CAPÍTULO 3

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Me encuentro llorando en un cuarto que nunca antes había estado. ¿Por qué? No lo sé. Voy demasiado pedo para pensar. Debo de tener el maquillaje corrido por toda mi cara. Seguro que parezco un mapache recién salido de un zoo.

Lo último que recuerdo es haber echado a un tío cuyo nombre no conozco de una habitación que no he visto en mi vida y arrancar a llorar por mi mierda vida. Dios, he estado a punto de dejar de ser virgen. Exacto, con diecisiete años de vida sigo conservando la virginidad.

Creo ... creo que voy a vomitar, he bebido y fumado demasiado. Me levanto del suelo sosteniéndome de todo lo que alcance para no caer al suelo. No recuerdo haberme calzado con los tacones más altos que tengo. Llego a la puerta, y salgo.
Hay mucho ruido y gente paseándose. Camino hasta llegar a las escaleras. Mierda. Escaleras. ¿Como narices se supone que voy a bajar? Paso a paso, consigo bajarlas pareciendo una mezcla entre un pingüino  y un león marino.
¿Ha quedado claro que al final vine a la fiesta? Espero que sí.
Voy esquivando como puedo a la gente, aunque no de mucho resultado. Con lo borracha que voy, dudo que este esquivando. Espero no encontrarme ni con mi hermano ni con mis primos, se liaría una buena. Veo una puerta. Por fin. Me dirijo a ella y salgo al exterior.
No tengo coche y no se donde estamos. Genial. No quiero llamar a mamá, seguro que se enfadará por venir a una fiesta y pillar tal borrachera. Y menos a Alex, me mataría si se entera que estoy aquí. Lo único que puedo hacer es sentarme en la acera y esperar a que alguien se digne a ayudarme.
Aún no me acabo de creer que haya aceptado venir. Ahora estaría en mi preciosa cama viendo maratón de The Walking Dead con un cuenco de helado de chocolate. Pero no, es mejor venir a una fiesta la cual no conozco a nadie. A nadie. ¿Por qué has aceptado?

Flashback
—Por favor. Vamos, Carol. Así podrás hacer amistades con gente del Instituto. Habrá mucho ambiente. Y además, podemos irnos cuando quieras.— Me intenta convencer Lena. Después de que me trajera a casa, Scott estaba saliendo de la suya. Hemos estado un buen rato hablando de nosotras y había muy buen royo. Mi primo nos ha invitado a ver "El Diario de Noah" en su casa.

—No suelo ir a fiestas. No me gusta que la gente se emborrache, se vuelva agresiva e intenten violarme. Gracias, pero no. —Contesté. Lena me mira en forma de desaprobación y luego cambiar a un puchero. 

—Por favor.— Me ruega por última vez. Pensándolo bien, no estaría tan mal que me divirtiera por un día, hace como un mes que no salgo de fiesta. ¿Que podría salir mal?

—Está bien ... Pero como me aburra me voy a casa.—Contesto a la que se ha convertido en la única amiga de aquí. Acto seguido, mi amiga se abalanzó sobre mi gritando y riendo. 

Fin del flashback

De un momento a otro, noto como un ardor sube por mi garganta. Voy a vomitar. Me levanto como puedo y corro intentado llegar a un lugar más adecuado para echarlo todo, pero algo duro choca contra mi. No me da tiempo a reaccionar cuando vomito encima de éste. He cerrado los ojos por lo tanto no veo nada, pero puedo llegar a distinguir que ese grito ha sido de una chica enfadada y la carcajada de un chico divirtiéndose. Unos tacones se escuchan de fondo, se ha ido lloriqueando. Genial.

 —Puta maldita mierda de vida asquerosa.— Digo maldiciendo cuando ya he acabado. Llevo vomitando como cinco minutos, creo que he sacado hasta las tripas. Me siento en la acera que tengo al lado apartándome del charco de vómito (no quiero darme un baño de algo que ha salido de dentro de mi) y abro los ojos. 

—Parece que alguien se ha pasado un poco con el alcohol.— Doy un pequeño salto aturdida, no pensaba que habría alguien mirando como me muero lentamente. No noto que me ha estado sujetando el pelo mientras vomitaba hasta que he escuchado esa burlesca voz  detrás mio.—Nunca había escuchado a alguien maldecir tantas veces su vida, llevas diciendo eso desde que has empezado a ser una manguera.— Dice mirándome de arriba a abajo y deteniéndose en mi boca con cierta cara de asco. Será capullo. 

—¿Que quieres? ¿No te han enseñado nunca que no se habla con desconocidos?— Digo sin mirarlo aún. Estoy lamentando internamente haber venido, no volveré a pisar una fiesta hasta que tenga treinta años.—¿Puedes largarte? Me harías un gran favor.— Respondo tajante mientras doy por finalizada la conversación, pero el chaval no se da tan rápido por vencido. 

—¡Para el carro fiera! Me has sacado un gran peso de encima, te debo una.— Contesta mientras giro la cabeza hacia el individuo que no me deja en paz con el ceño fruncido. ¿Que me debe una?

Madre de Dios santísima. De repente mis labios se han quedado secos y por inercia, los lamo y los muerdo. Parece un modelo sacado de Abercrombie and Fitch, ¡o incluso mejor! Sus ojos grises resaltan con el pelo castaño Que brazos... Pero ¿que digo? Si parece un mafioso recién salido de Alcatraz. Vamos Carol, céntrate.

—¿De qué hablas?— Pregunto confundida y fingiendo que no he tenido una fantasía bastante sucia para mi. ¿Que ha sido de mi? Esta no soy yo.

—Has echado hasta el desayuno encima de mi acosadora. No la culpo, viéndome ¿quien no querría acostarse conmigo?— Responde con superioridad y una sonrisa socarrona aparece en su rostro. ¿Pero este tío de dónde ha salido? ¿De soyelmejoryelmasguapodelmundo-landia?

—¿Tú no tendrás el ego más alto que el Everest no? Dudo que sepas que es ego, tu corta capacidad de entendimiento me lo está demostrando.— Me levanto torpemente y me bajo el ceñido vestido, no queremos que Carol pase a ser la nueva exhibicionista. ¿Estoy hablando de mi en tercera persona? Esto es penoso, mejor dicho; doy pena. Siempre has dado pena, no te extrañes. Señores y señoras, os presento a Millie, mi subconsciente. No preguntéis porque he puesto nombre de sirena a mi conciencia, es una historia un tanto larga. —Ya me largo yo, señor.—Digo sarcásticamente y me limito a caminar hacia la derecha. No es que mi casa esté hacia esa dirección, es que no tengo ni idea de donde me encuentro y mi orgullo está más alto que su precioso ego. Perdiste tu orgullo junto a tu dignidad hace tiempo, cariño. Cállate Millie. 

Oigo una carcajada sin gracia y pasos mientras camino, parece que le ha dolido lo que le he dicho. ¡Es un violador, corre ahora que puedes, es ahora o nunca! 

—¿Quién te crees que eres para hablarme así, mocosa?— Me agarra fuerte del brazo y me hace girar bruscamente para quedar cara a cara. Me tambaleo un poco aturdida y miro su rostro con el ceño bastante fruncido. Está enfadado y me da miedo, un tipo como él enfadado no es precisamente un santo; musculoso, con aires de superioridad y por lo que deja ver, una buena parte de su cuerpo está toda tatuada. —¿No sabes quién soy yo?— Se acerca más a mi intentando intimidarme, el truco le está funcionando. Noto como sus fosas nasales se agrandan y, su plan se ha ido al garete. Parece un rinoceronte. Se me escapa una risita al comparar al chico malo con un rinoceronte, pero al instante vuelvo a poner mi cara seria.

—Te lo voy a decir paso a paso para que me entiendas. Primero, suéltame.— Digo casi gritando y parto su mano de un manotazo de mi brazo, seguro que me dejará marca. Él me mira como si estuviera degollando a alguien delante suyo. —Segundo, tengo bastante personalidad para creerme ser alguien. Tercero, no me intimidas. No intentes hacerte el duro conmigo porque no lo vas a conseguir. Y tercero, ¿acaso sabes tú quien soy yo? No, ¿verdad? Pues yo no tengo ni el más mínimo interés en conocerte. 

—Mira, mocosa. Yo solo te lo advierto, puedo ser tu peor pesadilla si me lo propongo.—Da un paso hacia mi, quedando a centímetros de mi cara. No me muevo, estaría mostrándome débil. —Y te recomiendo que no me hagas enfadar si no quieres ponerme a prueba. Por tu bien, no te vuelvas a encontrar conmigo.— A medida que voy escuchando, mi cara va desfigurándose poco a poco. No por miedo, si no por estar escuchando tal barbaridad. Pero, ¿este tío se esnifa el lavavajillas cada mañana?  

Lo miro atónita y cuando me dispongo a contestar, una voz hace que me olvide hasta de contar.

—¡Carolina Morgan! ¿¡Qué narices haces aquí?!— Mi hermano. Estupendo, acabas de firmar tu sentencia de muerte. Cállate Millie.



¿SIN ATADURAS?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora