Parte 14: EL FIN

21 3 7
                                    

DOS SEMANAS DESPUES.

Era el día de la fiesta en la mansión de los Scott, su padre y mucha gente importante estaría por allí, pero aún es temprano para la fiesta.

De todos modos ya tengo el vestido, los zapatos y los complementos que voy a llevar, salgo de la habitación con un moño alto, una camisa de Elliot y calcetines.

- Buenos días.- me dice Alex vestido con una camisa de botones blanca y pantalones de vestir.

- Vaya, que elegante recibimiento.- le digo medio riéndome mientras él se intenta poner bien la corbata.

- Me tengo que ir a casa de mi padre con Austin, pero no puedo con esta cosa.

Me acerco a él, le anudo la corbata y se la coloco como un buen profesional que será en unos años.

- Gracias, eres la mejor.- me dice con un gran abrazo.

- No hay de qué, dentro de poco serás mi pequeño cuñado.

- Sí.- me dijo sonriendo y abrazándome de nuevo.

- Vas a matarla si sigues así.- dijo la voz de Elliot medio ronca por lo adormilado que está.

- No la voy a matar, solo quiero que sepa que la adoro y que será lo mejor que le ha pasado a nuestra familia. Además, quien sabe, a lo mejor es capaz de ablandar a papá.

- Lo dudo.- dijo Austin vestido como uno de los men in black.

- Buena suerte chicos, nosotros vamos un poco más tarde.

- Gracias, adiós.- dijeron los dos a la vez.

Unas horas más tarde yo estaba casi preparada. El vestido me lo había comprado Elliot hacía poco, era de un verde medio oscuro y algo ceñido, pero con un vuelo al final de la falda que me encantaba, además de una flor de tela a un lado de la cintura, de un verde algo más claro. Me recogí el pelo dejando algún que otro rizo fuera para que adornara un poco más mi cabello y como joyas solo llevaba el anillo de compromiso y los pendientes que mi madre me había regalado el día que me gradué en la academia de música.

Cuando salí de la habitación y Elliot me vio se quedó mudo.

- Estás preciosa, más de lo normal, si cabe.

- Muchas gracias.

- No agradezcas las verdades, eres hermosa y esta seré la envidia de todos los que allí estén.

- Eres incorregible.- le dije besándolo en los labios.

Me llevó al coche con una gran sonrisa en su rostro.

Al llegar todos los presentes se quedaron mirándonos durante un rato hasta que el señor de la fiesta vino a recibirnos.

- Buenas noches, hijo.- dijo el caballero entrado en edad con una voz imponente.

- Buenas noches, padre, permíteme presentarte a Elizabeth Greene, mi prometida.

- Buenas noches, señor Scott.- dije con una pequeña y elegante reverencia.

- Un placer conocerla, señorita.

- El placer es todo mío, sus hijos hablan mucho de usted y tenía muchas ganas de que el honor de conocerlo se me presentara.- le dije sacando todos mis modales.

LA MÚSICA UNE ALMASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora