despedida.

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Hace tiempo que no hablamos y no se si alguna vez volvamos a hacerlo, pero sin importarme eso hoy escribo para ti como ya es costumbre.

Ya han pasado días sin tu presencia en mi mundo, te haz ido, no te despediste ni mucho menos me diste alguna razón, solamente te marchaste.

Tu recuerdo se desliza por debajo de la puerta e inunda el ambiente con tu aroma, se acerca a hurtadillas hasta mi cama, puedo sentir tu cuerpo junto al mio.

Pero sólo es una ilusión que se desvanece con el primer rayo de sol.

Tu ausencia se hace más notoria en mis noches, y me he puesto a recordar cada momento que vivimos juntos, como me llamabas con esos apodos cursis y empalagoso que nunca me habían gustado hasta que salieron de ti.

Extraño nuestras pláticas, quedaron tantos temas pendientes por hablar, aún recuerdo el brillo de tus ojos, ese que surge cuando hablas de las cosas que te gustan y lo bien que encajan nuestras manos, hechas a la media la una para la otra.

La calidez de tus brazos siempre me reconfortaba, no había lugar más seguro en el mundo que tus brazos: al abrazarte sentía como todos mis problemas se desvanecían y sólo existías tu.

No se como podré olvidarte si te conozco mejor que a mi mismo, no quiero hacerlo, pues sería olvidar a la persona que me hizo sentir realmente vivo.

Y si en otra vida volvemos a coincidir juro hacer las cosas bien y decirte lo que siento sin pensar en mí orgullo, dejando todo de lado, sin importar nada más en el mundo que lo que siento por ti.

Noches De InsomnioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora