Capitulo 4

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-¿Scorpius, donde estas?

-Estoy aquí -dio a saber, saliendo detrás del armario.

Hermione corrió al encuentro, abrazándolo fuertemente. Pensó que esa noche no saldría moviéndose por sus propios pies, realmente era una suerte que por esa vez no fuese el caso. La cordura de Draco estaba alcanzando tintes peligrosos, temía que se saliese de control y golpearlos ya no le pareciese suficiente y morir no era una opción. No sabía cuánto tiempo mas tendrían que soportarlo, pero estaba reacia a que su hijo siguiese creciendo en el infierno, cada día estaba más resuelta a buscar una manera de huir, solo cuando creía haber dado con algo... nada estaba más lejos de la realidad, porque su esposo se había consagrado a la tarea de planear con detalle el que nunca saliese de Malfoy Manor.

Observo con detalle a Scorpius advirtiendo en sus pequeños brazos moretones.

-Esta bien, mamá. No me duelen. –dijo, sonriendo en un vano intento de no preocuparla.

Hermione soltó un suspiro agotador y volvió a estrecharlo.

-Vamos a descansar –le susurro sin soltarlo –Mañana será otro día.


......


Seis años después


Abrió los ojos despacio para que la luz no la segase. Giro su cabeza y se sorprendió no ver a Draco al otro lado. Creyó imposible haberse quedado dormida, el instinto de supervivencia la hacia despertar una hora antes, permaneciendo desde los inicios del alba lo más alejada del hombre. Los años le enseñaron que no estar en el campo visual de su esposo evitaba días sombríos. Si bien no perpetuamente lo considerable para sanar heridas físicas porque las del alma, jamás cicatrizarían.

Preocupada, se dirigió a la habitación de su hijo y lo que vio la sobresaltó. Su corazón comenzó a palpitar con fuerza.

-Tavi

Segundos después una diminuta elfa de grandes orejas, apareció junto a la puerta y con una reverencia, dijo:

-Ama, llamo a Tavi.

-¿Dónde está mi hijo, Tavi? –Cuestiono Hermione con voz temblorosa.

-El amo, salió muy temprano con el amito. Tavi lo vio –respondió compungida.

Movía su cabeza de un lado a otro en negación. Él no se podía haber llevado a Scorpius sin su consentimiento. No concebía un motivo. Ella y Scorpius Vivian confinados en ese lugar. Estaba a punto de volverse un quebradero de pensamientos nada alentadores, pero para su completa tranquilidad percibió la voz de su hijo curiosear la asistencia de la elfa en la entrada de su habitación y amablemente pedirle marcharse entrecerrando la puerta. Nada sucedió.

-Tu padre, no te lastimo –era una afirmación para si, al verlo bien.

Scorpius, negó.

-Me llevo por esto –Dijo, sacando de su bolsillo trasero el objeto.

-Una varita –su pequeño estaba por irse a Hogwarts. Le entraba nostalgia, pero se evaporaban al momento de entender que era lo mejor. –eso era.

Le acaricio el rostro y lo envolvió en un abrazo que el niño correspondió. Esa fue la escena entrañable, con la que Draco se topó al irrumpir en la estancia y con una torcida sonrisa, no tardo en hablar.

-Mi familia.

Hermione alzó la mirada reflejando terror e instintivamente coloco a Scorpius tras de ella.

-Draco, por favor. –suplico.

Este, con pasos sosegado acortaba la distancia que lo separaba de su esposa. Entonces, la sometió del brazo.

-Ya hemos pasado por esto, Hermione –advertía con voz serena, ejerciendo presión en el agarre y a Hermione eso la alarmo aun más. El gesto adusto de su rostro no armonizaba con el falso tono condescendiente que utilizaba.


Draco estaba deleitándose con el miedo que Hermione ya no lograba ocultar. La arrastro por el pasillo en dirección al amplio despacho, el lugar más confortable. Al descender las escaleras, Hermione se zafó de su agarre en un intento desesperado de huir del castigo, pero para su desgracia no había alcanzando alejarse lo suficiente cuando, Draco, precipito un crucio en su dirección.

.

En su habitación, cubriendo sus oídos, Scorpius trataba de que los gritos amortiguados por el trecho se aplacaran por completo. Ya no se ocultaba en los rincones. Su padre le decía constantemente que enfrentara sus miedos, que no fuese un cobarde, por eso ya no se escabullía y gracias a ello lo dejaba en paz, pero su madre se llevaba la peor parte. Entonces se concentró en su varita.

Quería usarla, mas le estaba prohibido. De eso estaba al tanto y pese a que discernía la advertencia, el deseo de intentarlo era más fuerte. Los hechizos no eran problema, había leído muchos libros junto a su madre quien le enseñaba a corregir la pronunciación y movimiento de otros tantos, pero quería intentar algo diferente, algo que encontró una tarde en el despacho de su padre.

En el trozo de pergamino rezaba también "para enemigos" y sintió curiosidad. Indago en la biblioteca sin éxito... no había nada sobre ese peculiar hechizo que Draco Malfoy guardaba y el niño veía una sola manera de saber los efectos.

Siguió los alaridos dolorosos dando rápidamente con la fuente. Su padre estaba tan concentrado que no notó su presencia. Bajo en silencio peldaño a peldaño y apuntó.

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Hola...

Reconozco la demora y me disculpo por ello. Este es el penúltimo cap. El ultimo ya esta listísimo desde hace un buen de tiempo así que en unos días lo publicare. Que estén bien.

Saludos :) 

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