Capítulo 10

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Ya está confirmado, no hacen falta más pruebas. Scott no tiene nada de coordinación, no puedo parar de reír cuando recuerdo lo ocurrido esta tarde. A mi me encanta la música, pero en el zulo donde nos tenían no podíamos escuchar nada. Cuando encontré una radio entre los cajones de un armario la conecte a la corriente y busque una cadena que se emitiera bien.

Me movía al ritmo de la música. Me encantan todos los tipos, y aún que algunas canciones no me las sabía, no pasaba nada. Me las inventaba.

Scott mientras me miraba sentado en el sofá, con una sonrisa de idiota en sus labios, que dejaban ver sus perfectos dientes blancos. Eso me recordaba que una visita al dentista me haría mucha falta.

Seguí moviéndome en su dirección. Cuando adivino mis intenciones rápido empezó a quejarse, pero vamos, soy yo, ¿cuando me a importado lo que él dijera?

-Cassie no, no se bailar, no tengo ritmo.

-No he hecho nada aún.

-Aun, pensabas hacerlo.

-Y lo haré, vamos sólo un baile. ¿Por favor?

-No, mi no es rotundo. No bailaré.

-Hacia tanto que no bailaba, vamos por favor.

-¿No puedes bailar sola?

-¿Enserio vas a dejar a una chica bailando sola? No me esperaba esto McCall.

-Ahora quedó yo mal, por culpa de una niñata

-Vamos cascarrabias, ¿sabes bailar claqué?

-¡Claqué! Ni hablar, estas mal Cassie, muy mal.

-Es broma viejo. Vamos sólo muevete.

Intenta seguir el ritmo de la música pero le es imposible. Aún que se que lo está pasando mal, no quiere quedar en ridículo. Pero aún así, lo está intentando. Por mi. Nadie habia hecho algo así por mi.

Así que lo tomo de las mano y una la llevo hasta mi cintura, pongo la izquierda en su hombro, y juntamos las manos sobrantes. Empezamos a balancearnos bajo la suave luz del salón, la música acompaña a nuestros movimientos. Me separo un poco y entiende que me tiene que dar una vuelta.

-Dejemos la vuelta mejor ¿no?

-Mejor, jejeje.

-¿Te diviertes?

-No es tan malo como pensaba.

Volvemos a acercarnos el uno al otro. Pongo mi cabeza en su pecho y el deja caer la suya en el hueco de mi cuello, siento su respiración sobre mi piel. Por unos segundos, intento oír por donde va la canción, me estremezco al oír que le quedan segundos para acabar. Me aferro un poco más a él. No quiero separarme de él.

La música termina y los dos levantamos las miradas hasta quedar cada uno enfrente del otro. Me pierdo en sus ojos grises. Noto como me avergüenzo bajo su intensa mirada.

-Gracias por permitirme bailar contigo.

-Gracias por permitirme bailar contigo.

Junto sus cejas al escuchar mi contestación, no era la misma. Yo no solo había bailado con él. Tenía que quitar estos pensamientos de mi cabeza, son sólo imaginaciones mías. No puedo parar de repetirme que sólo es un servicio. Un increíble servicio.

Acabamos de comer, una ensalada con un poco de tinto. Y salimos un poco a la terraza de la habitación.

-¿Donde te gustaría ir?

Cuando La Lluvia CeseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora