S E I S

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                                                     San José, Costa Rica. 26/6/2016


Aterrizamos en San José pocas horas después de que el helicóptero aparezca. Ha sido un viaje tranquilo en el jet privado de Alex, silencio y serenidad. Él se ha metido en una especie de sala donde al parecer hay una cama o algo así; y yo sin embargo me he sentado con mis cascos y mi música y he estado todo el viaje contemplando el paisaje. Hermoso paisaje. A medida que nos acercabamos a Costa Rica todo se volvía más y más majestuoso. Ahora estamos esperando un coche para poder desplazarnos por todo este bonito país además de que nuestro alojamiento no está ni de lejos en San José, porque claro, es Alex + dinero y no lo digo yo, son sus palabras exactas.

-¿Me vas a decir ya la zona o vas a esperar a que me muera? -me apoyo en mi maleta y le miro mientras entrecierro los ojos- Espera, creo que ya se cual es tu respuesta -resoplo.

-Obviamente, si te dijese a donde vamos seguro que lo buscas en internet y eso me quita ventaja.

-¿Ventaja respecto a qué?

-Tu nivel de sorpresa. Si te lo digo no tendría gracia -se sienta a mi lado- Tu solo crea unas espectativas enormes, que te digo yo que lo que vas a ver te va a encantar.

-No te voy a mentir Alex, me siento muy privilegiada de estar aquí ahora mismo.

-Y más conmigo -me guiña un ojo- Y fijate que al principio te negaste a venir. No puede ser contigo, señorita amargada.

-Gracias por sacar lo peor de mi, tonto -miro mi reloj, y suspiro- ¿Dónde está ese maldito coche?

-Éstas impaciente, lo noto, y me gusta.

-¿Y no podemos ver San José?

-Si tu quieres sí. Mira ahí viene nuestro coche.

Un coche negro brillante se acerca a nosotros y para ser sincera no entiendo casi de coches pero parece bastante caro. Es muy bonito.

-Buenos días, Señor Walker. Aquí tiene su coche, recién limpio. -un hombre con la piel tostada y en traje le da la mano a Alex y acto seguido le tiende las llaves. Su mirada se dirige a mi y sonríe- Señorita, espero que disfruten de éste hermoso país.

-Gracias José -Alex le da una palmada en la espalda- seguro que lo hacemos, ¿verdad, Olivia?

Sonrío y llevo mis maletas hacia el coche, la verdad que desprende un olor muy rico, tal vez sea coco. Abro las puertas y observo detenidamente. Creo que nunca voy a estar en un coche taaaaaaaaan caro. Le robo la llaves a Alex y le cedo el asiento de copiloto.

-¿Pero qué es esto? -hace un mohín- Es mi coche, quiero conducirlo yo.

-Pues no me da la gana, vamos a ir a ver San José y yo voy a conducir. Punto.

-Vale vale -levanta las manos en señal de rendición- Tu mandas, jefa.

Arranco el coche y nos ponemos rumbo a la capital, que todo como todo lo que he visto hasta ahora me encanta. Está llena de gente y color. Se respira buen ambiente por cada recodo. Me animo a poner la radio a ver que suena por aquí y me encanta oir ritmos latinos (reggaeton no, gracias) que te hacen querer bailar hasta que el sol caiga. Buscamos aparcamiento y nos lanzamos a caminar , intentando encontrar una oficina de turismo. Un amable costarricense, nos da varios folletos y nos explica las zonas más turísticas. Me sorprende saber que Costa Rica es un país que no tiene ejército y que casi todo es verde y más verde. Mientras que Alex sigue hablando con alguien, me llama la atención el teatro y la obra que se está representando ahora mismo. Orfeo y Eurídice. Adoro esa historia. Orfeo era poeta y músico. Tocaba tan bien la lira que amansaba a los animales salvajes y las piedras y los árboles se movían para poder escucharle. Su padre era el dios Apolo. Su madre era Calíope una de las nueve musas que inspiraban a los poetas. Estaba muy enamorado de su esposa, la ninfa Eurídice, y eran muy felices. Pero un triste día, Eurídice paseando por el campo pisó sin darse cuenta una serpiente que le mordió en un tobillo. Eurídice murió y Orfeo se puso muy triste, se le quitaron las ganas de tocar la lira y ya no quería cantar ni recitar poesías.Orfeo no podía vivir sin Eurídice por lo que decidió ir al Hades para buscarla. Así que sin decir nada a sus amigos ni a su familia cogió la lira y se marchó. Después de muchos días de viaje llegó a la laguna Estigia donde el barquero Caronte no quiso cruzarle al otro lado en su barca porque sólo cruzaba a los muertos y Orfeo estaba vivo. Entonces Orfeo entonó un canto tan hermoso que hechizó a Caronte y lo pasó al otro lado de la laguna. Hizo lo mismo con el Cancerbero y con las tres furias. Cuando llegó al palacio del dios Hades y la diosa Perséfone, Orfeo les cantó su amor por Eurídice y los convenció para que la dejaran marchar. Los dioses aceptaron pero con la condición de que Orfeo no mirara ni una sola vez hacia atrás hasta que no llegara al mundo de los vivos. Empezó el viaje de vuelta sin mirar atrás pero, cuando llegó casi a la salida dudó de la palabra de los dioses, se dio la vuelta y vio a su amada Eurídice que lo seguía pero, por haber desobedecido, Eurídice desapareció y volvió al reino de los muertos. Zeus decidió admitir en el Olimpo a su hijo Dionisos porque había inventado el vino, pero Orfeo no quiso aceptar al nuevo dios porque no le gustaba su forma de comportarse. Dionisos enfadado envió a las Ménades a castigar a Orfeo que le cortaron la cabeza y partieron su cuerpo en pedacitos. Las musas recogieron los trozos del cuerpo de Orfeo y los enterraron al pié del monte Olimpo donde se dice que los ruiseñores cantan con más dulzura que en ningún otro lugar. Apolo llevó la lira de Orfeo al cielo y formó la constelación que desde entonces lleva el nombre de la Lira. Orfeo fue al Hades y en los Campos Elíseos encontró a Eurídice de la que no se ha vuelto a separar jamás.

Definitivamente tenía que ir a ver la obra, sin que él me vea, voy a hacia las taquillas.

-Hola, quería dos entradas para Orfeo y Eurídice.

-¿Para hoy?

-Sí, gracias.

Vuelvo al lado de Alex bastante feliz, me mira y esboza también una sonrisa. Parece un niño pequeño tan relajado y sonriente.

-Tengo una sorpresa para ésta noche, espero que te guste. Solo hay un pequeño problema -me muerdo el labio y pongo ojitos- Probablemente tengamos que posponer el viaje hasta la casa hasta mañana.

Él suspira, pero asiente.

-Está bien... pero espero que sea algo bueno... ¿Reservamos hotel entonces?

-Claro, vamos a tomar algo y busco en internet. Pago yo.

No me parece correcto que Alex pague todo, asi que esto es un regalo, espero que le guste. Lo he hecho con mucho cariño.


***


-Nada... -suspiro y bebo de mi coca cola- Solo queda habitaciones solas, tendríamos que dormir juntos.

-A mi no me importa, ya lo sabes, he dormido con muchas mujeres. El problema en este caso lo tienes tu.

-Si no hay más remedio no me importa, para mi eres como un hermano salido, pero hermano al fin y al cabo. Reservado. ¿Preparado para el plan de ésta noche? Tendrás que vestirte bien.

-Vale, pero antes vamos a comer, por favor me muero de hambre. Y después a dormir, estoy molido.

Tras un arroz muy rico, dos siestas y dos duchas, Alex ya está preparado. Lleva unos pantalones arreglados color crema y un polo blanco que resalta su piel. Está muy guapo. Sin embargo, yo, todavía no sé que ponerme.

-¿Quieres que te elija yo la ropa, amor mio? -grita Alex desde la cama- No tardaré nada.

Yo estoy en el baño secandome y sin saber que ponerme. Tan poco es tan difícil, ¿no? Miro entre mis vestidos y ninguno me convence. Bueno, quizás éste de flores. ¿Flores? ¿Vas a llevar flores al teatro? ¡Además es amarillo! Quita quita.

-¡Ponte el blanco! ¡Así vamos a conjunto! -otro grito.-

La verdad que no es mala idea. Cojo el vestido blanco y me lo pruebo por encima, vamos allá. Tiene un corte muy bonito en el final, y llega hasta la mitad de los muslos. No ésta mal. Con vuelo. Me encantan esos. Me recojo el pelo y me maquillo un poco y estoy lista. Salgo y él se levanta de la cama y asiente.

-Muy guapa, ahora vamonos, Señorita Johnson -me tiende el brazo y yo lo acepto.



-¡De verdad, me ha encantado! ¡Preciosa! -grita Alex ahora él desde el baño. Parece que Orfeo y Eurídice lo han cautivado- Tienes un gusto exquisito. Quiero volver a repetir. Quizás la última noche que estemos en Costa Rica, si aún está en función.

-Claro que sí, es mi historia de amor favorita. La vería miles de veces. -bostezo y me estiro- Tengo sueño, ha sido un día largo. Buen....as n...oche..s -pierdo la conciencia poco a poco-

Él se tiende a mi lado boca arriba y sonríe.

-¿Sabes? A veces me gustaría ser como Orfeo. Excepto en la última parte. Yo no lo habría jodido todo.







Summer Road | #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora