CAP 7

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Hoy es domingo. Hoy es el 80° cumpleaños del abuelo, así que morirá esta noche.  La gente solía despertarse y preguntarse, "¿Será hoy, el final de mis días?" o simplemente se duermen, sin saber si volverán a despertar de la oscuridad. Ahora, sabemos cuál será el día final de la luz o cual noche será la larga noche final. El banquete Final es todo un lujo. Un triunfo del planeamiento, de la Sociedad, de la vida humana y la calidad de la misma. Todos los estudios muestran que la mejor edad para morir es ochenta. Lo suficientemente largo como para poder tener una experiencia de vida completa, pero no tanto como para sentirnos inútiles. Ese es el peor sentimiento que los mayores pueden tener. En sociedades anteriores a la nuestra, podían obtener terribles enfermedades, como depresión, porque ya no se sentían necesitados. Y también hay un límite en lo que la Sociedad puede hacer. No podemos cargar con todas las cosas que nos persiguen cuando pasamos los ochentas. Emparejar para unos genes saludables si nos puede llevar lejos. Las cosas no solían ser así de justas. En los viejos tiempos, no todos morían a la misma edad y había todo tipo de problemas e inseguridad. Podía morir en cualquier parte —en la calle, en un centro médico como lo hizo mi abuela, hasta en un Tren. Podías morir solo. Nadie debería morir solo. Es muy temprano, azul claro y rosa pálido, mientras llegamos al casi vacío Tren de aire y caminamos por el bordillo de cemento hacia la puerta del edificio del abuelo. Quiero salirme del camino, quitarme los zapatos y caminar con mis pies desnudos en el frío y húmedo césped, pero hoy no es un día para desviarse de lo planeado. Mis padres, Bram y yo estamos callados, pensando. Ninguno de nosotros tiene trabajo u horas de lecciones. Hoy es para el abuelo. Mañana, las cosas volverán a la normalidad, nosotros lo superaremos y él se habrá ido.Es lo esperado. Es lo justo. Me recordé aquello a mí misma mientras subíamos por el ascensor. —Tú puedes presionar el botón —le digo a Bram, tratando de bromear con él. Bram y yo solíamos pelear por quien presionaría el botón cuando veníamos de visita. Bram sonríe y presiona el 10. Por última vez , me digo a mí misma. Después de hoy, no habrá abuelo a quien visitar. No tendremos razón alguna para volver. La mayoría de los padres no llegan conocer a sus abuelos así de bien. La clase de relación que tengo con mis abuelos en Farmlands es más común. Nos comunicamos a través de un port cada pocos meses y los visitamos cada pocos años. Muchos chicos ven el Banquete Final a través de la pantalla de un port, además de estar un paso atrás de lo que realmente está ocurriendo. Nunca envidié a esos chicos; siento pena por ellos. Incluso hoy, me siento de esa manera. —¿Cuánto tiempo tenemos antes de que aparezca el Comité? —Bram le preguntó a mi papá. —Media hora aproximadamente —responde mi padre—. ¿Todos tienen sus regalos? Asentimos. Cada uno de nosotros ha traído algo que darle al abuelo. No estoy segura de lo que mis padres escogieron para él, pero sé que Bram fue al Arboretum en busca de una roca que estuviera lo más cerca posible de la colina. Bram me sorprende mirándolo de nuevo, y abre la palma de su mano para mostrarme la roca. Es redonda, marrón y sigue un poco sucia. Parece un huevo, y cuando la trajo ayer, me dijo que la había encontrado debajo de un árbol sobre una pila de paja que parecía un nido. —La amará —le dije a Bram.—También amará tu regalo. —Bram cierra su puño alrededor de la roca. Las puertas se abren y nos abrimos paso por el recibidor. Le hice una carta al abuelo como regalo. Me desperté temprano esta mañana y pasé un tiempo copiando y pegando sentimientos en el proceso de elaboración de la carta en un programa de la PC. Antes de imprimir la carta, encontré un poema de la década en la que él nació y la incluí. No muchas personas se interesan en la poesía después de terminar la escuela, pero al abuelo siempre le ha gustado. El lee los Cien Poemas una y otra vez. Una de las puertas por el pasillo se abre y una mujer asoma su cabeza.—¿Van al banquete por el Sr. Reyes? —pregunta, y ni siquiera espera nuestra respuesta—. Es privado, ¿cierto? —Lo es —dice mi padre, deteniéndose educadamente para hablar con ella, a pesar de que muere por ver a su padre. Él no puede evitar mirar hacia la puerta cerrada del abuelo. La mujer gruñe un poco. —Desearía que fuera público. Me gustaría ir para coger algunas ideas. Mi banquete es en menos de dos meses. Puedes apostar a que será público. —Se ríe un poco, un corto y profundo sonido, luego pregunta—. ¿Puedes venir y contarme como es después de todo? Mi madre llega al rescate, como siempre hacen el uno por el otro. —Quizás —dice Mamá, sonriendo, toma la mano de mi padre y le da la espalda a la mujer. Escuchamos un suspiro de decepción y luego el clic de una puerta detrás de nosotros cuando la mujer cierra la puerta. La placa de la puerta decía Sra. Nash,y recuerdo que el abuelo nos había hablado sobre ella. Ruidosa , la describió. —¿No podría esperar por su turno, en vez de hablar de ello en el día del abuelo? —Bram susurra, abriendo la puerta de la residencia del abuelo. Ya se siente como un lugar diferente. Más silencioso. Un poco más solo. Creo que es porque el abuelo ya no está sentado al lado de la ventana. Hoy, el descansa en una cama en la sala de estar mientras su cuerpo se apaga. Justo a tiempo. —¿Me podrían mover hasta estar junto a la ventana? —El abuelo pregunta, después de saludarnos a todos. —Por supuesto. —Mi padre alcanza los bordes de la cama y empuja de ella suavemente hasta la suave luz de la mañana—. ¿Recuerdas cuando hiciste esto por mí? ¿Cuándo tenía todos esos sueños de pequeño? El abuelo sonríe. —Era una casa diferente. —Y una vista diferente —coincide mi padre—. Todo lo que podía ver era el jardín delantero y la pista del Tren Aéreo si miraba hacia arriba. —Pero además de eso estaba el cielo —dijo el abuelo suavemente—. Casi siempre puedes ver el cielo. Y me pregunto ¿Qué habrá después del cielo? ¿Y después de esto? Invité a mis amigos a venir, después de que se marche elcomité —dijo el abuelo—. Y después que se vayan me gustaría estar un tiempo a solas con cada uno de ustedes. Comenzando contigo, Abran. Mi padre asiente. —Por supuesto. 

Juntos(Ally Condie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora