3. Hermosa criatura

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Capítulo 3

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Capítulo 3

Hermosa criatura

Mis ojos se abrieron poco a poco, todo estaba muy oscuro, fruncí el ceño algo adormilada. ¿Todavía era de noche? Mi mente no tardó en traerme imágenes del bosque preocupándome, el sueño salió de mi cuerpo de inmediato permitiéndome estar alerta. Miré alrededor notando la habitación, las ventanas estaban cubiertas por tablas de madera, no podía saber si era de día o de noche.

Toqué mis muñecas, mi cuello, mis brazos y cada parte de mi cuerpo asegurándome de no tener ninguna mordida o alguna marca que indicara algo. Todo parecía estar bien, me levanté apoyando mis botas en el suelo. La cama era algo grande para una sola persona, las paredes estaban desgastadas, la pintura comenzaba a caerse dándole un aspecto tétrico. ¿Cómo había llegado allí?

Caminé hacia la puerta girando el pomo lentamente esperando que alguien viniera a impedirlo, salí de la habitación notando las demás ventanas iguales, ¿Quién habría hecho eso? ¿Dónde estaba realmente? Lo más importante: ¿Quién me había traído? Intentaba recordar pero todo se tornaba borroso y confuso. Avancé hacia las escaleras bajando con cuidado, no escuchaba nada, ¿Estaba sola en la casa? ¿Dónde estaban todos? ¿Y Becca? ¿Estaría bien?

La puerta estaba frente a mí, podía irme sin problema. Fui hasta allí para salir pero me detuve al escuchar algo en la cocina. Mi corazón se aceleró un poco haciendo que mi cabeza doliera, alejé mi mano del pomo caminando lentamente a la cocina, pasando el umbral, me quedé quieta y conteniendo la respiración. El refrigerador estaba lleno de sangre, el suelo tenía un charco increíblemente grande, el color rojo intenso comenzaba a marearme, cubrí mi boca con mi mano.

Con paso inseguro me acerqué para ver el cuerpo que debía estar allí, en efecto, había un cuerpo pero sobre él había otro y éste estaba vivo. Mi mente se colocó en blanco, dejé de moverme, de respirar, de parpadear y hasta dejé caer mi mano. Era un hombre, no se percataba que estaba mirándolo alimentarse.

Dios mío, frente a mí estaba una criatura de esas. Dieciocho años para poder ver una.

Se levantó cuando terminó el banquete, su espalda era ancha, sus brazos se notaban fuertes a través de la camisa manga larga que llevaba, era mucho más alto que yo, su cabello tenía un color rubio muy atractivo, era muy corto y lo llevaba perfectamente arreglado. Escuché una risa amarga y a la vez dulce, no era mía, era de él.

—¿No deberías estar descansando, Mía?

Di un respingo al escucharlo decir mi nombre, retrocedí sabiendo que era inútil. Mis manos se tornaron frías mientras mi mente comenzaba a intimidarme con imágenes falsas de torturas y muertes.

Se giró mirándome, su camisa tenía manchas de sangre por el pecho y por su cuello, sus ojos eran verdosos. Parecía muy normal de no ser por la sangre.

Luz de Medianoche (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora