Capítulo 10

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—¿En serio lo crees? —Había algo más que agradecimiento en su mirada, parecía esperanza.
—Sí —Contesté sinceramente. —Siempre he admirado a Aka-Chin por ser tan fuerte, creo que eres un gran capitán también.
Mis propias palabras empezaban a hacer que me avergonzara. —En realidad... Agradezco que hayas estado con nosotros estos años.
Y ahí estaba, la mirada tranquila y la ligera sonrisa que tanto adoraba en el rostro de Aka-Chin.
Me le quedé mirando por unos segundos, y llegó a mi cabeza.
"Le gustas a Akashi-kun".
—Hey, Aka-Chin...
—¿Qué pasa?
—Yo... ¿Yo te gusto?
La cuchara se le resbalo de la mano, generando un fuerte sonido al chocar con la taza. Después de mirarme con los ojos bien abiertos noté sus labios temblar y un segundo después bajó la mirada.
—¿Por qué lo dices...?
—Ah, no, eh... Yo supuse...
—Para eso me invitaste, ¿no? Solo querías saberlo. —Sus manos temblorosas estaban cerradas fuertemente y empezaba a hablar entre dientes. —A decir verdad no me importa si te has enterado o no.

Ese era un sí.
Se levantó de la mesa. —Ya... Ya no importa más. Porque se que es enfermizo, sé me alejarás como si fuera un insecto de ahora en adelante... Pero está bien para mí.
—Aka-Chin no es eso, me enteré pero quería hablarlo contigo... De verdad estoy tratando de sentirme igual que tú. Porque yo aprecio mucho a Ala-Chin, pero no sé si pueda significar que me gustes. Yo... Yo no quiero que me odies Aka-Chin. —Dije todo tan rápido que no lo pensé ni un solo momento.

—...Intenté odiarte Atsushi, de verdad lo intenté. Después de lo que hiciste era la única salida que veía... Podía hacerlo, podía odiarte con toda mi alma, pero no quería —Removió ligeramente su flequillo para revelar un rostro sin esperanza y triste. —El pago por mi café está aquí. Ahora, si me disculpas...
Quitando la mano cuando avanzó noté el dinero. Él avanzó por entre las mesas sin lentitud pero asegurándose de no chocar con ninguna.
¿De verdad iba a dejar que se fuera otra vez?
Dejé el dinero de mi postre, me levanté rápidamente tirando la silla y salí detrás de él.
Salí, y noté que ya no había gente en la calle; miré hacia la derecha. No estaba. Miré hacia la izquierda y avanzaba a paso veloz, estaba alejado.
Y yo salí corriendo también.
—¡Aka-Chin!
Estaba ya cerca de él, se sobresaltó y esperé verlo voltear sorprendido, quizás aliviado... Pero su rostro estaba lleno de furia.

Dulces Amargos [MuraAka]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora