Sin salida

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No puedo ver nada, tampoco siento aire y comienzo a tener algo de claustrofobia al palpar con las manos las paredes que están demasiado pegadas a mi cuerpo. Estoy tumbada, dentro de una especie de caja de transporte que no me permite más que incorporarme levemente; no hay luz y el poco brillo del exterior viene de mi cabeza. Levanto la vista y puedo ver que la pared superior está protegida con unas barras que terminan de impedir que salga.

Palpo todos los rincones y busco desesperada alguna forma de escapar, mientras hago memoria intentando recordar cómo narices he conseguido meterme dentro.

La sensación de agobio se convierte en una intranquilidad endulzada con un suave aroma y una ligeramente refrescante corriente que mueve las servilletas y las bufandas de todos los que se sientan al exterior del café. El humillo que desprende mi Cola-Cao caliente parece atraer la atención de Kurt y con una sonrisa se lo entrego, mientras que mi estómago no para de repetirme que es algo que no debería haber hecho.

— Ya no tenemos para más, al menos si queremos salir. Ya me he tomado la mitad: es justo que tú te tomes la otra.

Aunque él ha aprovechado para tomarse un dulce (que al final le ha costado bastante caro), Kurt agradece y se lo toma de un trago. Tras pagar y respirar aire de libertad, cogemos las maletas y nos dirigimos a la parada de la estación, donde nos colocamos estratégicamente. Al salir para hacer el primer trasbordo un grupo de tíos exageradamente musculosos nos esperan.

Saben que queremos huir... ¡¡¡Narices!!! ¡¿Cómo consiguen encontrarnos siempre?!

Corro con todas mis fuerzas mientras escucho un constante zamp a mi lado. Cuando el ruido se detiene, me giro y veo un puño acercándose a mi cada. Lo esquivo y con una patada derribo al hombre. Busco a Kurt y veo como lo están metiendo inconsciente en una caja de transporte para mascotas que cubren con una cadena electrificada. Me abalanzo hacia sus secuestradores y siento una descarga que inmoviliza mi cuerpo y me obliga a desvanecerme.

No recuerdo nada más e intuyo que el resto de la canción es mi cautiverio.

Miro con asco mi prisión e intento desestabilizarla. Aguardo en silencio, esperando una respuesta, algo que me sitúe... o que me mate de una vez...

Escucho unos pasos en la lejanía junto con alboroto ensordecido, un susurro a lo lejos, pisadas y una puerta abriéndose que deja que el ruido termine de entrar para después volver a un silencio absoluto.

Golpeo las paredes de la jaula, golpeo y palpo intentando buscar sutilmente una forma de salir. No consigo escapar y vuelvo a sentir la falta de aire. Golpeo con más y más fuerza mientras maldijo en voz alta. No consigo centrarme ni tranquilizarle y me voy poniendo en una tensión constante antes de que me detengan.

— ¡¡¡Para ya!!! ¡Así lo único que conseguirás es que nos lleves a la muerte!

Me paro de golpe.

No sé si eso me ha calmado o si me ha irritado más.

— ¡Prefiero la muerte si consigo salir de esta jaula de animales! —me detengo un segundo esperando una respuesta y con rabia muevo las paredes de nuevo— ¡¡¡Yo no soy un animal!!!

— ¡Por el amor de...! ¡¡¡Cállate ya!!! —la voz parece tomar aire—. Maldita cría chulita de... ¡No has vivido lo que ha vivido el resto y como sigas así no lo conseguirás! —vuelve a coger aire—... Mira creo que estas algo desorientada y solo te puedo decir que si te cogen es algo malo. Si quieres sobrevivir aquí tienes que permanecer quieta y calladita: procura no llamar demasiado la atención y no pasará nada...

No llamar la atención... Eso no es demasiado complicado. El único que ha tenido problemas para ser discreto ha sido...

— ¡¡¡Rondador!!! —me coloco dentro de la jaula de tal forma que puedo llegar a ver un poco del exterior (aunque está todo demasiado oscuro y me cuesta)—. ¡¿Has visto a mi compañero?!

Memorias de una mutante adolescente #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora