Capítulo 6: "Claridad"

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¿Acaso alguien se espera caer a una altura de mil metros? ¿Alguien pensó que existían otros mundos?

Seguramente no.

Faltaban pocas horas para salir al campo de batalla. No dejaba de pensar en que hacer.

Mitsu entró en mi habitación seria.

-Detén esta locura - exigió. - Si no, moriremos todos.

Es cierto que también dudaba de este plan. ¿Cómo iba a detener semejante catástrofe?

-¿Cómo lo consiguió mi abuelo? - pregunté.

La chica apartó la mirada. Miró mi alforja y sonrió.

-Con las cartas.

-¿Qué?

-Esas cartas son especiales - explicó. - Te serán útiles.

-¿Cómo?

-Él nos dijo que tenías que descubrirlo tú mismo.

Yo mismo. Esas palabras eran propias de mi abuelo.

Un hombre reservado. Siempre que íbamos a visitarlo, estaba en el mismo polvoriento sillón.

Me contaba cuentos fantásticos. De hadas, del espacio, dioses y diosas...

¿Habrá sucedido todo aquello? Es decir, estoy en un mundo de caballeros. ¿Sacaría sus historias de esto?

Él murió un invierno. Sencillamente, murió de vejez.

Por lo menos se despidió...

·····························································

-Llegamos - dijo el cochero que llevaba la carreta.

Bajamos temblorosos.

-Ánimo - me dije.

Nos colocamos en el puente esperando el ataque enemigo.

A lo lejos avistamos un grupo de personas con una bandera negra con un dibujo de un dragón rojo.

-Sin duda son ellos - afirmó Mitsubi. - Preparaos para atacar. Tenemos que intentar ganar tiempo.

Ellos llevaban espadas como arma. Yo llevaba las manos desnudas.

-¿No me dais arma? - pregunté asustado.

No contestaron.

Uno de los del grupo enemigo se acercó sólo a nosotros.

-Apartaos - ordenó. - No perdáis el tiempo y vuestras vidas en esto.

Posó su mirada en mi.

-¿En serio? ¿Un crío?

Parecía a punto de reírse. Cerré los puños con fuerza. Endou me apartó con una mano.

-No nos iremos. Ya os vendimos una vez, lo volveremos a conseguir.

-Esta vez no está Hagashima - rió. - ¿Cómo vais a derrotarnos?

-Con valor.

Se fue con su grupo. Yo seguía ofendido con aquel sujeto.

-Quédate detrás.

-¿Por qué?

No pudieron responder. El ejército de había puesto en marcha.

Cinco de nuestros aldeanos fueron a atacar.

Nosotros quedamos observando el espectáculo.

Nada más llegar a ellos, los mataron.

Endou y Mitsubi fueron a atacar.

-¡No te muevas! - repitió el anciano.

No podía quedarme sin hacer nada. Quería ayudar.

Mitsu consiguió noquear a un par de soldados. Endou a seis.

El líder alzó una mano. Los que seguían con vida de retiraron.

Los dos aldeanos miraron extrañados al comandante.

De detrás de una colina, salieron disparadas miles de flechas.

-¡Corred! - grité.

Miraron hacia arriba. Ya era demasiado tarde...

Los cuerpos sin vida de mis compañeros estaban tirados en el suelo.

El jefe del escuadrón se volvió a acercar a mi.

-Chico, tu tienes mucha vida por delante. ¿Por qué no te vas con tu mamá?

Abrí los ojos con fuerza.

-No sabes con quien te estás metiendo.

Yo soy Tsuki. Tsukiteru Hagashima.

De mi mano apareció una espada.

Cerré un gigantesco tajo en el pecho del hombre.

Este vomitó sangre. Aún lleno de furia, lo rematé clavando la espada en su cabeza.

Lo normal sería que se hubiera muerto y punto. Pues no. Desapareció dejando tras de si unos pixeles azules flotantes que al poco rato desaparecieron.

Lo mismo ocurrió con mis compañeros y a los demás muertos.

No le presté mucha importancia. Miré fulminante a el resto de enemigos.

Estes se asustaron y se fueron corriendo.

-¡Ir corriendo a ver a vuestras madres!

Ahora todo lo vía más claro.

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Fui a las demás zonas de defensa para avisar que ya había terminado.

Al llegar a otra de las zonas donde ayudaba el pueblo me preguntaron por Mitsubi y Endou.

-Desaparecieron...

-Entonces han muerto... - dijo uno.

Al parecer, así es cómo se muere en otros mundos.

Me parece una forma menos violenta.

-¿Y Kento? - preguntó un soldado.

-¿Kento? - pregunté extrañado.

Se miraron unos a otros asustados.

-Esto no ha acabado.

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