Capítulo 1: Fresas con crema

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Dominik tiene seis años, ama mucho a su Mami Ruperta y adora salir con su Papi Ernesto las tardes de verano a pescar, Cesar su hermano mayor es muy divertido aunque a Dominik no le agrada cuando lleva a su novia a la casa, porque él piensa que es muy odiosa igual que sus compañeras de salón.

Dominik sabe que no debe pensar de esa forma de las niñas, Ruperta le ha dicho innumerables veces que las niñas son tan delicadas como las muñecas de cerámica de su tía Fernanda, pero aun así a él se le hacen muy molestas y cobardes.

Siempre gritan cuando ven un gusano y no les gusta jugar con sus carritos, siempre hablan de muñecas y no les gusta hacer pasteles de lodo como a Dominik, porque a él le encanta hacer pasteles de lodo y más si lleva algún decorado de hojas y lombrices, según él es una obra de arte.

Por eso Dominik cree que es aburrido jugar con las niñas, por que ellas odian ensuciar sus bellos y despampanantes vestidos, prefieren mil veces hablar de príncipes azules de tercer grado que de cualquier otra cosa, por eso el prefiere jugar con los niños de su salón, cree que es más entretenido, por que a ellos no les preocupa encontrar una que ora lombriz pegada a sus zapatos.

Todos los días Dominik juega con los niños de su salón a la hora del recreo, les gusta correr por todos lados y no se molestan con el cuándo les pide que le ayuden a buscar lombrices para ir a pescar con Ernesto. Había veces que habla con sus amigos de lo genial que era la nueva película de Batman y Superman y del capítulo del Chavo de Ocho que vio ayer; jugaba tanto en el recreo que en ocasiones Dominik se quedaba dormido en el salón y por eso la maestra Marisol le regañaba.

***

Era una tarde de Marzo cuando Dominik jugaba a las escondidas con sus compañeros de salón, no sabía dónde esconderse por lo que decidió entrar a uno de los salones y meterse debajo del escritorio del maestro - seguro que nadie me encuentra aquí - pensó Dominik, porque él era muy inteligente, por lo menos eso le había dicho Ruperta cuando saco 8 en un examen de Matemáticas.

La puerta se abrió bruscamente y Dominik no pudo evitar sorprenderse, escucho unos pasos en el salón y se asomó con cuidado, tenía miedo de que el monstruo que vivía en el armario le hubiera seguido a la escuela, pero se tranquilizó cuando vio que el pelaje morado era sustituido por una cabellera negra y unos ojos verdes.

Dominik salió curioso de su escondite y analizo al niño que permanecía justo enfrente de el por un rato, era más alto que él y bastante lindo, se parecía mucho al príncipe de la película que vio con Ruperta, La Sirenita recordaba que era, le había gustado tanto que le había pedido a Ruperta que le comprara un libro para colorear. Ahora lo llevaba a la mitad.

-¿estás bien?-pregunto Dominik en un susurro casi como si no quisiera hablar, pensaba que quizás el niño se había caído.

Dominik ya se había caído antes y sabía que dolía mucho, recuerda bien que lloro por bastante tiempo hasta que la enfermera le regalo una paleta. Pero viéndolo mejor el niño no lloraba y Dominik olvido esa posibilidad de inmediato.

El chico volteo y miro a Dominik curioso, nunca le había visto antes, ni a la hora del recreo, ni a la hora de la salida, observo su castaño cabello hecho un nido de pájaros, sus grandes ojos almendrados, brillantes y su blanca carita, paseo sus ojos por el rostro delicado de Dominik y pensó enseguida que su piel era tan blanca como un bombón, miro sus labios y se le antojo comer de las fresas que vendían en el mercado.

- tengo hambre, pero olvide mi almuerzo -y había dicho la verdad por que había olvidado su amada loncheras de Bob Esponja que su Mami Susan le había comprado el año pasado y no vio inconveniente en contárselo a Dominik aun cuando no le conocía ni de vista.

Roses InocentesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora