Rammus

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'OK.'

Idealizado por muchos, ignorado por otros, indescifrable para todos, Rammus, el extraño ser, es todo un enigma. Rammus, protegido por un armazón de picos, inspira teorías cada vez más absurdas sobre sus orígenes donde sea que vaya. Estas pasan por considerarlo un semidiós, un oráculo sagrado y hasta una simple bestia producto de la magia. Sea cual sea la verdad, Rammus se guarda su opinión y no se detiene ante nadie en sus viajes por el desierto.

Hay quienes creen que Rammus es un ser Ascendido, un dios ancestral entre los hombres que acude rodando en ayuda de Shurima cuando esta necesita al guardián blindado. Los más supersticiosos aseguran que es un heraldo del cambio y que aparece cuando la tierra está al borde de una gran permutación de poderes. Otros especulan que es el último miembro de su especie en extinción, que habitaba estas tierras antes de que las Guerras Rúnicas desgarraran el desierto con su magia descontrolada.

Debido a tantos rumores de magia, poder y misterio a su alrededor, muchos habitantes de Shurima acuden a él en busca de sabiduría. Sacerdotes, adivinos y lunáticos aseguran por igual ser conocedores de la morada de Rammus, pero el Armadurillo ha demostrado ser elusivo. A pesar de eso, las pruebas de su existencia se remontan a los tiempos de los mosaicos con su imagen, decadentes ya por el paso de tiempo, en las paredes más ancestrales de las ruinas de Shurima. Los monumentos de piedra con su forma, creados durante el principio de la era de la Ascensión, hacen que muchos lo consideren un semidiós inmortal. Los escépticos aseguran que la explicación es más simple, y que Rammus solo es una de las criaturas de esa especie.

Se dice que solo aparece ante los peregrinos merecedores y necesitados de su ayuda, y que quienes son bendecidos con su presencia experimentan un punto de inflexión en sus vidas. Cuando el Armadurillo rescató al heredero de un enorme reino de morir en un terrible incendio, el hombre renunció a todo y se convirtió en un criador de cabras. Un albañil anciano mantuvo una breve pero profunda conversación con Rammus, y eso lo inspiró para construir un enorme mercado que se convirtió en el animado corazón de Nashramae.

A sabiendas de que la sabiduría de Rammus podía pavimentar el camino correcto, los creyentes devotos efectuaban elaborados rituales para atraer el favor de su deidad. Los discípulos de los cultos devotos a Rammus demostraban su fe inquebrantable mediante una ceremonia anual en la que imitaban su famoso modo de rodar y saltar por la ciudad. Cada año, miles de habitantes de Shurima barren cada remoto rincón del desierto en busca de Rammus, pues muchas de las doctrinas aseguran que el Armadurillo les responderá una sola pregunta si son dignos y capaces de encontrarlo. Dado que su entusiasmo por las delicias del desierto es bien sabido, los peregrinos se arman con mulas cargadas hasta arriba de leche de queso de cabra, cofres llenos de colonias de hormigas sellados con cera y jarras llenas de panales, siempre con la esperanza de atraer la bendición del Armadurillo. Muchos nunca regresan de su viaje al desierto profundo, y menos aún vuelven con historias del semidiós, aunque los viajeros describen que, al despertar, todas esas provisiones han desaparecido misteriosamente.

Tanto si en verdad se trata de un oráculo sabio como de una deidad ascendida o una gran bestia, Rammus es conocido por sus milagrosas hazañas de resistencia. Una vez se adentró en la impenetrable fortaleza de Siram, un imponente bastión diseñado por un hechicero loco. Se suponía que su interior albergaba horrores mágicos inconmensurables, bestias terribles mutadas más allá de lo imaginable, pasillos en llamas y túneles impenetrables protegidos por demonios de las sombras. En menos de una hora, la gran fortaleza se derrumbó formando una columna de polvo, y se vio a Rammus salir de allí rodando. Nadie sabe por qué cruzó Rammus su oscuro portal ni qué secretos desentrañó en el interior de las paredes de basalto de aquella fortaleza. Cuando se produjo la gran inundación, cruzó el gran lago de Imalli en apenas dos días, y excavó varias millas hacia el interior de la tierra hasta alcanzar y destruir un hormiguero de hormigas gigantes y a su reina, pues sus vasallos habían devastado una granja cercana.

A veces, aparece como un héroe benevolente. Cuando algunos establecimientos del norte de Shurima sufrieron el ataque de las tropas invasoras noxianas, las dispares tribus se unieron bajo el Templo de los Ascendidos para defender su territorio. Sus rivales los superaban en número y en entrenamiento militar, y la batalla habría sido una derrota aplastante si Rammus no hubiera hecho acto de presencia. Ambos lados quedaron tan sorprendidos al ver a la elusiva criatura que el combate se detuvo por completo mientras él rodaba entre ellos. Cuando Rammus pasó por el templo, este se desplomó y grandes bloques de roca se vinieron abajo sobre el ejército invasor, aplastando a muchos de sus guerreros. Los soldados restantes, en inferioridad numérica, se retiraron al son de los vítores entusiastas de los habitantes de Shurima. Muchos aseguran que Rammus salvó la ciudad por amor a Shurima, pero hay quien opina que simplemente defendió el territorio en el que crecen sus flores de cactus favoritas. Incluso había un hombre convencido de que el Armadurillo estaba dormido y que no tenía intención de derribar ningún templo.

Sea cual fuere la verdad, las gentes de Shurima atesoran las historias de Rammus. Cualquier niño shurimano podría contar doce teorías sobre el origen de este ser, y la mitad de ellas posiblemente sean inventadas en ese mismo momento. Ahora que la Shurima ancestral se ha alzado de nuevo, las historias sobre el Armadurillo también se han incrementado, y se teme que su presencia sea un augurio de los malos tiempos que se avecinan.

¿Pero cómo podría un alma tan benevolente y epicúrea ser heraldo de una era de destrucción?

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