Capítulo 12

1 0 0
                                    

¿Como se supone que debo vestirme para visitar a mi suegra? ¿suegra? En realidad no.  Scott insiste en que debe ir a ver a su madre, puede ir solo. Perfectamente podría ir solo. Pero no. Esta empeñado en que vaya con él. Dice que quiere que su madre me conozca. No le veo ningún sentido. Pero bueno, sabiendo como está la mujer, no me cuesta nada conocerla, tampoco a su hermana... por dios, esto es demasiado.

No quería ir muy arreglada, pero también quería dar buena impresión. Estaba hecha un lío. Me habia puesto unos vaqueros ceñidos, una blusa roja, unas botas con algo de tacón y una chaqueta de cuero. Había dejado mi cabello suelto y sólo me había pintado un poco los labios. Por último Scott me puso el collar de la pluma. Estaba lista.

Él llevaba unos vaqueros, sus náuticos marrones un polo celeste y sus gafas de sol. Mentiría si no dijera que se me perdió la mirada varias veces en su espalda.

-Estas hermosa.

-Para nada. Necesitas gafas grandullón.

-No me hacen falta para ver lo obvió.

-Callate ya. Vámonos.

-Como órdenes.

Entramos en el coche, olía a manzana. Veo como se despereza en el asiento. Como preparándose para un viaje largo. En ese momento me abruma la curiosidad.

-¿La casa de tus padres está muy lejos?

Me hago muy pequeña cuando veo su sonrisa. Eso no es bueno. Esa sonrisa nunca es algo bueno.

-A cuatro horas de aquí, más o menos. Tranquila no hay prisa.

-Dios, claro que no hay prisa, pero cuando bajemos de aquí tendremos las piernas de adorno.

-Pararemos en cualquier bar si así lo quieres. No se te hará pesado. Casi todo el trayecto es por la costa, podrás contar los barcos. Además yo soy una gran compañía.

-Ajaams, ¿barcos dices?

Intento evitar su comentario, está claro que no puedo tener mejor compañía, pero me pone nerviosa. No puedo evitarlo.

-No cambies de tema tramposa, duerme un poco, te despertaré cuando lleguemos.

-No pienso dormir, te haré el trayecto agotador, cambiarás de idea en lo de traerme contigo.

-Haber si eres capaz niñata.

-Ahora veras vejestorio.

...

-Cassie, vamos Cassie. Despierta.

-¿Que? ¿Donde estamos?

-Delante de la casa de mis padres.

-¿Como? No. Esto no puede ser. No es cierto estas bromeando.

-No es broma pequeña. Incluso paré a tomar un café por el camino y no parecías tener la intención de despertar. Así que lo pedí para llevar y me lo tomé contigo aquí.

-Pero esto no... ¡yo debía...!

-¿Debías molestarme? Si, tus ronquidos fueron algo molestos.

-Seras... ¡yo no ronco!

-Si tu lo dices... pero vamos, tuve que abrir las ventanas.

Empezó a dar carcajadas. Quería enfadarme. Dios, claro que quería enfadarme, pero ¿como hacerlo? Si él reía. A mi también se me formaba una sonrisa en los labios. Pero esto no quedaría aquí. Las pagarás Scott.

Cuando La Lluvia CeseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora