gustaría un pastelillo de zarzamora junto con un buen café, no un clásico sino uno diferente, sé que tú sabrás cual.

—Cuenta con ello— me guiñó el ojo y dio media vuelta para dirigirse atrás de la barra.

Mi lugar de costumbre tenía una excelente vista por la ventana, se podría apreciar a través de ella a la multitud de personas caminando por la acera, pero una captó mi atención. Su cabellera no era común, le daba ese toque extraordinario, también su ropa color negro le daba un aire misterioso. Su mirada cruzó con la mía e inmediatamente el desvío la vista y apresuró el paso.

Simplemente Un Asesino |Kaneki Ken|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora