Capítulo 8

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Bueno, ya estaba preparada. Tampoco me había arreglado tanto, pero con la nueva ropa era fácil estar guapa.

Tenía mi cabello lacio suelto, una camiseta blanca, y un peto ajustado en verde oliva, unas sandalias simples marrones y un pequeño bolso marrón.

Salgo del baño con la cabeza bien alta, ya que tengo que asistir a mi cita con Scott, al menos tengo claro que voy a divertirme. Pero cuando llegue al salón y lo vi, la idea de tenerlo de carabina ya no me parecía tan mala.

Tenía un vaquero ajustado, una camisa azul marino que dejaba ver visiblemente el cuerpo trabajado que tenía, unos náuticos marrones.

Para concluir se estaba terminando de poner una chaqueta de cuero negra, y unas gafas de sol, este chico no es normal, no existe nadie tan perfecto.

-Vaya Cassie, ¿no pensaras ir así vestida verdad?

-¿perdona? Iré como yo quiera.

-Si claro. No te dejaré.

-No eres mi padre Scott.

-Pero te mirara todo el mundo.

-¿Algún problema?

-No me gusta que te miren.

-¿Por qué?

-Porque eres sólo mía Cassie... al menos estas dos semanas.

-¿Sabes que técnicamente voy a una cita, no?

-Calla y larguemonos antes de que me arrepienta.

-Eres un cascarrabias Scott.

-Y tu una niñata.

-Y orgullosa de serlo, muy orgullosa Scott.

Ya estábamos de camino a la playa, no estábamos tan lejos de ella, pero el cascarrabias que tengo a mi lado quiso ir en coche. Dice que si bebo, que según él ni voy a oler el alcohol a su lado, pero que como soy una niñata seguro que beberé a sus espaldas. Y según él, no tiene ganas de cargarme hasta la habitación.

Así que aquí estaba yo, bajo su intensa mirada de ojos grises, bajo esas gafas. No aguantaba tanta tensión, quería saber en qué estaba pensando. Me ponía de los nervios tanto silencio. Pero cuando se dio cuenta de mi desconcierto sonrió levemente. Esa risa me daba aún más temor.

-¿Se puede saber, en qué piensas?

-En lo bella que estás esta noche.

-Aún es de día.

-Verdad, entonces... ¿Cuando oscurezca, estarás hermosa.

-Para ya Scott. Se de que vas.

-¿Como?

-Quieres engatusarme para que cancele mi cita con Ethan, y me quedé contigo.

-Si consigo eso, sólo será un premio incorporado, en realidad sólo quería hacerte sonreír. Estas más bella cuando eres feliz.

-Gracias.

No dijimos ninguno más nada. Nos quedamos en silencio, pero era un silencio agradable, me agarró la mano cuando aparcó haciéndome levantar la vista. Pero no lo encontré a él, sino a Ethan esperándome al principio del muelle. Separé nuestras manos al momento en que mis ojos se clavaron en los de Ethan.

La sonrisa de Scott se desvaneció al notar el porque de mi necesidad de anular el contacto de nuestras manos. Su rostro serio y su mandíbula tensada no me daban buena impresión, pero ya era tarde para echarse atrás.

Cuando La Lluvia CeseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora