Capítulo 3: Los anillos.

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Oliver miro a su papá Roberto mientras su mamá Susan le servía el desayuno, al lado de él estaba su hermana Cáterin y su hermano Evan, todos hacían algo que les mantenía ocupados.

Cáterin jugaba en su teléfono, Evan comía pacientemente mientras miraba el programa de la televisión con Susan a su lado y Roberto tomaba café mientras leía el periódico.

Oliver miro la manos entre lazadas de sus padres y se dio cuenta de que ambos tenían un anillo de oro en la mano izquierda, parpadeo un poco y reacciono – ¡eso era! – pensó alegre al darse cuenta de que de esos anillos hablaba Dominik.

-papá, necesito unos anillos-tomo la cuchara y la hundió en el cereal de bolitas de chocolate.

-¿para que necesitas eso, hijo?-pregunto Roberto dejando de lado las revistas.

-para mi esposa-dijo naturalmente llevándose una cucharada de ese delicioso cereal a la boca.

Todos dejaron de moverse para ver al más pequeño de la familia, Susan bajo el volumen de la televisión mientras miraba a su retoño un poco sorprendida.

-¿tu esposa?-pregunto Evan lleno de curiosidad mientras dejaba el vaso jugo de naranja frente a su plato de cereal.

-ayer nos dimos un beso como lo hacen mamá y papá-menciono aun masticando la poca comida que tenía e su boca dejando a los presentes un poco atontados- y dijo que quería un anillo porque su mamá le había dicho que las personas que tienen anillos iguales pueden besarse entre ellos todo el tiempo, como tú y mamá, papá-concluyo meneando su cortas piernas por debajo de la mesa ansioso de que Roberto le comprara los anillos.

Roberto miro a Oliver seriamente, se preguntó en que momento su pequeño campeón se había vuelto tan grande, si para el que hace poco y usaba pañales, según hasta hace unos días necesitaba rueditas auxiliares para su bicicleta y ahora estaba ahí frente a él, hablando de esposas y anillos.

-¿Cómo se llama la niña, hijo?-pregunto Susan, que de alguna forma tenía el ligero presentimiento de que se equivocaba en algo-

-Dominik, se llama Dominik-informo con una radiante sonrisa a su expectante grupo de fans-y es un niño mamá, no una niña-y parecía que el aire se atoro en la garganta de todos.

Evan miro asombrado a su hermanito, él no tenía nada en contra de que se hubiera besado con un niño, no le importaba si en el futuro resultaba ser homosexual, para Evan, Oliver seguiría siendo su hermanito, lo que le preocupaba era...otra cosa.

Roberto le miro unos segundos bastante preocupado, no se imaginaba tal cosa, no estaba molesto ni mucho menos pero le preocupaba que el pequeño suceso no fuera solo una simple travesura infantil, lo que le angustiaba es que Oliver se volviera realmente homosexual, el sabia lo difícil que era para ese tipo de personas tener una vida tranquila, lo sabía por qué su hermano era igual.

Susan ya lo presentía por lo que no se angustio para nada, tan solo sonrió por la inocencia aun plena de su hijo y rogo a Dios que la vida no fuera tan dura con él.

-¡qué asco!- grito Cáterin levantándose bruscamente de su silla-los niños no se pueden besar entre si Oliver, eso está mal-le volvió a decir mientras sacudía sus manos intentando ponerle peso a su argumento.

-¿Por qué? A mí me gustó mucho-respondió inocentemente el pequeño, no entendía porque su hermana gritaba.

-¡Oliver eso es asqueroso!-grito la chica de castaños cabellos.

-¡vasta Cáterin!, deja en paz a Oliver-interrumpió Susan mirando con el ceño fruncido a su hija.

-¡si a Oliver le gusta déjalo ser, es el quien decide no tú!-grito Evan sorprendiendo a la familia.

Lo cierto era que Evan no era un chico de muchas palabras, a pesar de tener quince años procuraba pensar bien las cosas antes de actuar por lo que casi siempre entendía perfectamente los problemas a los que se enfrentaban con total tranquilidad, era casi imposible oírle gritar; sucedía solo en casos muy especiales, como ahora.

A diferencia de Cáterin que aun teniendo dieciocho era inmadura y caprichosa, nunca pensaba lo que hacía y se dejaba llevar muy fácilmente por sus sentimientos, toda una niña consentida.

Cáterin miro molesta a su familia, tomo sus cosas apresuradamente y sin decir nada salió de casa directo a la escuela.

Cáterin era homofóbica, odiaba con todo su ser a los gays, pero más que nada era puro resentimiento. Antiguamente ella vivía despreocupada por aquellos seres que parecían afectar la sociedad, los ignoraba porque no tenían nada que ver con ella hasta que conoció a David.

David era el chico ideal, media un metro setenta y cinco, algo bastante normal teniendo dieciséis años, su cabello era rubio y tenía unos hermosos ojos esmeraldas, era amable, inteligente y respetuoso, lo había conocido cuando tenían quince, pero ella había caído completamente enamorada un año después, le gustaba tanto que siempre le compraba algún regalo entre semana tan solo por satisfacción, sin embargo todo había cambiado tres semanas después de que David cumpliera diecisiete cuando la había citado en el parque de la ciudad.

Ella había pensado que se le declararía y comenzarían a salir, se imaginó sus cumpleaños, navidades y san valentines juntos, pero estaba equivocada, MUY equivocada.

Ese día David le había llamado para presentarle a su novio Francisco, David pensaba que eran lo suficientemente cercanos como para contarle de ello.

David le presento a Francisco amablemente, le dijo que llevaban tres años saliendo, le conto como se habían conocido en aquella exposición de libros y le dijo que Francisco estaba por concluir la universidad en la especialidad de Administración de Empresas Turísticas, para David todo había salido muy bien, pero no era para nada de esa forma.

Cáterin en un arranque de furia esparció el rumor pro toda la escuela, los bravucones no tardaron en hacer su aparición molestando a David todos los días desde la mañana hasta la tarde y Cáterin se sentía genial, se estaba vengando, ¿de qué? Quién sabe.

Tiempo después David dejo de ir a la escuela hasta que termino el segundo año de prepa y en vacaciones Cáterin se enteró de que se había figado de casa y ahora vivía con Francisco en su departamento, si, David tenía su historia feliz y Cáterin se había vuelto una zorra; pero su familia obviamente no sabia eso.

Por eso no podía aceptar que su hermanito se la pasara besando niños por todos lados – lo cual obviamente no era verdad – le dejaría en paz, pero eso no significara que estaba de acuerdo.



....



Olive miro con ojos acuosos a Susan, no entendía por que se hermana Cáterin se había enojado tanto con el, solo había dicho la verdad.

Le había gustado besar a Dominik aquella tarde y quería los anillos para poder besarlo de nuevo todas las veces que quisiera, como el buen esposo que pretendía ser.

Sin embargo ese mismo día al regresar de la escuela su hermana Cáterin no le miro ni le hablo, durante el día, ni al siguiente, ni el siguiente.

Eso le entristecía porque él amaba mucho a su hermanita pero por lo menos habían pasado cosas buenas.

Dominik había aceptado el anillo gustoso y ahora se besaban cada vez que podían sin que los maestros los vieran, porque Roberto le había dicho que era mejor guardar el secretito, le dijo que si lo hacía podría invitar a Dominik a la casa todas las veces que quisieran y eso le lleno de alegría.

~MoRaRetse

Roses InocentesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora