Capítulo 6

324 81 7
                                    

—¿Que qué? —musitó Ryan, espantado, viendo de nuevo hacia abajo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¿Que qué? —musitó Ryan, espantado, viendo de nuevo hacia abajo.

—No, es un chiste —contestó Efímera, riendo por la expresión de terror en él.

El pelirrojo se mandó una mano al pecho, suspirando de alivio. Casi le dio un infarto, ya se imaginaba a la guardia de Alrai apresándolo por meter las narices donde no le debía. Efímera se carcajeó hasta que llorar. Cuando se percató que su invitado se enfadó por ello, tratando de ignorarla mirando hacia el telescopio, se secó con un dedo las lágrimas y dirigió la vista hacia ese artefacto.

Ella sabía que en verdad iban por él pero no quería alarmarlo. Para que los intrusos llegaran a esa sala de operaciones, les tomaría una media hora, tiempo suficiente para dialogar con Ryan, abrirle los ojos por primera vez.

—Sígueme, te mostraré algo —le indicó, haciendo un ademán con la mano, yendo de vuelta a la consola de mandos, él la siguió.

Le era extraño estar detrás de una chica, es más, era rara la oportunidad en la que una mujer mostrara interesada en él pues la mayoría lo rechazaba por su condición social. Al menos podría decir que acaparó la atención de una, aunque no pudiera revelar quién era.

Estando en el centro de aquella plataforma circular que se mantenía en pie gracias a un gigantesco pedestal de acero que bajaba hasta lo más profundo, se pararon sobre un plantón de acero el cual vibró apenas se pararon sobre él, levantando algo de polvo.

Efímera se sentó en el suelo de piernas cruzadas mientras esculcaba sus bolsillos. Sacó una especie de palanca, parecida a la que usó para abrir la puerta de ingreso al observatorio, pero en vez de ser de color cobrizo era negra. Desempolvado la superficie sobre la que estaba, buscó hasta encontrar la hendidura indicada para insertar esa llave maestra, como si colocara la manija a una compuerta. La giró y de inmediato el suelo metálico bajo ellos se sacudió.

—Trata de no sacar las manos, el viaje será interesante —enunció mientras alzaba la vista hacia Ryan quien, pasmado, vio atento lo que hizo. La sonrisa maliciosa que le dedicó, lo inquietó.

La plataforma empezó a bajar; se adentraron a una especie de túnel cuyo ascensor descendía a una velocidad moderada, la suficiente para que Ryan se sentara de golpe en el piso junto con Efímera, quien divertida, se reía por las caras que él hacía.

El trayecto no duró más de dos minutos; el elevador se detuvo, haciéndolos brincar en su sitio. Efímera observó detenidamente a su invitado, subió y bajó las cejas, señalando con la cabeza hacia el frente, con la intención de indicarle que viera tras él. Al hacerlo, Ryan se topó con un pasillo que conducía a una puerta de acero.

Ambos caminaron por ese corredor hasta estar frente a ese acceso bloqueado. Efímera iba a ingresar la palanca que usó para activar el ascensor, pero recogió el brazo antes de encajarla en la hendidura adecuada.

El secreto de Efímera ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora